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  • Mi belén humano

    » Diario Cordoba

    Fecha: 26/12/2024 09:07

    Amanece la mañana de Navidad. Será un día azul y rosa. Como cada día, he madrugado con el alba y he recibido un regalo, sin esperarlo. Es un hermoso regalo que os quiero enviar. Pues resulta que hace unos días monté mi belén. Esta vez quería que fuese un belén especial, para animarme a la esperanza. Se me ocurrió encargar barro de esa terrible dana que hemos sufrido. Para sorpresa de Correos, me llegó un buen cajón. Y con ese barro modelé un belén especial, porque tenía la ilusión de que fuese un belén humano. Me diréis que, como siempre, voy por mi cuenta, haciendo excentricidades y buscándome más soledades y problemas. Bueno, no voy a perder espacio en defenderme. El caso ha sido que acabé mi belén y lo instalé en el comedor. Llegó la nochebuena, cené, me acosté y creo que me dormí, porque con esto de la edad no sé si duermo o sueño que duermo. Pues estoy en eso que no sé y, de pronto, empiezo a oír murmullos de conversaciones. Me asusté; pero no era cosa de meterme debajo de las mantas. Así que me he levantado a ver. Abro una rendija de la puerta del comedor. ¡Qué sorpresa acabo de llevarme! ¡Las figuritas están vivas! Unos niños se acercan al establo con unas jarras de miel. Junto a ellos, corretea y ladra un perrillo. El panadero se ha pasado toda la noche haciendo pan. Dos mujeres ayudan a una viejecita. Unos pastores traen una talega de nueces. Un chiquillo lleva una canasta de naranjas. Una mujer ordeña una vaca. La vaca me mira y sonríe. Un campesino porta unas cántaras de agua limpia. Los Reyes Magos vienen con los camellos repletos de vendas, apósitos y mantas. En el establo, María y José han hecho entre el barro un pesebre para el Niño; la mula y el buey le dan calor con el aliento. Hasta Herodes y sus guardias han bajado de su palacio y se han puesto a limpiar. Pero lo que más me ha sorprendido es que del barro con el que hice calles y veredas, casas y montañas, surgían luces y brotaban flores, se han abierto caminos nuevos, que yo no había trazado, por donde vienen gentes que yo no modelé; gentes de todas las edades, de todos los acentos. Un niño con su padre y con su madre. Una mujer con su abuela. Un marinero, una modista, una abogada, un camionero, un taxista, un albañil, un electricista, una enfermera, una maestra, un sacerdote, hasta un contador de cuentos. Yo, tan absorto, no me he dado cuenta de que todos me miraban. Una voz salió de entre tantas personas: «¿Vienes?». Y el ángel del portal me ha cogido de la mano, y me he sentido digno; me ha llevado entre la gente. Entonces, de pronto, he comprendido su mensaje: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a las personas de buena voluntad». *Periodista

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