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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/12/2024 04:41
El peronismo afronta un año muy complejo para lograr acuerdos electorales (REUTERS/Tomas Cuesta) El peronismo está revuelto. Ya no es una novedad. En todo caso, es una descripción del presente. Es la extensión de una película que comenzó en el gobierno de Alberto Fernández y que tuvo una segunda parte en la gestión de Javier Milei. Todo el tiempo, casi a toda hora, el peronismo está en estado de conflicto. Se abren y se cierran etapas bélicas con demasiada facilidad. Si esas múltiples guerras se desencadenan con frecuencia y todos se animan a levantar la voz sin mediar consecuencias, es porque la fuerza política perdió la conducción vertical que supo tener a lo largo de su historia. Juan Domingo Perón, Eduardo Duhalde, Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Todos aplicaron un ordenamiento jerárquico, con una extinta capacidad para manejar el poder. Todo ya es parte del pasado. Las limitaciones de CFK para conducir al peronismo quedaron a la vista este año. Desde la rebelión de Axel Kicillof y Ricardo Quintela, hasta la ausencia de gobernadores en su asunción en el PJ Nacional. Datos concretos que marcan abruptamente los límites del poder. Desde hace un tiempo algunos dirigentes empezaron a denominar al kirchnerismo como una “línea interna” del peronismo. Les empezaron a contar las costillas. Esa definición no es casual ni maliciosa. Es, en todo caso, la descripción del momento. Hay una diferencia sustancial entre formar parte del kirchnerismo y respetar la figura de Cristina Kirchner. Los gobernadores de Unión por la Patria (UP) son una expresión de esa definición. El santiagueño Gerardo Zamora la valora y la aprecia, pero en su provincia el camporismo, por ejemplo, tiene baja influencia. En el bloque de UP las críticas están apuntadas a la conducción K (Jaime Olivos) Que destaquen la trayectoria y la capacidad de conducción de la ex presidenta -aún en este momento donde su poder de influencia no es el mismo que antes-, no significa que el kirchnerismo tenga un importante volumen de dirigentes en el interior del país. Es, sobre todo, una fuerza que tiene su poder de fuego en la provincia de Buenos Aires y terminales importantes en algunas provincias del país. Esa distancia entre el kirchnerismo y el peronismo del interior del país es la que requebrajó la estructura legislativa de Unión por la Patria (UP), que el jueves se sacudió nuevamente cuando el diputado santafesino Roberto Mirabella abandonó el bloque y concretó el segundo quiebre del bloque en un año. El primero se había generado con la salida de los legisladores tucumanos. Tal como contó Infobae, es probable que durante el verano haya más salidas del bloque de UP en la Cámara baja. Cerca de la puerta están los legisladores Guillermo Snopek (Jujuy), Eugenia Alianiello (Chubut), Liliana Paponet (Mendoza), Ernesto “Pipi” Alí (San Luis), Natalia Chacur (San Luis) y Tanya Bertoldi (Neuquén). Si esa puerta se abre nuevamente, la mayoría cree que Victoria Tolosa Paz (Buenos Aires) será de las primeras en cruzar la línea. Como el kirchnerismo está bajo el control del bloque, la cuenta es lineal. Si el espacio se sigue resquebrajando, la conducción K tendrá menos capacidad de influir en el posicionamiento político y estratégico de la mayoría de los dirigentes. Menos votos para negociar y limitar al oficialismo. En el peronismo bonaerense hay una gran incertidumbre respecto si habrá una o dos listas el año que viene (Fuente) “Las grietas se van a producir solas con las elecciones del año que viene y el posterior recambio de las dos cámaras”, reflexionó un senador con largo recorrido en la gestión pública, y conocedor de las mañas y los vericuetos del poder político. La lectura va de la mano de una cuenta sobre los 14 senadores que UP renueva en las ocho provincias donde se eligen. En el bloque, los más moderados, creen que podrán retener cerca de ocho bancas. La gran apuesta es Santiago del Estero, que desde el oficialismo suele quedarse con las tres bancas que se ponen en juego. En la última elección, el peronismo de Entre Ríos había logrado que ingrese un senador por la minoría, que fue Edgardo Kueider. Antes de quedar detenido en Paraguay, el legislador ya había dejado el bloque de UP. El desafío justicialista es recuperar ese escaño. En Salta el peronismo renueva dos bancas y ven muy difícil la posibilidad de sostenerlas. Sobre todo porque el armado que conduce el gobernador Gustavo Sáenz está alejado del kirchnerismo. Además, volvería a entrar en escena el ex mandatario Juan Manuel Urtubey, como una representación del peronismo del interior, lo que podría quitarle una banca a UP. La situación en CABA depende mucho de si el PRO y La Libertad Avanza van unidos o separados. La unidad le permite al peronismo estar cerca de meter el senador de la minoría, como lo hizo en las últimas oportunidades. En cambio, una división podría dejarlo sin ninguna representación. Los amarillos y los violetas se repartirían las tres bancas. Cristina Kirchner tratará de influir en el armado de listas del peronismo En Chaco el peronismo quedó muy golpeado después de la salida de Jorge Capitanich. Pone en juego dos bancas y una, según visualizan en el propio bloque, podría quedar en el camino. En Neuquén y Río Negro, donde mandan los partidos provinciales, lograr el escaño de la minoría es el objetivo de máxima. La complicación se va a producir si el Gobierno pone candidatos propios en la cancha donde la pelota la tienen los gobiernos locales. En todos los casos la situación es similar. La debilidad en la que se encuentra el peronismo, pos derrota electoral y luego de un año sumergido en un conflicto sin cortes, lo obliga a recorrer un camino cuesta arriba. Con muchas provincias sin gobernadores propios y sin una figura que conduzca a la mayoría, los acuerdos electorales serán una tarea muy compleja. Unión por la Patria gobierna en ocho provincias. En todo el resto del país no hay líderes lo suficientemente potentes como para ordenar una lista con una sola lapicera en la mano. Ni siquiera CFK en la provincia de Buenos Aires, ya que Kicillof podría terminar influyendo en el armado con mayor determinación, limitando el poder K a la hora de la definición o, en el caso más extremo, poniendo a jugar una lista propia que le responda. Desde su rol como presidenta del PJ, Cristina Kirchner aspira a tener mayor influencia en el armado de listas a nivel federal. En ese juego de nombres e intereses también quedará expuesto su poder y su influencia real. El peronismo necesita orden en la horizontalidad. Y eso parece ser una tarea difícil de cumplir.
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