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» Diario Cordoba
Fecha: 24/12/2024 12:07
Con el final de 2024, llega el momento de hacer balance. Para muchas personas, este ha sido un año especialmente complicado, pero en el que han encontrado la forma de seguir adelante. Han enfrentado situaciones límite, librado batallas que creían superadas y empujado cuando todo iba en su contra. Vitalie, Mª Carmen, Tamara y José María comparten cómo ha sido su 2024, un año que, de una forma u otra, les cambió la vida. A lo largo de estos meses, han demostrado ser un ejemplo de superación y resistencia frente a la adversidad, y ahora encaran el 2025 con coraje y esperanza. Estas tres historias reflejan cómo un año puede dejar una huella imborrable en quienes lo vivieron. Entre todas las adicciones, el alcoholismo es una de las más normalizadas, o al menos invisibilizadas. No produce de manera inmediata los efectos devastadores asociados a las drogas, ni es tan visible como el tabaco para quienes lo rodean. Sin embargo, el alcohol también puede ser letal. Es lo que ha estado cerca de sucederle a José María Serrano, de 66 años, este año. Exalcohólico, logró dejar la bebida hace una década, después de más de cuarenta años de consumo. Sin embargo, gran parte del daño ya estaba hecho. A comienzos de 2024, le ha tocado superar una nueva batalla: le diagnosticaron obstrucciones intestinales y cáncer de colon, enfermedades derivadas de los años de abuso del alcohol. «Ha sido un proceso realmente duro. Estaba en estado 3 y pensé que no llegaría vivo a Navidad», confiesa emocionado. La comunión de su nieta, un momento muy especial A pesar de todo, el trabajo físico y mental que realizó durante los últimos años le permitió superar la etapa más difícil de la enfermedad. Aunque no se ha recuperado completamente, se siente aliviado de haber salido adelante y tener un horizonte esperanzador. «Me dijeron que, si hubiese seguido bebiendo, el cáncer habría sido mucho más grave y hubiera acabado conmigo. Además, todo el esfuerzo psicológico que hice en su día para no recaer ha sido vital en momentos tan duros. Si no hubiera tenido esas herramientas habría recaído en la bebida», explica. Pero 2024 no solo le trajo desafíos. José María considera que uno de los momentos más especiales del año ha sido haber podido asistir a la comunión de su nieta en mayo. «Antes, su abuelo no podía acompañarla a ningún lado porque no sabía comportarse. Vivía borracho. Ahora, no nos separamos el uno del otro», cuenta, conmovido. El punto de inflexión Para José María, el punto de inflexión que le hizo enfrentarse al alcoholismo ocurrió en 2014, cuando su mujer lo echó de casa y perdió su trabajo. «La situación era insostenible en todos los sentidos», admite. Fue entonces cuando decidió acudir a la Asociación Cordobesa de Alcohólicos Rehabilitados (Alcore). «Al principio no acudí porque quisiera dejar la bebida, sino porque quería recuperar a mi familia», reconoce. Sin embargo, durante las sesiones de terapia, y especialmente gracias al ejemplo de los médicos, comprendió que «el problema real era yo. Siempre me ganaba el alcohol. Los psicólogos ponían ejemplos de otras personas y me veía reflejado mientras pensaba, ‘¿cómo puedo ser así?’», expone. José María describe el intenso proceso que vivió en la asociación, destacando el apoyo emocional y psicológico que recibió. «Dejar el alcohol exigió cambiar mis rutinas y hábitos. En Córdoba hay bares en cada esquina, así que tuve que modificar mis trayectos para evitar pasar por el bar donde solía tomar algo», relata. Sin embargo, reconoce que la verdadera clave estuvo en transformar su conducta y su forma de pensar. «El alcoholismo no es solo un problema físico, sino también mental. De hecho, para mí esa es la parte más importante, tienes que poner todo tu corazón si deseas cambiar», advierte José María. «No se trata solo de no abrir una botella, sino de dominarla», resume con firmeza. «La batalla del alcohol es principalmente mental. Hay que dominar la botella» Diez años después, José María se siente «muy feliz». «Veo una botella de whisky y me da completamente igual, es como si fuera agua», cuenta. Ha recuperado el contacto con su familia, ha sido padrino de boda y mantiene una excelente relación con su nieta. Además, afirma con orgullo: «No bebo nada de alcohol, ni siquiera durante las fiestas». Una bolsa de colostomía en su abdomen le recuerda diariamente que los excesos han tenido un impacto duradero en su vida, pero también le confirma que ha sido lo suficientemente fuerte y valiente para superarlos. Ahora, solo le queda seguir peleando y disfrutar. Suscríbete para seguir leyendo
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