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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/11/2024 05:14
Ignorance and Bliss examina la tensión entre el deseo humano de saber, la voluntad de ignorar la verdad y cómo se vuelve un arma poderosa Mark Lilla, profesor de humanidades en la Universidad de Columbia, desafía al lector a enfrentar una paradoja fundamental de la humanidad en su libro Ignorance and Bliss: On Wanting Not to Know. La pregunta central es inquietante en su simplicidad: “¿Cómo es posible que seamos criaturas que desean saber y no saber?” Desde esta premisa, el autor construye un análisis profundamente perspicaz que examina la deliberada elección de ignorar hechos en diferentes momentos históricos, incluido el presente. Inspirado en una cita de Daniel Deronda de George Eliot—”¿Quién ha considerado debidamente el poder de la ignorancia?”—Lilla redefine la ignorancia no como una carencia pasiva de conocimiento, sino como una fuerza activa y, a menudo, devastadora. Su escritura, elegante y salpicada de un humor mordaz, guía al lector por un recorrido que mezcla filosofía, historia y crítica social. En sus páginas, Lilla observa que hay épocas marcadas por un rechazo colectivo hacia lo evidente, una preferencia por el confort de las ilusiones. “Multitudes mesmerizadas siguen a profetas prepotentes, rumores irracionales provocan actos fanáticos”, afirma el autor, encapsulando una verdad perturbadora: el desprecio por la razón no es un fenómeno aislado, sino un patrón recurrente. El libro resuena con especial fuerza en nuestro contexto actual. Lilla no duda en señalar que estamos inmersos en una de esas épocas en las que la verdad es descartada en favor de narrativas irracionales. La irrupción de teorías conspirativas, el rechazo a la evidencia científica y la polarización política se presentan como síntomas de una sociedad que encontró en la ignorancia deliberada una herramienta de cohesión y control. Entre saber y no saber: un conflicto humano La reinterpretación de la alegoría de la caverna de Platón revela cómo la humanidad prefiere las ilusiones confortables a enfrentar verdades incómodas, según Mark Lilla (Getty Images) Para Lilla, el rechazo al conocimiento no es un defecto moderno, sino una constante histórica. En su análisis, se detiene en cómo los mitos fundacionales de la humanidad—desde las narrativas bíblicas y San Agustín, pasando por la Ilustración, hasta los clásicos de la literatura occidental—trataron la relación ambivalente de las personas con la verdad. Su reinterpretación de la alegoría de la caverna de Platón ilustra esta idea: dos individuos, un hombre y un niño, son liberados de las sombras proyectadas en el muro de la caverna. Aunque ambos son llevados hacia la luz, el niño pronto suplica regresar al mundo ilusorio. “Echo de menos a mis compañeros de juego”, dice, encapsulando el deseo humano de elegir la comodidad sobre la confrontación con la realidad. Edipo rey ilustra el conflicto humano entre saber y no saber, una tensión que, según Mark Lilla, define la voluntad de ignorancia colectiva en la historia El autor conecta este pasaje con uno de los mitos más emblemáticos de la literatura griega, el de Edipo. Según Lilla, el conflicto en Edipo rey ya no se centra en el destino y la profecía, sino en el conocimiento de uno mismo y el acto de elegir ignorar. “Mientras compartía la cama de su hijo durante años, ¿no habría notado Jocasta sus pies deformados?”, pregunta retóricamente el autor. De forma provocadora, Lilla sugiere que no solo Edipo y Jocasta, sino toda la ciudad de Tebas podría haber participado en un pacto tácito para ignorar lo evidente. La ignorancia como motor del fascismo El fascismo es analizado como un sistema que utiliza la ignorancia para consolidar el poder y suprimir la reflexión crítica (Photo by Fox Photos/Getty Images) Para Mark Lilla, el fascismo ejemplifica una forma extrema de ignorancia deliberada, estructurada como herramienta de control y cohesión social. Este régimen, que emergió con fuerza en la primera mitad del siglo XX, basó gran parte de su atractivo en una narrativa utópica y simplificada que apelaba a las emociones colectivas mientras rechazaba los hechos inconvenientes. La glorificación del líder supremo, los mitos de pureza racial y la promesa de una regeneración nacional funcionaron como pilares de un sistema que prefería sustituir las complejidades de la realidad por símbolos y consignas cargados de un mesianismo irracional. En Ignorance an Bliss, Lilla argumenta que este rechazo a enfrentar la realidad fue sistematizado por los regímenes fascistas, utilizando la propaganda para moldear la percepción de las masas y suprimir cualquier evidencia que contradijera el dogma oficial. La maquinaria propagandística de figuras como Joseph Goebbels en la Alemania nazi, por ejemplo, no solo distorsionó los hechos, sino que también promovió un culto a la ignorancia que justificaba actos atroces bajo la premisa de un ideal superior. La propaganda de Joseph Goebbels en la Alemania nazi ejemplifica cómo la ignorancia deliberada puede ser manipulada para justificar atrocidades y consolidar el poder, según el autor del libro De este modo, la ignorancia se convirtió en una herramienta para consolidar el poder, silenciar las disidencias y eliminar las reflexiones críticas que pudieran cuestionar las acciones del régimen. El fascismo, según Lilla, no fue únicamente un rechazo a la verdad, sino una construcción de realidades alternativas diseñadas para ser funcionales al proyecto político. Este fenómeno no solo muestra cómo la ignorancia deliberada puede ser institucionalizada, sino también cómo logra movilizar a grandes sectores de la sociedad hacia fines destructivos. La utopía prometida—un pasado idealizado o un futuro glorioso—se erigió como una excusa para ignorar la devastación y las atrocidades que esos regímenes generaban en el presente. Así, Lilla conecta la voluntad de ignorancia con el impacto duradero de los totalitarismos en la memoria y en el tejido social. San Pablo: el origen del populismo espiritual San Pablo transformó los ideales cristianos en una ideología que glorifica la ignorancia como virtud, un legado que, según Mark Lilla, moldeó tanto lo espiritual como lo político en Occidente Según define Mark Lilla en Ignorance and Bliss, San Pablo es el fundador del populismo espiritual y político occidental, un “fanático culto” que menospreciaba la sabiduría intelectual en favor de una fe pura e incondicional. El autor cita al apóstol: “Pues está escrito: destruiré la sabiduría de los sabios y anularé la inteligencia de los prudentes”, y señala cómo estas palabras sentaron las bases de una ideología que glorifica la ignorancia como virtud. Para Lilla, San Pablo elevó a modelos espirituales a los “niños inocentes, obreros sin educación y corderos de mirada vacía”, perpetuando lo que llama “una elitismo inverso como virtud cristiana”. En el libro, Lilla argumenta que este apóstol transformó “el bello ideal moral de los Evangelios” en una “ideología antiintelectual que quedó consagrada de manera permanente en las escrituras cristianas y que, desde entonces, ha pasado a nuestras sociedades seculares”. Este impacto, según el autor, no se limita a lo religioso, sino que ha moldeado también las actitudes políticas y sociales hacia el conocimiento y la sabiduría. Lilla ve en esta corriente un legado que promueve el desprecio hacia el pensamiento crítico, favoreciendo narrativas simplistas y dogmáticas. Ignorance and Bliss concluye con un llamado urgente a enfrentar la verdad como forma de resistir lo irracional (Imagen Ilustrativa Infobae) “Esa ideología ha atraído desde siempre a un tipo de mente en particular, una con un deseo de muerte”, cita el autor en el libro. Esta frase, cargada de ironía, encapsula la visión de Lilla sobre cómo el mensaje paulino sigue resonando en corrientes de pensamiento que priorizan la fe ciega y el rechazo a la razón. Ignorance and Bliss concluye con un llamado a enfrentar la verdad como única manera de resistir las tendencias irracionales que amenazan con dominar el pensamiento contemporáneo. Su obra se presenta como un antídoto contra las banalidades y los dogmas que, según el autor, proliferan en nuestra sociedad. Con un tono crítico y mordaz, Lilla denuncia a los “santos tontos” y “eternos niños” cuya nostalgia por un pasado imaginado los lleva a rechazar los hechos en favor de mitos reconfortantes. Para el autor, el reto más urgente radica en desafiar esa voluntad de ignorancia que, a lo largo de la historia, ha moldeado tanto ideologías como conductas colectivas. La capacidad de afrontar la verdad, aunque incómoda, se convierte en el mensaje central de un libro que invita al lector a reflexionar sobre las profundas implicaciones de saber y no querer saber. Fuente: The Guardian
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