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CABA » Plazademayo
Fecha: 26/12/2024 14:54
Más de la tercera parte de los asalariados no están registrados. Si bien se redujo levemente la desocupación, el empleo generado está signado por la informalidad. «Los hogares pobres no pueden darse el lujo de tener desocupados y por eso se la rebuscan con cualquier fuente de ingreso por más precaria que sea», explicó a Sputnik un especialista. En Argentina cada vez se trabaja en peores condiciones. Si bien los últimos datos oficiales dan cuenta de una reducción del desempleo, lo cierto es que los puestos destruidos en el sector privado formal fueron reemplazados por el fuerte salto en los empleos precarios, desprovistos de todo derecho laboral. La tendencia, asentada durante las últimas décadas, se profundizó durante el primer año de Gobierno de Javier Milei. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó que en el tercer trimestre de 2024 la desocupación fue del 6,9%, lo cual arroja un leve descenso respecto de la medición previa (7,6%), a la vez que un salto frente al mismo trimestre de 2023 (5,7%). Sin embargo, la victoria estacional luce pírrica: en el período en cuestión la tasa de informalidad alcanzó el 36,7% entre los asalariados, la segunda peor marca desde el año 2008. Según consignó un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, la informalidad subió un punto en el último año. El registro se condice con la caída en los puestos de trabajo registrados: desde fines de 2023 se han destruido más 180.000 empleos formales, al calor de la recesión disparada por el ajuste fiscal. Si bien el Gobierno destacó que octubre fue el segundo mes consecutivo de creación de empleos -con un incremento del 0,3% mensual, en sintonía con la morigeración de la recesión-, la propia Secretaría de Trabajo detalló que entre octubre de 2023 y agosto de 2024 hubo una caída acumulada del 2,4%. El dato, que luce desalentador, se inscribe en una Argentina que desde el año 2003 -tras la fatal crisis socioeconómica del 2001- ha registrado una tasa de informalidad considerablemente alta. Precisamente, desde el año 2008 el indicador ha oscilado entre el 32% y el 36%. ¿Cómo se explica que, en medio de una fuerte caída en el consumo y la producción, el desempleo se mantenga en niveles relativamente estables? El sociólogo Eduardo Donza, investigador de la Universidad Católica Argentina, explicó a Sputnik que «los hogares pobres no pueden darse el lujo de tener desocupados y por eso se la rebuscan con cualquier fuente de ingreso por más precaria que sea. Por eso, los puestos de trabajo formales son reemplazados por los informales». «Argentina no tiene tanto un problema de desocupación como de precarización: el trabajador de un hogar vulnerable que perdió su empleo en una fábrica probablemente haya optado en última instancia por salir a recolectar cartones o a repartir comida para una aplicación, y de esa situación es muy difícil salir», explica el investigador. El paso de la formalidad a la informalidad no es gratuito. Entre ambas instancias existe una insoslayable brecha salarial: los trabajadores informales perciben, en promedio, un ingreso 46% menor al de los registrados en empleos relativamente similares. En ese sentido, el citado informe especificó que el 63% de los asalariados no registrados vive en hogares pobres, en contraste con el 27% de los formales. Además, casi el 60% de los trabajadores informales no alcanza a cubrir con sus ingresos el valor de la canasta básica, mientras que en el caso de los registrados la cifra es de apenas el 8%. Según Donza, «la informalidad laboral persiste porque no se desarrolla la estructura productiva. Desde la profundización del modelo neoliberal durante la década de 1970 -pero sobre todo a lo largo de los 90- se ha diseñado un esquema que excluye a muchísimos trabajadores del sistema formal». El sociólogo remarcó que para revertir estos indicadores «es fundamental la recuperación del sector industrial, que suele contratar dentro del esquema registrado». La precariedad no golpea a todos por igual. La edad es un factor crucial para comprender el mapa laboral: mientras que la informalidad entre los asalariados de 45 y 64 años es del 27,5%, en el caso de los menores de 24 años la cifra salta hasta el 64,3%, más del doble. Los jóvenes quedan más expuestos a la falta de cobertura legal y médica, regímenes de seguridad social, y derechos como las vacaciones pagas. Otro indicador central responde al nivel educativo alcanzado. Entre quienes no terminaron la escuela secundaria, la informalidad supera el 56%, mientras que la cifra se desploma hasta el 15% entre aquellos con formación universitaria completa. Consultado al respecto, Donza remarcó que «está claro que puede haber informalidad laboral en los sectores más ricos de la sociedad: el caso paradigmático son los jóvenes programadores que trabajan para el exterior y cobran en dólares o criptomonedas. Sin embargo, aquí se trata de una porción muy pequeña de la población: la enorme mayoría de los trabajadores no registrados vive en una situación de vulnerabilidad». Para el experto, no alcanza con un crecimiento de la actividad económica ni con una reforma laboral como la impulsada por el Gobierno: «es probable que en los próximos meses aumente el Producto Bruto Interno, pero que sea en gran medida gracias a los sectores primarios y exportadores, que son poco intensivos en mano de obra y no derraman su riqueza la sociedad. Más que una flexibilización laboral, es necesario que se reactiven los rubros ligados al consumo interno, que sí impactan ente los más vulnerables», afirmó. Por Juan Lehmann: Periodista argentino. Sociólogo graduado en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabajó en C5N, A24, Radio 10, Radio Del Plata y Radio Con Vos, entre otros medios. Realizó la cobertura de todas las elecciones legislativas y presidenciales argentinas desde el 2016. Fuente: Sputnik Mundo
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