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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 05/01/2025 12:02
En los albores del pensamiento político moderno, el concepto de "contrato social" surgió como una respuesta a las preguntas fundamentales sobre cómo organizar la vida en sociedad y establecer un equilibrio entre la libertad individual y la autoridad colectiva. Desde entonces, teóricos como Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau han desarrollado perspectivas complementarias y, a veces, antagónicas sobre este pacto implícito que rige las relaciones entre los ciudadanos y el Estado. En la actualidad, cuando los conflictos vecinales derivan en episodios trágicos como el ocurrido en Lomas del Mirador el pasado 25 de diciembre, el contrato social vuelve a ser un tema crucial para reflexionar sobre la importancia del Estado en garantizar la cohesión y la paz social. El caso de Lomas del Mirador, donde un policía retirado asesinó a su vecino tras una discusión por el volumen de la música, expone la fragilidad de los lazos comunitarios y la incapacidad de resolver conflictos sin recurrir a la violencia. Este suceso, lejos de ser un hecho aislado, es un reflejo de cómo, en ausencia de un marco efectivo de mediación y regulación, la sociedad puede deslizarse hacia lo que Hobbes definió como el estado de naturaleza: un escenario donde la vida es "solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve". En “Leviatán” (1651), Hobbes argumenta que solo la existencia de un poder central fuerte —el Estado— puede proteger a los individuos de su propia tendencia al conflicto. Según este pensador, la renuncia a ciertos derechos individuales en favor del bien común es el cimiento del contrato social, y cuando el Estado no cumple con su rol de árbitro, se abren grietas que amenazan la paz. Por otro lado, John Locke planteó una visión más optimista sobre la naturaleza humana. En “Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil” (1689), sostuvo que el contrato social se basa en el consentimiento mutuo y la protección de la vida, la libertad y la propiedad. Sin embargo, cuando las instituciones públicas fallan en garantizar estas condiciones básicas, los ciudadanos tienden a buscar soluciones individuales, muchas veces recurriendo a mecanismos extremos. En el caso del policía retirado, su rol como agente del orden público debería haber implicado una responsabilidad ética adicional. Sin embargo, la ausencia de un canal adecuado para resolver conflictos transformó un desacuerdo vecinal en una tragedia. Finalmente, Rousseau ofreció una perspectiva distinta en “El Contrato Social” (1762), donde subrayó la importancia de la voluntad general como fundamento de la legitimidad del Estado. Para él, la cohesión social no puede ser impuesta exclusivamente desde arriba, sino que requiere un compromiso activo de los ciudadanos con los valores colectivos. Esto incluye, entre otras cosas, la disposición a resolver disputas de manera pacífica y respetuosa. El caso de Lomas del Mirador muestra cómo el debilitamiento de estos valores, combinado con la creciente desconfianza hacia las instituciones públicas, puede desembocar en un deterioro de las relaciones comunitarias. La violencia como medio para resolver conflictos no solo es una expresión de la falta de herramientas sociales e institucionales para mediar, sino también un recordatorio de que el contrato social debe ser constantemente renovado y adaptado. En este sentido, el Estado tiene un papel central, no solo como garante de la seguridad, sino también como promotor de la educación cívica y el diálogo entre los ciudadanos. En momentos de crisis, las políticas públicas deben enfocarse en fortalecer los lazos comunitarios y en brindar canales de mediación accesibles y eficientes. El caso de Lomas del Mirador deja al descubierto las consecuencias de una sociedad en la que el contrato social se percibe como débil o inexistente. Mientras Hobbes, Locke y Rousseau nos brindan perspectivas filosóficas sobre la organización social, la realidad contemporánea nos exige aplicar estos principios en el diseño de políticas públicas que promuevan la paz y la convivencia. La construcción de una sociedad cohesionada no depende únicamente de leyes o instituciones, sino también de una ciudadanía comprometida con la resolución pacífica de sus diferencias. Solo así será posible honrar el contrato social que nos une y evitar que la violencia se convierta en el lenguaje predominante de nuestra convivencia. Julián Lazo Stegeman
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