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  • Corrió 20 km con un carro para demostrar el impacto de la tracción a sangre: la promesa a un caballo que perdió la vida

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 26/12/2024 02:46

    Facundo Palomino y una carrera para visibilizar el impacto de la tracción a sangre El 22 de febrero de 2017, Atlas llegó a la vida de Facundo Palomino. Aquel caballo, sobreviviente de la crueldad de la tracción a sangre, cruzó su mirada con la del atleta por primera vez en un santuario de animales en General Rodríguez, donde se encontraba recuperándose de un terrible accidente: días antes, había sido rescatado en la ruta luego de que un vehículo chocara contra el carro que arrastraba, fracturándole una pata. Bastaron apenas unos segundos para que el caballo dejara que el joven viera en sus ojos el profundo dolor que también arrastraba. Esa pata destrozada estaba lejos de cualquier posibilidad de recuperación, pero los veterinarios intentaron salvarlo. Pese al esfuerzo, los años cargando carros con pesos que doblaban su capacidad habían destruido su cuerpo y pesaron más que el amor que Facundo, y un enorme grupo de personas, le estaba dando. Atlas perdió la vida, pero se perpetuó como una llama en el corazón del joven. “Voy a usar mi propio cuerpo para demostrar lo que los caballos sufren”, le prometió Facundo, un deportista de alto rendimiento y vegano por convicción desde hacía más de una década. Desde aquel día, fueron muchos los desafíos físicos que se impuso hasta que, finalmente, los ecos de los galopes sufridos de Atlas volvieron a su mente y entendió que era hora de gritar el dolor que los animales sufren en silencio. Esa promesa se materializó el pasado fin de semana en los bosques de Ezeiza, cuando Facundo corrió más de 20 kilómetros cargando un carro sobre su cuerpo. La carrera, cargado de emoción y simbolismo, fue un grito de protesta contra la utilización de animales en la tracción a sangre. Corrió junto a su compañera y aliada en esta lucha, Ailin Jeanney, también atleta y vegana. Juntos, bajo el apoyo de la secretaría de Protección y Bienestar Animal, Carolina Basso, y del intendente Gastón Granados, convirtieron el desafío en un llamado a la conciencia colectiva. Granados, incluso, se sumó al esfuerzo y corrió un kilómetro al lado de deportista, un gesto que, sin dudas, subraya la necesidad de que la causa comience a ser tratada a nivel nacional. Facundo Palomino tiró de un carro de 150 kilos para concientizar el padecimiento de los caballos en la tracción a sangre (@facupalomino) Una carrera especial Los bosques de Ezeiza, ubicados a poco menos de 6 kilómetros del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, fueron el escenario de una carrera que fue más allá de la resistencia física: hubo mucha memoria, emociones y el recuerdo inquebrantable de Atlas, aquella primera víctima de la tracción a sangre animal con la que Facundo tuvo contacto. Cuando llegó al lugar, junto a su pareja, Ailín, las sensaciones de Facundo comenzaron a entremezclarse: sintió el peso del desafío que se había impuesto, mucho más pesado que los 150 kilos del carro que estaba por cargar. Cuando comenzó a trotar, en cada zancada, su mente evocaba las historias de cientos de caballos que, como Atlas, fueron víctimas del agotamiento extremo y del descuido humano. “Yo estoy acá porque lo elegí, pero ellos no eligen su destino. Está en nosotros cambiarlo”, dijo al final de la carrera a la que lo acompañaron también sus padres. Ahora, orgulloso del logro que consiguió unos días atrás, habla con Infobae y cuenta: “¡Fue duro! ¡Duro, duro! Pero a nivel desafío, estuvo muy bien”, asegura el joven sobre la experiencia que le tomó dos horas. Aunque agotado, ya piensa en qué mejorar para la próxima vez que la realice. Facundo Palomino antes de iniciar la carrera que superó los 20 Km y se extendió por más de 2 horas “Si bien quedé dolorido, un poquito la espalda y del cuello también, por lo incómodo que fue cargarlo, pienso en los caballos y es terrible. Para mi, como experiencia que quise hacer, ahora veo que me faltó tener mejor equipamiento, así que la próxima lo armaré mejor. Admito que me armé de elementos bastante improvisados por mí y, obviamente, sentí el peso del carro en el cuello y en la cintura, pero fue llevadero aunque era pesado y me dolía el cuerpo. Cuando lo repitamos, será con un equipo más pro y mayor distancia”, anticipa y cuenta que sus padres lo siguieron de cerca en la carrera. Quien apenas se enteró de la idea que tenía Facundo para visibilizar el impacto de la TAS en el cuerpo de los caballos y no tardó en colaborar fue Carolina Basso, la secretaría de Protección y Bienestar Animal de Ezeiza que encabeza en el municipio —donde la TAS está prohibida— un programa de intercambio voluntario de caballos y carros por una moto carro. “Esta acción que realizamos junto a Facundo en honor a los caballos es una petición de la prohibición de tracción a sangre animal a nivel nacional. Él tiró de un carro como si fuera un equino y de esa manera demostró el sufrimiento y los esfuerzos de los caballos. Este acto fue voluntario, pero en el caso de los caballos no y ellos muchas veces no tienen descanso, muchas veces son alquilados, muchas veces además de todo esto, también son maltratados y no provistos de atención veterinaria, ni de la alimentación adecuada ni de los cuidados que necesita”, dice la funcionaria que desde hace dos años trabaja en favor de los animales del municipio. Ailín siguió a paso firme la carrea de Facundo. Ambos son atleta veganos y promueven la Ley Sintientes (facupalomino) Sobre ese trabajo, señala: “En Ezeiza está prohibida la tracción a sangre animal. Hay una ordenanza y hay un programa por el cual se entregan caballos y los carros a cambio de una moto carro. Ya llevamos rescatados 262 caballos”. Esta práctica se inició bajo la gestión de Gastón Granados en acuerdo con las personas que tienen a los animales. El intendente fue parte del evento y destacó la importancia de no usar animales para trabajos forzados e instó a seguir trabajando en políticas públicas que garanticen el respeto hacia ellos. “Esta carrera no solo fue un homenaje al esfuerzo de quienes trabajan por el bienestar animal, sino también una invitación a reflexionar sobre la necesidad de seguir avanzando hacia un mundo más justo y respetuoso con todas las formas de vida”, aseguraron desde Protección y Bienestar Animal Ezeiza. Para Facundo, sumarse con su idea a la propuesta del municipio para poner fin a la tracción a sangre fue mucho más que un símbolo. “Queríamos replicar el trabajo que hace Ezeiza desde la Secretaría que encabeza Carolina, con el gran trabajo que realizan y mostrar que eso mismo se puede replicar en todo el país. Cuando desde la propia Secretaría compartieron esta acción en sus redes sociales, muchas personas de otras ciudades y municipios comentaron lo que sucede en sus lugares, y pedían a sus intendencias que también prohíban la TAS y trabajen en ello. Entonces, ahora siento que lo que hicimos cumplió su objetivo”. Es por esto, que Facundo desea llevar esta misma acción a las distintas ciudades de Buenos Aires y también de otras provincias. Facundo junto a Atlas, el caballo que marcó su vida (facupalomino) Atlas Facundo tiene 35 años. Aunque es vegano desde hace más de 15 años, cuenta: “Siempre tuve ese amor y empatía por los animales, y desde chiquito dejé de comer carne; pero el activismo, las acciones en favor de los derechos de los animales, llegaron a mi vida cuando conocí el santuario El Paraíso de los Animales, de General Rodríguez. Allí llegué en 2015 luego de conocerlo a través de Internet porque una amiga hizo un video en el que contaba su trabajo”. En 2017, llegó Atlas, rescatado luego que un terrible choque. “Un auto impactó contra el carro que llevaba y le quebró una pata delantera. Quedó atrapado. Fue terrible, pero pudieron sacarlo y lo llevaron al santuario para que se recuperara e iniciara una vida sin ser explotado. Atlas fue el primer caballo víctima de la tracción a sangre con el que tuve contacto. Y fue el más cercano también porque lo cuidé y lo apadriné. Pasé mucho tiempo a su lado... Todos los activistas y voluntarios que iban al santuario teníamos una relación especial con él”, revive emocionado sobre el caballo al que, finalmente, debieron amputarle la pata herida. “Atlas murió por las consecuencias del trabajo al que fue sometido”, asegura. La llegada de Atlas a la vida de Facundo fue en febrero de aquel año, mientras estaba de vacaciones. “Como tenía tiempo libre, iba todos los días para estar con él. El primer contacto fue muy tierno y triste a la vez, por su carácter y verlo como estaba. Fue un caballo muy tierno y dulce con las personas, pese a que otras personas le hicieron tanto daño. Creo que mucha gente, incluso adultas, no tienen consciencia de lo que sufren los animales hasta que lo ves de cerca; hasta no ver con sus propios ojos las consecuencias de la crueldad. No nos damos cuenta de qué es capaz el ser humano y cuánto daño sufren los animales. Sin embargo, noto que casi todas las personas que ven a un caballo maltratado sienten bronca por saber que que son dañados, pero desconocen qué hay detrás, todo un circuito de explotación. Primero está la pena por el pobre caballo al que lo tienen trabajando, pero después te enterás de todo ese circuito que incluye hasta su muerte relacionada con los mataderos clandestinos, donde los faenan y venden su carne”, lamenta. Facundo Palomino y Atlas (facupalomino) Haberse enterado de todo eso y al conocer las historias de otros caballos de El Paraíso, abrió su mente y cuando llegó Atlas, el corazón de Facundo latió de otra manera. “Tener ese primer contacto y tan cercano con un animal con el cual no estamos acostumbradas las persona que vivimos en la ciudad es tremendo. Y cuando pude ver a Atlas a los ojos, verlo pelear por su vida, notar la voluntad y ganas de vivir que tenía pese a estar tan mal herido fue muy fuerte. Y aún me impacta la confianza que depositó en el humano, pese a todo lo que vivió”, admite. Desde entonces, Atlas se convirtió en una inspiración para Facundo. “Hablando con un amigo sobre él y en lo que significa para mí, una fuente de inspiración, pensé en qué podía hacer para que lo que le pasó a Atlas no sea en vano, ni su vida, ni su muerte, ni nuestro encuentro. Así fue cómo la idea empezó a darme vueltas en la cabeza y aunque no sé si alguien en la Argentina ya lo hizo antes, quise mezclar el deporte, mi activismo y la fuerza del veganismo con esto, porque con Ailín, como atletas, queremos promover el veganismo derribando mitos y estereotipos sobre que las personas veganas somos débiles porque no consumimos proteínas de origen animal”, enfatiza luego de haber corrido tirando de un carro de más de 150 kilos. Facundo y Ailín, de 31 años, también sumaron a este desafío la causa que encabeza Liz Solari con el proyecto de Ley Sintientes, el cual creó, que busca que los animales dejen de ser considerados cosas en el Código Civil y Comercial argentino. En el centro Carolina Basso, Facundo, Ailin; y el equipo de la Secretaria de Protección y Bienestar Animal de Ezeiza (facupalomino) “Deseamos que se prohíba la TAS en todos los municipios y ojalá se lo haga en todo el país, pero creemos fundamental que los animales dejen de ser considerados cosas por la ley argentina. Por eso, apoyamos y proclamamos para que, de una vez por todas, sean considerados como personas no humanas sujetas de derecho y como seres sintientes. Si se aprueba el proyecto Sintientes se podrá lograr de verdad grandes cambios en la ley argentina y en favor de los animales”, asegura. Sobre el final, Facundo cuenta que aunque para éste desafío se preparó en dos meses, toda su vida entrenó para grandes retos como ultra maratonista: “Yo hago estas cosas desde muy chico. Mi cuerpo ya está preparado para soportar muchas cargas y muchos estímulos bastante duros, como una ultra maratón, nadar en aguas heladas o para una pelea de Muay Thai. Entonces, específicamente para este desafío me entrené subiendo las cargas y haciendo entrenamientos específicos de tracción y de tirón con peso. Pero, me preparé toda la vida, en realidad”. Lo que padeció Atlas no fue un caso aislado. En numerosas ciudades argentinas, los caballos continúan siendo usados como herramientas, forzados a arrastrar cargas desmedidas y expuestos a accidentes en el tráfico. Facundo y Ailín quisieron hacer su parte en favor de ellos y transformaron las emociones en una cruzada personal en la que fusionan su activismo y el deporte. Para ellos, cada carrera es un homenaje y una protesta, una manera de gritar que ningún animal merece vivir en sufrimiento. La promesa de Facundo a Atlas fue cumplida.

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