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» Diario Cordoba
Fecha: 28/11/2024 15:08
Yo no soy teólogo. Mi fe está basada en la experiencia de la oración diaria y de no apoyarme en el dinero, en el poder, en el prestigio: los tres enemigos del alma y de la vida; de apoyarme en nuestro Padre del cielo, en nuestro maestro y hermano Jesucristo, y en el Espíritu Santo. Os cuento. Problemas con la boca. Dentista. Operación. Con esto os lo digo todo. Siento removeros malos recuerdos en vuestra boca y vuestro bolsillo. Para qué bajar a los detalles. Y luego, no poder comer bien, no poder dormir, no poder sonreír... Ya sabéis. Dolor en la mandíbula, día y noche. Pastillas. Lo achaco a otra muela. Pido que me la saquen. El dolor no se me pasa. Ya he agotado todos los recursos que dependen de mí. Sólo me queda la oración. Es una oración de silencio, de ponerme por completo en las manos de nuestro Padre. La voz de la Tiniebla, siempre al ataque, me dice que vaya tontería recurrir a la fe para una cosa tan de este mundo. Y hasta me siento ridículo. Pero yo ya no tengo más que mi fe. Con mi sinceridad radical, confiado, con la inocencia de un chiquillo ante su padre, pido ayuda, me cojo de la mano de Jesucristo. Él es el camino, la verdad y la vida. Y espero. El día va ya de paso, como ocurrió en Emaús. ¿Otra noche de dolor? Al atardecer siento de pronto la necesidad de llamar a mi médico homeópata. La voz de la Tiniebla me susurra que no lo encontraré, que estará en la consulta, que ya es tarde. Pero yo me hallo en espera tras la oración. Y llamo. Mi médico está. Me alivia con sus palabras. Me manda un tratamiento. Ahora tengo que llamar a la farmacia. No lo tendrán. Tendrán que pedirlo y llegará dentro de un par de días, porque ya es de noche. Pero yo llamo a la farmacia. Lo tienen. Voy. En la farmacia me encuentro un amigo que llevaba sin saber de él unos meses. Se le ha muerto la mujer hace diez días. Hablamos. Vuelvo a la casa. Tomo la medicina. En ese momento se me quita el dolor. Entonces comprendo la fe, comprendo la multiplicación de cinco panes y dos peces. Comprendo que Dios no es un mago, sino nuestro mejor apoyo, porque nos manda su ayuda a través de otros, a través de la comunidad, y así los otros tienen la oportunidad de practicar también el amor, la solidaridad, la fe. Comprendo que la fe no es magia, sino la colaboración de cada ser humano, la oportunidad que cada ser humano tiene de dar vida. Ya sé que siempre están las sonrisas de los sabios y prudentes, que me dan la explicación de que el dolor se me pasó por el efecto placebo. Y es precisamente eso, lo que surge del amor, lo que cura, y nos enseña que si nos apoyamos sólo en nosotros mismos, no podemos nada frente al poder de la Tiniebla.
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