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Concordia » Diario Junio
Fecha: 07/01/2025 00:55
Podría decirse que se trata de un orden mundial westfaliano (en referencia al Tratado de Westfalia) que no logró imponerse, dejando al mundo en un estado de gran inestabilidad y tensión, donde ambas partes compiten por definir el codiciado nuevo orden mundial. Dado lo que está en juego, una escalada terminal podría llevar al colapso planetario. Desde Bruselas, es decir, la OTAN, se ha intensificado el impulso bélico tras el triunfo de Donald Trump, estimulado por el neoconservadurismo estadounidense que teme perder el negocio del complejo industrial militar (CIM). En este contexto, se especula que Trump no respaldaría a los europeos en su aventura contra Rusia. A estas alturas, es evidente que el expansionismo de la OTAN busca consolidar la hegemonía del «occidente colectivo» para imponer una «paz democrática liberal». Sin embargo, el resultado ha sido el desmantelamiento de la arquitectura de seguridad europea, poniendo al continente en rumbo de colisión hacia la guerra sin posibilidad de rectificación. La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la disfunción de la hegemonía liberal, provocando conflictos en lugar de garantizar la paz. Al mismo tiempo, crece entre la mayoría global la aspiración de un orden mundial basado en la multipolaridad y la igualdad soberana, pero con características euroasiáticas. El orden westfaliano, surgido con la Paz de Westfalia en Europa en 1648, puso fin a la Guerra de los Treinta Años y estableció principios de gobernanza internacional. Estos principios dictan que las relaciones entre Estados soberanos deben ser predecibles y regirse por normas claras, garantizando la no intervención de potencias externas en asuntos internos. Según este modelo, todos los Estados, grandes o pequeños, tienen igual derecho a la soberanía. En el siglo XX, tras la desaparición del bloque del Este, Estados Unidos y Europa Occidental comenzaron a hablar de un «orden postwestfaliano», bajo el cual los países podrían intervenir en asuntos de otras naciones en casos de abusos de derechos humanos. ¿Será esta la razón por la cual la OTAN y Estados Unidos han bombardeado, masacrado e invadido países, alegando llevar democracia? Cinismo puro. De esa lógica surgió la idea occidental de sustituir el Derecho Internacional consagrado en la Carta de las Naciones Unidas por un orden basado en «reglas». Este orden busca facilitar un mundo hegemónico, desplazando al Derecho Internacional que defiende la igualdad soberana de todos los países. Aunque se presenta como un sistema progresista, este modelo introduce principios contradictorios y desiguales. Por ejemplo, Estados Unidos insiste en la integridad territorial de aliados como Ucrania, Georgia o España, mientras respalda la autodeterminación en países adversarios como Serbia, China o Rusia. Este doble estándar ha llevado a la búsqueda de fuentes alternativas de legitimidad para justificar intervenciones ilegales, como la invasión de Yugoslavia por la OTAN en 1999, realizada sin mandato de las Naciones Unidas y justificada en «valores liberales». Esta tendencia continuó en 2003 con la invasión ilegal de Irak. En diciembre de 2021, Estados Unidos organizó la primera «Cumbre para la Democracia», dividiendo el mundo entre democracias liberales y Estados autoritarios. Desde una mentalidad imperialista, se propusieron reglas diferentes para el «jardín» (en palabras de Josep Borrell) y la «jungla». Este sistema refleja el principio de George Orwell en Rebelión en la granja: «Todos los animales (Estados) son iguales, pero algunos animales (Estados) son más iguales que otros». En lugar de resolver conflictos mediante la diplomacia y reglas uniformes, el actual orden incentiva la manipulación, moralización y propaganda, dejando las disputas internacionales al juicio de un tribunal de opinión pública parcial y arbitrario. En el epicentro de este conflicto está la guerra de Ucrania, donde se definirá el nuevo orden mundial.
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