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» Diario Cordoba
Fecha: 26/11/2024 02:28
Gorka Chillida es nieto de Eduardo Chillida, el gran escultor y grabador vasco que de portero de fútbol pasó a estudiar arquitectura hasta dedicarse al arte y convertirse en uno de los grandes referentes del siglo XX. Consciente del peso y la responsabilidad que supone tener un apellido que pone el listón tan alto, Gorka ha trabajado en muchas otras cosas hasta superar la presión y dejarse llevar por su pasión artística, que le ha enfrentado a un largo proceso interior en el que ha cultivado el dibujo y la escultura. Fruto de esa exploración sobre sí mismo es la exposición que este viernes se inaugurará en el Palacio de Congresos de Córdoba bajo el título Concentración, orden y rutina, con más de un centenar de obras. -¿Cuándo decidió que quería dedicarse al arte y seguir los pasos de su abuelo? -He crecido rodeado de arte, mis padres me han llevado a muchas exposiciones, ferias, he pasado horas en el estudio de mi padre dibujando y ese camino siempre estuvo ahí. Empecé a estudiar Bellas Artes, pero lo dejé. Durante años, intenté evitar dedicarme a esto, tuve un lapso de siete u ocho años estudiando diseño digital, trabajé en una empresa de diseño, luego hice muebles con un amigo... Siempre supe que no podía entrar en el mundo del arte sin saber que iba a dar la talla, siempre tuve ese miedo de no estar a la altura. Necesité un tiempo para concentrarme y entender que sí valía para esto y a partir de ahí, fui experimentando para ir conectando con el arte. -Utiliza el hierro para sus esculturas, ¿cuáles son sus referentes? -Supongo que es inevitable que mi padre, mi abuelo y mi tío hayan influido en mí, hay cosas que inevitablemente que te salgan, pero la verdad es que intento no ver demasiado arte. Aprendí a trabajar el hierro con mi padre, aprendimos juntos, aunque yo siempre digo que he aprendido muchas cosas de él, pero no las que él intentaba enseñarme. Si yo no sé dónde voy, generalmente no me muevo. Mi trabajo trata mucho de eso. Yo empecé haciendo formas de animales, con formas figurativas y disfrutaba con el proceso y cuando se parecía al animal paraba. Hasta que hice una escultura de un oso y me di cuenta de que por ahí ya no iba a ninguna parte, que mi trabajo se había convertido en elegir el siguiente animal. Entonces, me fui a vivir a Croacia y empecé a hacer árboles, con huecos por dentro que iba cubriendo de corteza y así la cosa fue evolucionando hasta trabajar con el movimiento de la escultura y hacer como módulos, a salirme de lo figurativo y a trabajar mi experiencia dentro de esos espacios. -¿Qué quiere expresar con su obra, qué le mueve cuando crea? Lo que hago va mucho de aceptación, de ausencia de dominio, pero eso es lo que significa para mí. Cuando me preguntan cuál es mi mejor obra, no lo sé, todo forma parte de un proceso, es algo evolutivo. Alguien puede no conectar conmigo pero sí con mi obra, que tiene que poder defenderse sin mí. Recuerdo una exposición que incluía mi primera escultura y no quería que se vendiera porque para mí era la mejor, pero la pusimos. Al final, se vendieron 13 obras y nadie preguntó por esa. -El dibujo también es parte esencial de su obra. -Yo me siento escultor, pero en esta exposición, hay 120 obras, y muchas de ellas son dibujos, que son mi forma de representar esos patrones que siempre voy buscando. Empecé haciéndolos con regla, pero me di cuenta de que al hacerlos con mano alzada tenían otra vibración, esos pequeños errores les hacía vivir de otra manera. Por primera vez, también presento cuadros en los que he empezado a introducir el color. Una de las ideas generales de mi trabajo es el equilibrio y para mí era muy importante el contraste del blanco y el negro, pero hace poco llegué a un punto en el que necesitaba cambiar y me pasé al lienzo y al acrílico. -¿Por qué el título de ‘Concentración, orden y rutina’? -Es la definición de mi trabajo, mi camino personal, no solo en mi trabajo artístico sino en general. Yo soy una persona extremandamente racional, muy cerrado, improvisar no es lo mío y siempre ando buscando ese orden, esa rutina que me ayude a concentrarme. De todas formas, el título no pretende ser una explicación de la exposición o de las obras que la forman. Yo creo que la gente debe venir con la mente en blanco para ver qué les provocan. -¿Cómo se sabe cuándo una escultura abstracta está acabada? -Eso es algo que a lo largo de mi carrera he tenido que aprender. Mi padre y mi tío siempre decían que la diferencia entre una escultura buena y una increíble es ese último día en que cambias una esquinita y ya es perfecta, pero hasta hace poco yo nunca había tenido esa sensación. -¿Gorka Chillida vive del arte? -Sí, vivo del arte, pero es muy complicado. Esto no da estabilidad. Tengo la suerte de venir de una familia que me ha ayudado en el proceso, pero hay que sacrificar muchas cosas. Al principio, te compra obra la gente de tu entorno, luego los amigos de tu entorno, y así hasta que tienes dos o tres coleccionistas que te siguen. Tener este apellido es una suerte, pero también un inconveniente porque la gente te juzga con otros ojos. -¿Alguna vez pensó en cambiar su apellido? Al principio firmaba solo Gorka, pero al final, es que es mi apellido. La gente cree que para mí es muy fácil hacer una exposición, pero los galeristas que han trabajado con mi abuelo te ven como al chiquillo que está probando. Yo intento no dedicar mucho tiempo ni crédito a eso. -¿Qué es el arte para usted? Para mí el arte es mi trabajo y mi trabajo no son respuestas, son preguntas. Trabajo con esa idea y soy el primer sorprendido de lo que va saliendo. Yo creo que toda obra debe tener esfuerzo, búsqueda, capacidad, valor y aprendizaje y todos esos elementos en equilibrio. Intento ser lo bastante valiente para no quedarme haciendo lo que ya sé, para seguir buscando, para evolucionar.
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