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» La Capital
Fecha: 05/01/2025 18:12
Los sex shops , que en Rosario estaban escondidos al fondo de galerías, ahora se muestran , y quienes no se animen a comprar allí disponen de tiendas online: La industria de los juguetes sexuales avanza:, las redes sociales abundan en contenidos , y público de distintas edades y orientaciones recurren a los accesorios eróticos, a veces incluso por consejo terapéutico. Este panorama contiene las claves de la alta y sostenida demanda de lubricantes, vibradores y lencería, entre otros dispositivos destinados a prácticas solitarias o en pareja, a pesar del costo elevado de algunos productos y de los recelos que persisten a la hora de adquirirlos o usarlos. “Actualmente hay mayor consumo y menos inhibiciones en relación al uso de juguetes y accesorios eróticos, en otras épocas generaba más pudor. Aunque sigue siendo tabú para mucha gente, que los percibe como una amenaza o competencia a la pareja”, describe la sexóloga Silvana Savoini , directora de la carrera de Especialización en Sexología de la UNR. Para el placer Esta valoración negativa se asienta en la creencia de que se recurre a ellos por soledad, falta de partenaire o necesidad de consuelo (de allí la palabra “consolador”). “No todos los juguetes sexuales son fálicos ni para los genitales; hay elementos que estimulan la sensibilidad o despiertan las fantasías: cremas, plumas, atuendos, vestimentas, disfraces, que a su vez se destinan a prácticas como los juegos eróticos de poder”, advierte Savoini a asLaCapitalxs. “Se suman cuestiones lúdicas, por ejemplo, dados y juegos de cartas que disparan situaciones; porque sin deseo, por más estímulo mecánico que exista, no habría excitación ni, por supuesto, placer”. >>Leer más: En Rosario es furor la compra de juguetes eróticos entre las mujeres “La sociedad incorporó y naturalizó estos dispositivos en su vida, les dio un marco social y médico al punto que muchos vienen derivados por psicólogos y sexólogos. Los clientes están más tranquilos y cómodos. Varones y mujeres consumen por igual”, sintetiza Victoria Sosa, de la tradicional boutique Victoria Sexy, con 21 años de local a la calle en el microcentro y producción propia de lencería femenina y masculina. Su clientela va de los 20/25 años a los 65, dentro de las mujeres son las mayores las que concurren y trabaja con un público diverso de personas solas y parejas “no sólo hétero”, aclara. La batalla por la salud sexual En sus palabras resuenan las batallas del movimiento de mujeres y disidencias para instalar la salud sexual en la agenda pública (y privada), y en las que Rosario tuvo en las últimas décadas una posición destacada, vanguardista: su municipio fue el primero del país en contar con un área de la Mujer y luego de la Diversidad; aquí tuvo lugar el primer Encuentro Nacional de la Diversidad Sexual de la Argentina y en la UNR se creó una maestría interdisciplinaria sobre la Problemática del Género inédita en Latinoamérica, entre otros hitos. “La ciudad responde bien; la gente se ocupa de la sexualidad, hay mucho urólogo, mucho sexólogo. Se cuidan, tienen más conciencia, buscan información. Las mujeres, por ejemplo, nos hacemos controles anualmente, ya lo naturalizamos”, se explaya Sosa, y cuenta que suele interactuar con ginecólogas y enfermeras de personas cis (su identidad de género coincide con su sexo biológico) y trans, profesionales que se asesoran sobre los productos de la tienda para brindar recomendaciones a sus pacientes. “La gente es reservada pero todos consumen, no se privan de disfrutar desde la perspectiva de que el sexo es un placer importante como comer y viajar. Esto es un avance, es para bien”, interpreta en coincidencia con la sexóloga Savoini. >>Leer más: En Rosario producen un óleo íntimo en base a cannabis “Una cultura enfocada en la reproducción no se permite esta búsqueda; sí una que piense más allá. Hoy no sólo es posible elegir el partenaire sexual, sino las prácticas”, afirma Savoini, docente en las Facultades de Psicología y Ciencias Médicas. “Estas cuestiones son viables si nos podemos correr, como sociedad, de la obligación de engendrar; celebro que se le dé más lugar al placer, no desde el punto de vista hedonista. Todo lo que se vuelve mandato es problemático”, advierte. En ese sentido, públicos jóvenes también contrarían roles históricamente arraigados en la cultura patriarcal y protagonizan nuevas tendencias. Así lo cuenta Nicolás Eliceche, que en 2019 abrió la tienda online Funny Sex Boutique y comenzó a vender desde Rosario a clientela local y de todo el país. El 90 por ciento de las operaciones corren por cuenta de mujeres de 18 a 35 años, una franja etaria en edad reproductiva, aunque “la mayoría compra para autosatisfacción”, revela. Apertura “Hubo una apertura en cuanto a hablar de sexualidad, de masturbación, y en especial de masturbación femenina. El placer de la mujer tradicionalmente era en relación a otro. Hoy eso cambió: del tema hablan las mujeres, los famosos, los influencers”, observa Eliceche, propietario del sex shop y periodista especializado en comunicación de sexualidades, para lo cual creó un blog y un podcast. Valora la conversación pública en torno a un tópico al que antes por lo general se aludía en voz baja, y que además en esa conversación fluyan nuevas palabras y sentidos. >>Leer más: Salud mental: alerta por la demanda de "soluciones inmediatas" y la suba del consumo de psicofármacos “Decir juguete ayuda a bajar el tabú, porque hay gente que no se anima a decir vibrador o consolador, en realidad son dildos o penes de plástico y fueron muy difundidos en relación a (calmar) la histeria femenina. Juguete en cambio tiene que ver con la diversión, con explorar, con conocerse. De esa manera sabés qué te gusta y luego lo podés compartir con tu pareja”, propone, y recuerda que “los discursos habilitan”. En su catálogo, los productos están separados según sean para penes o vulvas, no para mujeres y hombres. Los más pedidos Nicolás Eliceche y Victoria Sosa coinciden en que sus tiendas eróticas venden sobre todo lubricantes. “Quien los probó siempre vuelve, son un camino de ida. Algunos tienen sensación de frío o de calor, están los comestibles y los neutros”, apunta el dueño de Funny Sex. La clientela de Victoria Sexy prefiere además estimulantes (pastillas naturales, geles, cremas). Allí los lubricantes arrancan en 6 mil pesos. En cuanto a juguetes, tienen más salida “las balitas clitorianas (vibradores) y los llamados succionadores, que surgieron después de la pandemia y salen carísimos”, añade Victoria Sosa. El rubro, que desde sus inicios evolucionó en cuanto a diseños, materialidades y texturas, se nutre fundamentalmente de productos importados (sólo hay una fábrica nacional), por lo que los precios se dispararon en el último año. “El juguete más barato cuesta entre 60 mil y 70 mil pesos, el más caro 300 mil”, calcula Eliceche, que también vende al por mayor. Advierte que en otras tiendas hay adminículos que superan ese precio. La mercadería proviene en gran parte de Europa. >>Leer más: Los deseos en el estudio más grande sobre sexo en internet “Objetos en juego que acompañan el erotismo existieron siempre, lo que vemos en esta etapa del capitalismo es una industria en torno a eso”, concluye la sexóloga Savoini y cuenta que en ciertos casos trabaja en equipo con los sex shop para ver qué les convendrá a sus pacientes. La clásica pregunta que todos le formulan siempre tiene que ver con el accesorio más apropiado para obtener mayor placer. Su consejo en ese sentido es simple: “No hay fórmulas, el conocimiento mutuo y la confianza es lo que más resulta impulsando el deseo”.
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