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  • Son como nubes sin agua

    » Data Chaco

    Fecha: 28/12/2024 11:30

    La definición bíblica del rol de pastor es: "El que cuida de un rebaño". Es una figura espiritual metafórica utilizada por Jesús para mostrar su ministerio y también para delinear el tipo de rol que debe realizar el pastor de cualquier congregación que se autodefina como cristiana. Ser pastor no es tarea fácil No era trabajo fácil para el pastor de ovejas en aquella época, quien por lo general era el hijo o la hija del propietario de las ovejas, o bien un extraño al que se le denominaba asalariado. Decimos que no era fácil la tarea, porque el propietario exigía al pastor el precio de toda oveja desaparecida, aunque la ley de Moisés libraba al asalariado de esta obligación, si podía probar que la pérdida no había sido consecuencia de una negligencia personal. El pastor iba temprano al redil o aprisco, también conocido como corral, donde se hallaban varios rebaños, y llamaba a sus ovejas y éstas conocían su voz, y lo seguían. Incluso en la actualidad, en Oriente, sigue siendo parecido. Cada oveja tiene un nombre y conoce la voz de su pastor, quien con su cayado guiaba y las defendía de las fieras salvajes. Es un hermoso tipo de la relación de Cristo con su amada Iglesia. Jesús concedió dones A propósito de esto, luego de su muerte y resurrección, Cristo concedió dones espirituales a sus líderes, entre los cuales está el don de pastor, acompañado por otros dones como el de profetas, evangelistas, apóstoles y maestros de su palabra. Quedo establecido que estos dones son irrevocables y específicos para la edificación espiritual de la iglesia; es decir, para la guía y enseñanza de los fieles. Manera de pensar equivocada Lamentablemente para la iglesia, la figura o rol del pastor se fue desdibujando con el correr del tiempo, a tal punto, que algunos no pastorean ovejas, pero se hacen llamar pastor. Con la situación agravante, que en la década de los 90, en los EE.UU., nació la idea conocida como Dominionismo, un término para definir a cristianos políticamente activos que, según ellos, buscan ejercer influencia o control sobre los gobiernos civiles seculares por medio de su intervención política, cuyo objetivo final es el establecimiento de una nación gobernada por cristianos bajo la ley bíblica. Si bien es cierto que cada uno puede pensar como mejor le parezca, desde el punto de vista teológico es una ingenuidad espiritual, tal vez basada en una expresión de deseos que puede ser genuina, pero no bíblica. Creer o pensar que el mundo de la política caerá subyugado por el cristianismo es un idealismo espiritual. Eso no ocurrirá nunca. Al contrario, lo que pasará o puede pasar, es que el cristiano involucrado en esa búsqueda pierda sus valores por el camino y caiga subyugado por los valores del mundo de la política. Aun así, no está mal que un cristiano laico haga sus aportes morales a ese mundo, pero siempre estará limitado por la corrupción del poder. Un pastor no debería ser funcionario político En ese mismo contexto, es imposible pensar que un verdadero pastor pudiera ocupar un cargo como funcionario de cualquier gobierno, no importa el color político que lo identifique. Porque un verdadero pastor no hace política; ya que, si realmente fue llamado por Dios, pastorea a las ovejas puestas a su cargo, y por las cuales deberá rendir cuentas. Las evidencias bíblicas muestran que quien supuestamente fue llamado al pastorado, pero por el camino cambia y se dedica a la política, significa que nunca fue llamado como pastor, porque los llamados de Dios son irrevocables y no hay marcha atrás. Existen personas que muchas veces incurren en ese error espiritual por ingenuidad o por falta de conocimiento, y otras veces por otro tipo de intereses que preferimos no detallarlos. Con la situación agravante que, una vez en lugares de funcionarios públicos, extorsionan como militantes políticos a pastores que no piensan ni actúan como ellos. Concluyendo, es una verdadera lástima que situaciones de este tipo ocurran en la Iglesia, porque no hacen otra cosa que deteriorar la imagen de la misma. El relato bíblico define a estos personajes como nubes sin agua, que el viento arrastra de un lado a otro; árboles otoñales que no dan fruto; carentes de raíces, se han secado y vuelto a secar. Son como indómitas olas de mar, cuya espuma es su propia vergüenza; estrellas errantes, cuyo eterno destino serán las más densas tinieblas.

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