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  • La puerta y el año santo

    Gualeguay » Debate Pregon

    Fecha: 04/01/2025 14:10

    En el buscador de google los autores Carrillo de Albornoz y M.A. Fernández nos dicen lo que significa la imagen de la puerta: “Es umbral, tránsito, pero también está ligada simbólicamente a la idea de casa, patria o mundo que abandonamos y a los que volvemos pasando siempre a través de ella. La puerta es un símbolo femenino en el sentido de apertura, de invitación a penetrar en el misterio, lo opuesto al muro, que sería lo masculino (…) Existe una relación entre la función simbólica de la puerta como posibilidad visible y externa que permite el paso hacia el interior, y el centro, lo más profundo e invisible que da sentido a todo el conjunto”. El libro del génesis dice que la puerta del paraíso había quedado cerrada luego del pecado original: “…después de expulsar al hombre, (Dios) puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida” y como contrapartida el capítulo 10 de Juan dice que Jesús se proclamó a sí mismo como “la Puerta” para el regreso. Como en catolicismo todo lo que se lee en la Biblia se representa en ritos sagrados, el papa Francisco al comienzo de este año santo, año jubilar, abrió solemnemente una puerta de la Basílica de San Pedro que se abre cada 25 años y dijo estas palabras: “No tengan miedo. La Puerta está abierta, la puerta está abierta de par en par. No es necesario tocar a la puerta. Está abierta. Vengan, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos. La misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, la misericordia de Dios disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz. Con frecuencia nos detenemos en el umbral; no tenemos el valor para atravesarlo, porque nos interpela. Entrar por la Puerta requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz. En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”. El obispo Zordán realizó el mismo gesto en la Catedral de Gualeguaychú. Pensemos entonces en este año que estamos comenzando: ¿Cuáles son las puertas que abro en mi vida?; ¿abro puertas para el encuentro con Dios y los hermanos?; ¿abro la puerta de mi corazón para hospedar en mis sentimientos?; ¿hago silencio para escucharme escuchando al Espíritu Divino?; ¿atravieso la puerta del hermano violentando su dignidad y “me paso de la raya” en mi auto referencialidad y mi egoísmo?; ¿cierro la puerta al “otro” que me mira, que se manifiesta como rostro y presencia? Quizá este año me ayude a recapacitar acerca de las veces que he cerrado puertas al amor entregado para quedarme en mi aislamiento y la comodidad de mi “zona de confort”. La muchacha del cantar de los cantares de la Biblia se lamenta no haber estado atenta: “Yo dormía, pero mi corazón estaba atento, cuando oí que mi amante tocaba a la puerta y llamaba: «Ábreme, tesoro mío, amada mía, mi paloma, mi mujer perfecta...” El noviecito pasó de largo por la casa de la gurisa dormida. Que no falte la esperanza del regreso del Amado que ha de volver un día. Y que permanezcamos con atención amorosa.

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