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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/01/2025 03:11
Joaquín Furriel: “Estuve solo muchos años; sé más lo que es estar soltero que estar en pareja” Recién llegado de España, adonde pasó buena parte del año que acaba de culminar, se lo percibe feliz. Y no es para menos. “En estos días me empezó a caer la ficha de todo lo que hice. Los lugares en los que estuve, y los lugares en los que nunca había estado. Por la diversidad de experiencias, el 2024 fue el mejor año de mi vida”, confiesa un Joaquín Furriel que descubre una sonrisa plena, sincera, para nada fingida. La plenitud de este hombre de 50 años que actúa desde los 13, va más allá de lo vivido en estos meses -como contará a lo largo de esta entrevista con Infobae-, y se proyecta al 9 de enero. Ese día se estrenará en los cines Una muerte silenciosa, un filme que lo tiene entusiasmado. Con el sello de los thrillers noir, propios de los países nórdicos que tanto gustan por estas latitudes (aquellos donde el paisaje se impone tanto como el misterio, la tensión y los silencios), se filmó en cercanías de San Martín de los Andes bajo las órdenes del director Sebastián Schindel. Se trata del regreso de esta “dupla creativa”, como la define el propio Furriel: allá por 2015, juntos hicieron El patrón, una obra notable. “Fue la ópera prima de Sebastián. Y también fue un poco la mía como actor, porque nunca había caracterizado tanto. Es una película que está viva: la siguen dando en Netflix”, destaca el actor. Ahora, en Una muerte silenciosa (también con Soledad Villamil y Alejandro Awada en el elenco), Joaquín interpreta a Octavio, un hombre solitario que vive en la Patagonia, y que cierto día recibe la noticia de la muerte de su sobrina. Cero spoilers: no diremos nada más. Solo reproducir unas palabras más de su protagonista. “Es un thriller muy tenso para ver en cine, 100%. Para los que nos gusta estar agarrados en la butaca, es una película espectacular”. Pero eso, lo que vendrá en el comienzo de este 2025 que ya está entre nosotros, está por verse (en las salas, claro). ¿Y todo lo que le pasó a Joaquín Furriel en el 2024? Está por contarse (en estas líneas, por supuesto). Y se hará a partir de un consejo que deja el actor sobre la paternidad de una joven: Eloísa, su hija, pronto cumplirá 17 años. “Yo acepto todo -confía este actor que hizo tanto cine como teatro y televisión-. Es la mejor manera de llevarte con un adolescente: hay que aceptar. Y después vas viendo un poco cómo es la aceptación”. Joaquín Furriel y Anne Hathaway estuvieron juntos en la semana de la moda de China (Crédito: Instagram @annehathaway) —¿Eloísa tuvo encontronazos con vos? —Muchas veces tenemos diferentes puntos de vista, pero entendemos que yo vengo de un año muy especial: es la primera vez en mi vida que estuve prácticamente viviendo en otro lugar. Ella viajó, me vino a visitar un par de veces, y yo vine para acá. Entonces, tenés que apuntar más a la calidad de tiempo que a la cantidad. Si hay cosas que estás notando que no te caen bien, no podés arrancar con los tapones de punta el primer día que la ves. Cuando volvés a tener una sensación de cotidianeidad en el vínculo, empezás a decir: “Che, esto yo no lo veo tan así”. —Y ella te dice: “¡Mirá vos! Pero yo sí”. —Bueno, esta generación tiene el teléfono incorporado en su vida como si fuera un órgano más. Y poner “Me gusta” o “No me gusta” es muy tiránico. No tiene que ver solo con los o las adolescentes sino con la especie: somos individuos tiranos. Tenemos como una cosa de (creer) que nuestra opinión es muy importante. —Sucede en las redes sociales, cuando de repente le damos nuestra opinión a gente que no nos la pidió, sobre su paternidad, su cuerpo, su ideología política, su trabajo. —Todo tiene que ver con el miedo. Todos convivimos con diferentes miedos. El primero es a la muerte: sabemos que nos vamos a morir. Y hay quienes creen que reencarnarán en algo. Hay quienes creen en un Paraíso o un Infierno. Hay quienes creen que no hay nada, que se termina acá. —¿Y vos, qué creés? —Estoy más cerca de que se termina acá. Soy bastante escéptico, aún habiendo tenido situaciones en la vida que me podrían haber invitado a ampliar la conciencia. Pero lo que te quería decir es que el miedo, desde el anonimato, es su peor versión. Porque yo te puedo atacar mucho a vos, pero si te veo así, personalmente, tiene otra consecuencia. No tuve Facebook, no tengo Twitter o X, ni sé cómo se llama ahora. Tengo Instagram, en relación a mi trabajo. Y noto que hay mucha vileza humana en esos ambientes. Y parte de esa vileza es donde aparece el otro miedo: estoy sorprendido de la cantidad de gente que habla sobre sobre los ataques de ansiedad. Claro, por esto mismo empiezan a aparecer nuevas patologías. Joaquín Furriel junto a Martin Scorsese —En una entrevista anterior me contaste que tuviste momentos no de ansiedad, pero sí de tristeza, de angustia. ¿Qué hiciste con eso? —Aprendí a convivir con la melancolía. No asustarme tanto. Ya tengo herramientas para poder irme de ahí. Tengo un grupo de amigos que, cuando estoy con ellos, me dan ganas de vivir, me generan mucha vida. Y la tristeza es algo un poco más general: todos la tenemos, pero la queremos ocultar porque nos da mucho pudor mostrarnos vulnerables. Mi vocación es el gran amor de mi vida, una muy buena pareja con la que tuvimos muchos momentos: no llegamos nunca a separarnos y a divorciarnos, pero es un vínculo que me da un motor. Pero aún teniendo ese motor, y con la posibilidad de seguir con proyectos, hay momentos en que me agarra una especie de bajón, no tengo idea por qué. Digo: “Hoy estoy triste porque hay gente que quiero y no está. Y triste por la gente que quiero mucho y que tiene enfermedades”. Me resulta interesante comunicarlo en vez de aislarme. —También me contaste que antes del ACV no estabas pasando un buen momento, cuando muchos creíamos que sí lo era. ¿Había algo de estas tristezas dando vuelta? —Sí. Nunca llegué a no tener energía. En mi familia hubo casos de depresión, de suicidios por depresión. Y es importante que, cuando hablamos, todos nos preguntemos el valor que le damos a la palabra: no es lo mismo estar triste que estar depresivo. —No. La depresión es una enfermedad. —La tristeza es parte de la vida. Vuelvo a lo mismo: nos vamos a morir. Si vos conectás con eso, podés aprovechar el presente, tratar de darle algún sentido. Y cuando te pasan cosas como el ACV, tenés la oportunidad de poner en valor las cosas que te hacen bien. Sé que parece de sobrecito de azúcar, pero no necesitás tanto estímulo. Hay un punto donde el mundo de la dopamina en el que estamos... No podemos parar. Todo el tiempo estamos yendo por acá, por allá, buscando, dame más, dame más. —¿Vos podés parar? ¿Te sale? —Me cuesta, porque no es mi personalidad. Soy una persona de acción. Y me gusta mucho lo que hago. Vos me decís: ¿ir al mercado, comprar comida y cocinar, o hacer una función de teatro? Función de teatro. ¿Estar viendo con la persona que más amás una película, o el teatro? Y... elijo el teatro. Es complicado. —En octubre te vi en Shanghái, en la Semana de la Moda. —Sí. Tengo un contrato como embajador de la marca italiana Moncler: hicimos una campaña que estuvo buenísima. Y también voy a sus eventos. Shanghai estuvo buenísimo. La noche que llegué teníamos una cena y de repente me encontré con Anne Hathaway. Y es como acá, lo mismo: charlás de los hijos. “Yo filmo en verano (me dice), cuando mis hijos tienen vacaciones porque sino es un lío. Además, van a la Waldorf. ¿Vos?”. “Yo ahora estoy viviendo en Madrid, pero mi hija viene y yo voy. ¿Conocés Argentina?”. Bueno, eso. Después me puse a comer al lado del director creativo de Kenzo, Nigo, un japonés divino que no habla inglés: su mano derecha traduce. Después viene una mujer y charlamos: era la CEO de Mercedes Benz (Camiones, Karin Rådström). Y de repente viene un pibe que me dice: “¿Who are you?”. “¿Y vos quién sos?”, le digo. “Soy músico, productor, diseñador, empresario. Y también soy el marido de Rihanna”. Era A$AP Rocky; yo no sabía ni quién era. Le mandé una foto a mi hija: “¡No tenés la más puta idea con quién estás!”, me dice. “La verdad que no, hija”. Bueno, terminamos en su suite con Rihanna y otras 15 personas, bailando. Un surrealismo total. Pero al mismo tiempo, pensaba: “Esta pibita de Barbados, este es de Queens y yo soy de Adrogué, de José Mármol. Todos venimos de la periferia de alguna ciudad. Y estamos acá, pasándola bien. Y termina acá. Después, cada uno se irá a su realidad, a sus cosas”. Pero en ese momento es muy muy gracioso. —Muy hermoso terminar en la fiesta en una suite en Shanghái, con gente a la que no imaginaste que ibas a conocer. Y que está todo bien: ese es el código. —Y ver que de repente estoy bailando con Rihanna. Los chinos tienen muchas cosas muy impactantes. Es una mega ciudad silenciosa porque todos los autos son eléctricos o híbridos. No hay gente en situación de calle, mendigando. El semáforo de la senda peatonal se pone rojo y tenés 150 chinos así, todos quietos, aunque no venga un auto ni a un kilómetro. Como latino digo: “¡Che, dale, vamos a cruzar! No viene nadie”. Tenés que decodificar que estás en otra cultura, otra manera de vivir. A las 11 apagan Shangai, por cuestiones ecológicas. Se lo cuento a Rihanna y a otra gente, con la que estaba charlando: “¿Vieron que apagan la ciudad?”. Rihanna se va caminando, toca un botón y se bajan todos los blackouts de la suite. Cierra todo: no se ve más Shangai. Vuelve caminando y me dice: “Yo apago China”. Bueno, la reina. —La que puede, puede. —La que puede, puede... —También te vi con Martin Scorsese. —Sí. —Scorsese produjo el filme El aroma de pasto recién cortado, de Celina Murga, que protagonizaste. —Sí, Esto es imposible sin el vínculo de él con Celina. Es su mentor. Entonces entré de la mejor manera. Fue increíble hablar con él. Y después fue increíble hablar con Anne Hathaway de Scorsese. Y me cuenta que se vieron en los Oscar: “¿Por qué nunca tenés protagonistas mujeres?”, le planta. No, (Hathaway) es una chica muy demócrata y feminista. Entonces le dice eso. Y me dice que (Scorsese) le contestó: “Porque soy hombre. El único universo que conozco es el mío”. —Yo no le iría a discutir a Scorsese: que me diga lo que quiere... —Nos reíamos porque (Hathaway) me dice: “No sé si fue muy inteligente de mi parte”. Y a Scorsese le pregunté cuál es su próximo proyecto. “Iba a filmar la película de Frank Sinatra, pero Leo...”, y yo le seguí la charla, asumiendo que Leo era DiCaprio: “¡¿Leo no está en el proyecto?!”. “No. Está filmando Leo”. Decía así. Genial como hablaba. Y a mí se me venían Buenos muchachos y tantas películas. Tenía una ganas de darle un abrazo. “¡Gracias, Martin! Tus películas me estimulan cuando las veo, me dan ganas de actuar”. —Anne Hathaway subió la foto en sus redes y todos te pusimos de novio con ella. ¿Vos viste los mensajes de los argentinos que aparecían abajo de esa foto? —Me mandó un mensaje la gente que maneja la comunicación de Moncler: “Joaquín, Anne está impactada porque nunca le pasó que la llenen tanto de comentarios”. Entré a su Instagram y veo ¡tacate, tacate, tacate! Te juro que me agarró un orgullo. Digo, cuando estamos ahí, todos somos uno. —¡Sí! Todos estábamos ahí, con vos. —El promedio de comentarios de la piba son de 1000, 1500, y había 5000. ¡Imaginate! Me encantó. Gracias a todos los que aportaron, ahí. —Pero no iba a haber ahí una cita, ni nada. Ella está casada, ¿no? —Está casada. Estuve ahí, con su marido. No sé si es una pareja abierta, poliamor; no tengo idea. Yo charlé, solamente. Me bastó con eso. —La última vez que nosotros charlamos, estabas noviando. Hoy, ¿en qué andás? ¿Estás soltero? —Estoy bien. Sí. No sé qué decirte... Sí. —¿Alguna vez saliste con alguien que hayas conocido por Instagram? —Una sola vez, hace muchos años. Y no me gustó mucho la experiencia. Tampoco tengo aplicaciones. A me gustaba el chamuyo, pedir la birome al barman y anotar. Ya sé que todo cambió y que soy anacrónico, pero eso de ponerme a mí (en una aplicación de citas), en el supermercado... —¿Qué foto tuya elegirías para ponerte en la góndola del supermercado? —No puedo ni pensarlo. Quizás me quedó de cuando fui monaguillo, pero hay algo de esa manera de vincularme que me da pudor. Prefiero estar solo. A mi manera. Tampoco la paso mal solo. Ese es el otro tema también: yo estuve solo muchos años. Sé más lo que es estar soltero que estar en pareja. Tengo un máster, te diría. —¿Te da fiaca estar en pareja? —No es fiaca. —Bueno, hay que negociar espacios y cosas de uno. —Sí. Debo ser un muy mal negociador. He tenido relaciones hermosas, estoy súper agradecido. Me encontré con gente muy valiosa en un momento de mi vida. Eran importantes esas relaciones. Quizás con el tiempo no pude... Bueno, no sé. —La vida. —La vida. Joaquín Furriel con Tatiana Schapiro en Infobae (Candela Teicheira) —¿Con Guillermina Valdés terminó todo bien? —Sí, sí, sí. —Con Paola Krum, la mamá de tu hija, te seguís llevando muy bien en cuanto a la paternidad y la maternidad. —No nos quedaba otra. Es parte del trabajo que hay que hacer. No es porque nos llevamos bien. No. Buscamos la manera de llevarnos bien. Yo no tengo vínculo con mis exparejas. Con Paola tengo un vínculo porque es la madre de mi hija. Tengo mucha empatía por todas, las quiero mucho. —Pero no hay una amistad. —No. Bueno, no se dio. —Termina y se termina. Pero termina bien. —Sí. Con Paola nos pasa que llevamos 13 años separados, vinculándonos porque tenemos una hija y debemos acordar cosas. —En el 2024 pasaste mucho tiempo en España. ¿Te gusta estar allá? —Me gusta. —¿Y por qué te gusta volver? Porque al final volvés siempre, y hoy, vos ya podrías instalarte adonde quieras. —Sí, podría vivir donde quiero y trabajar donde hay trabajo. Pero me fascina Buenos Aires, es una de las mejores ciudades del mundo. Hay algo de nuestra manera de vincularnos: me gusta el valor que tenemos por la amistad. Vivir en un país con tantas crisis y tantos problemas estructurales hace que tengamos la sensación de vivir un poco más los momentos. Este es un país muy fascinante para estar. Y esta cosa de estar lejos del primer mundo también tiene su punto. Por eso somos tan endogámicos. Me di cuenta cuando estuve allá: están a nada, cambian de lenguas, de culturas, las parejas son muy diversas culturalmente. Para ellos es un mundo mucho más amplio, mientras que nosotros no dialogamos ni siquiera con nuestros hermanos de la región. Por eso somos como somos. Allá dicen que somos egocéntricos, narcisistas, sobregirados, charlatanes, tramposos. También dicen que tenemos buen ánimo, que disfrutamos la vida. Y que tenemos mucho humor. La ironía. Vamos muy rápido. Los primeros días que vengo, cuando estoy con mis amigos vengo lento porque en España no es el tipo de humor al que vos tenés que apelar. Hasta te diría que nuestro tipo de humor puede ser irrespetuoso.
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