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  • Subastan el boceto del cuadro que más hizo sufrir a Sorolla por 137.000 euros

    » Diario Cordoba

    Fecha: 26/11/2024 21:33

    Sorolla estaba tan orgulloso del resultado final de su impacante "¡Triste herencia"!, una de sus obras más célebres, que regaló a otros artistas los estudios y bocetos que había hecho para este cuadro en la playa de la Malva-rosa. Para algunos expertos, esta representación de varios niños con discapacidad que toman el baño bajo la atenta mirada del monje que los cuida, resultó ser la consagración nacional e internacional del artista valenciano. Pero para él, la creación de esta pintura supuso un desgaste mental terrible. "Sufrí terriblemente cuando lo pinté. Tuve que forzarme todo el tiempo. Nunca volveré a pintar un tema como ése", aseguraba Sorolla en una entrevista en 1909. Tan mal lo pasó que solo la intervención de Vicente Blasco Ibáñez, Roberto Castrovido y Rodrigo Soriano le disuadió de dejar el cuadro sin acabar. Ahora la casa de subastas Sotheby’s acaba de vender por 144.000 dolares (algo más de 137.000 euros) uno de esas "notas de color" de ¡Triste herencia! que acabó regalando a amigos y compañeros de profesión como William Merritt Chase, William J. E. E. Laparra y John Singer Sargent. Este pequeño boceto de 30 por 60 centímetros pasó de uno de ellos a otras manos, entre ellas las de un coleccionista privado que ha mantenido su propiedad durante más de siete décadas hasta la subasta del pasado 19 de noviembre. Según indica la casa Sotheby’s, Sorolla realizó este enérgico boceto al óleo mientras preparaba su monumental ¡Triste herencia!, así que probablemente lo pintó en la misma playa de la Malva-rosa. En este pequeño lienzo -el original, propiedad de la Fundación Bancaja, mide 210 centímetros de alto por 285 de ancho-, Sorolla se centra en el fraile de San Juan que aparece en la composición final, pero adopta un punto de vista ligeramente diferente e incluye una segunda figura vestida con la túnica, que no aparece en la versión más grande. Triste herencia, de Sorolla. / REDACCIÓN La escala y formato del boceto al óleo funcionan como una especie de recordatorio para capturar los momentos fugaces de un evento vivido en tiempo real. Los niños en el agua a la derecha se muestran con pinceladas cortas y rápidas que sugieren movimiento, mientras que las túnicas del fraile central están pintadas con amplios y mojados pasajes de pincel, interrumpidos por toques cuidadosos de azul para reinstaurar el agua detrás de él. El niño al que asiste está rápidamente esbozado, con gran parte de su cuerpo desnudo dada forma por el lienzo en blanco; las figuras a la izquierda son líneas en busca de la forma que representan las figuras totalmente desarrolladas de la obra final. Sobre la gestación de ¡Triste herencia!, Sorolla contaba en una entrevista que un día de 1899 estaba trabajando en uno de sus estudios de la pesca valenciana, "cuando descubrí de lejos unos cuantos muchachos desnudos dentro, y a la orilla del mar y vigilándolos la vigorosa figura de un fraile". "Parece ser que eran los acogidos del hospital de San Juan de Dios, el más triste desecho de la sociedad: ciegos, locos, tullidos y leprosos. No puedo explicarle a usted cuanto me impresionaron, tanto que no perdí tiempo para obtener un permiso para trabajar sobre el terreno, y allí mismo, al lado de la orilla del agua, hice mi pintura". Sorolla trabajó a través de numerosos estudios preparatorios para afinar la disposición general de las formas, así como de las figuras individuales. Su pintura monumental recibió el más alto premio en la Feria Mundial de París de 1900 y la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1901, un premio votado por sus compañeros artistas. Sorolla depositó ¡Triste herencia! en el Museo de Arte Moderno a la espera de que el Estado español la adquiriera, pero la compra no se llegó a realizar. Fue finalmente el empresario y coleccionista Jesús Vidal, quien pagó cuarenta mil pesetas por el cuadro. De él pasó a John E. Berwind, quien lo donó al colegio de la iglesia de la Asunción de Nueva York. En 1981 fue subastado en Sotheby’s y adquirido por Bancaja, con lo que la obra, como Sorolla quería, volvió a España.

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