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  • El Año Nuevo de Pullaro: entre tirar cuetes y mojar la pólvora

    » La Capital

    Fecha: 06/01/2025 15:41

    El gobierno de Santa Fe cerró 2024 con una baja fuerte de la violencia. Lo festeja, pero persigue la consolidación y normalidad. Desafíos y claves políticas “Cambiaron las reglas de juego, eso pasó”. La síntesis sale del gobierno de Maximiliano Pullaro para explicar la baja de la violencia y los crímenes . También se podría decir que se resetearon las reglas de juego: los presos no delinquen y la calle la controla la policía. Pero el porqué es más complejo, con algunas aristas aún por descifrar, por lo que se impone realizar un análisis político. Rosario cerró 2024 con 90 homicidios dolosos , alrededor de un tercio de los 260 de 2023 y aún más de los 291 del perturbador 2022. Por lo bajo algunos funcionarios se convencen de que son “parte de la historia de Santa Fe” porque no hubo una caída tan fuerte de circulación de violencia. El gobernador le puso un tilde a su objetivo número uno y de campaña, y se ha convertido en su combustible premium para afrontar lo que viene de gestión y las elecciones. Pero el cepo a la pirotecnia también proviene del gobierno y no es para menos con un tema tan delicado: se deben sostener los resultados porque hasta ahora son datos alentadores que mejoraron la cotidianidad transitoriamente. Para pasar de lo transitorio a lo consolidado debe haber continuidad. El principal desafío del gobierno para 2025 es sostener los datos obtenidos y crear la normalidad de los rosarinos . La ansiada “total normalidad”, frase de referencia funesta en la historia, se busca resignificar en este caso como una forma de convivencia pacífica y de devolver a Rosario como la ciudad brillante que supo ser. Lo más complejo de cambiar en la sociedad es su interpretación de los hechos y, sobre todo, la percepción. Cambiar ese convencimiento carnal de que la inseguridad es lo normal es un trabajo lento basado en hechos palpables, un proceso que trabaja sobre la subjetividad. Se puede machacar con que la violencia bajó, que los líderes narco no ordenan crímenes desde las cárceles, pero si mantiene el miedo de caminar a la noche, nada le cambió a esa persona. "Es el control de la cárcel pero también en las calles, no hay uno sin el otro", dicen en Seguridad provincial. De a poco el proceso da resultados y la pólvora se mojó. cococcioni sante.jpeg El ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, y el secretario de Análisis de la Información, Esteban Santantino, en conferencia de prensa. "Dimos un giro de 180 grados. Ahora es un trabajo serio con un sistema de policiamiento diferente, con otra impronta en la calle, con coordinación con la Justicia y también con el gobierno nacional. Eso impactó de lleno en la percepción de la gente: sobre lo que hacía la policía y la política con la policía", se animó el secretario de Análisis de la Información de Seguridad de Santa Fe, Esteban Santantino. Hasta hace apenas un año eran cotidianas las balaceras contra locales comerciales como el recordado ataque a la parrilla El Establo en plena avenida Pellegrini y con los comensales al tope, las extorsiones, los escruches, entraderas, y hasta escuelas tiroteadas que debían dejar de dar clases, un símbolo total de derrota. Ese fondo de olla no está más en la dinámica de la ciudad. Se trataba de una Rosario perturbada y aturdida, envuelta en una disputa política resbalosa que cambió cuatro ministros de seguridad en una gestión, con una policía más resbalosa aún. Tuvo su punto cúlmine en marzo de 2024, ya con Pullaro en el poder, con cuatro asesinatos de personas ajenas a todo conflicto y en sus puestos de trabajo. Ese fue el anillo más bajo del infierno aunque la violencia de las bandas siempre pueden sorprender. En ese infierno dijo haberse quemado el gobernador. Fueron las horas más oscuras de todo gobierno. Dijo haber sentido un elefante presionándole el pecho por esos crímenes. Vale recordar que se había ajustado fuerte el régimen de presos de alto perfil y éstos lo sintieron y hasta interpretaron como una puesta en escena, una verdugueada en sus términos. Por eso la reacción criminal. Antes de que todo sea cenizas surgió un dilema clave para el gobierno y el destino de los meses futuros. ¿Se doblegaba la acción contra las bandas en las cárceles con el riesgo de incentivar más crímenes o se cedía para evitar una eventual continuidad de los hechos? Se mantuvo el plan. “Hubiese sido entregar la legalidad a las bandas criminales”, explican en el gobierno. Allí llegó el primer mensaje político: no aflojar, lo que se interpretó como voluntad y tolerancia cero a la impunidad. Esta vez van en serio, pudo leerse. Ahora bien, una cosa es decirlo y proyectarlo, y otra llevarlo a cabo. Los factores WhatsApp Image 2024-08-26 at 13.14.33.jpeg Bullrich y Pullaro dieron una conferencia de prensa por la baja de los homicidios en Rosario. Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital. Hay varios factores políticos que sumaron a la situación exitosa. En primer lugar el trabajo mancomunado entre la provincia (gobierno, policía y Justicia, principalmente, Ministerio Público de la Acusación) y el gobierno central que armaron un operativo sólido con el despliegue de fuerzas federales en una decena de zonas calientes. Si cuando Pullaro era ministro de Seguridad, y la actual número uno a nivel país, Patricia Bullrich, era su par en la Nación, también trabajaron juntos y no pudieron, ¿por qué ahora sí?. “No habíamos logrado una mecánica de trabajo”, reconocen en el gobierno local. Lo que resalta del Plan Bandera es la cohesión, aunque a la vez puede ser el talón de Aquiles: si hay divergencias que deriven en el corrimiento de posiciones federales, la situación tambalearía. “No hay ningún elemento que nos haga indicar que haya modificaciones en el Plan Bandera”, dijo en LT8 Santantino. Pero el fantasma siempre está. El desafío es no romper el esquema pese a la disputa que hoy se mantiene debajo de la alfombra, pero puede resurgir en el año electoral. Algo así como cuidar a los chicos mientras mamá y papá se separan. De hecho, Romina Diez diputada nacional libertaria raspó a Pullaro porque “tiene el tupé de decir que él bajó los índices de inseguridad”. Probablemente el gobierno entienda que es una mera mensajera y cuiden las categorías políticas de emparejamiento. Otro elemento es que el gobernador es una figura fuerte, que luce empoderado -justamente lo reforzó a costa de la mejora en la seguridad- y liderando un proceso político en una alianza gobernante. No hay fisuras internas en las áreas de gobierno. A su vez, en la Casa Gris destacan el consenso que generó en todo el arco político el plan para la problemática, no solo con el apoyo de leyes de seguridad y de regulación del servicio penitenciario, sino también en aquellos días negros de marzo. Lo que viene "Hasta acá hubo medidas en un contexto de emergencia, pero la construcción del plan tiene una mirada de largo plazo. En 2025, por ejemplo, se verá con la terminación de infraestructura carcelaria y de comisarías", adelantan en el área de seguridad provincial. Sofocar no es extinguir. Actualmente no parece ponerse el foco en la disminución de la circulación de droga sino en la baja de la criminalidad que derramaba su comercialización y el control de la violencia. Por eso se derrumbaron búnkers que eran la manzana podrida en el cajón barrial. Eso es solo una punta de la pacificación territorial, pero claramente no termina allí. En rigor, no hay nada que indique que el consumo haya bajado, pero el ajuste de cuentas no parece ser el catalizador de la disputa por el mercado de las drogas que durante una década se reguló por la violencia letal. Eso es otra clave para mantener la paz en el futuro. Parece haberse iniciado una suerte de revancha colectiva para defender a la ciudad. Las únicas referencias foráneas en los últimos años de los medios de comunicación y de personas de otros puntos del país se depositaban sobre la violencia desalmada; los chistes apuntaban al riesgo de pisar la ciudad; de ser el centro de la droga del país; de Los Monos, etc. Fin de ese ciclo en marcha.

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