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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 25/11/2024 07:17
Transcurría la primera decena de septiembre del presente año, cuando la provincia del Chaco fue conmovida por un crimen que rayaba lo absurdo: la causa fue una torta frita. El inaudito hecho se produjo el domingo 8 de septiembre, en una muy precaria vivienda de Villa Ángela, habitada por una mujer de 42 años y dos de sus hijos de 18 y 19 años de edad. Los jóvenes se encontraban desayunando o almorzando ya que eran aproximadamente las 11:30Hs. de la mañana, cuando se desató entre ellos una violenta discusión por la última torta frita del plato. El menor de ellos tomó el alimento y se lo comió, lo que provocó una explosión de furia del mayor, quien a su vez asió un cuchillo de cocina y le asestó un profundo puntazo en el pecho. El joven mortalmente herido, alcanzó a salir de la vivienda, ubicada en calles Montevideo y Formosa, y fue socorrido por dos vecinos que lo llevaron en una motocicleta al hospital. Allí, pese a los esfuerzos de los médicos, la víctima perdió la vida. Los facultativos comprobaron que tenía una herida punzocortante entre el 5° y 6° espacio intercostal, en el lado izquierdo del tórax, que fue directa al corazón, sin posibilidades de sobrevida, más que los momentos que tardó en ser llevado al nosocomio y recibió los primeros auxilios. La policía se dirigió de inmediato a la vivienda que resultó escenario del hecho, y detuvo al agresor, identificado con el nombre de Tristán por su propia madre. En el lugar se produjo al secuestro del arma homicida: una hoja de cuchillo tipo “tramontina” sin mango, que tenía manchas de sangre. En el lugar, la madre, identificada como I. R., manifestó que el asesino de su hijo menor había sido su propio hermano, Tristán, de 19 años. Fue por una discusión que comenzó a partir del enojo por haberse comido el adolescente «la última torta frita» que había para el desayuno, pero que fue escalando hasta que Tristán tomó el cuchillo y “le tiró” una puñalada. Homicidio simple La fiscalía interviniente dispuso la inmediata aprehensión del acusado, quien ahora enfrenta cargos por homicidio. El autor del fratricidio se abstuvo de declarar, tal vez aconsejado por la defensa, pero, de todas maneras, el móvil del ataque estaba más que claro al haberse establecido que se trató de nada más que una discusión por la última torta frita que quedaba en el plato. Acerca de cómo era la relación entre los hermanos, la fiscal a cargo de la investigación logró establecer que ambos jóvenes mantenían algunas discusiones, algunas que probablemente ocurrieron en un contexto de consumo de drogas por parte de ambos. Se determinó asimismo también que ambos jóvenes se dedicaban trabajaban como jornaleros y que provienen de una familia perteneciente a un pueblo originario, de los que habitan la zona. Con relación a las disputas entre ellos, la madre quien se lamentaba de tener “un hijo muerto y el otro preso”, dijo que sus discusiones eran “las propias de dos hermanos adolescentes que convivían en la casa familiar”. La fiscalía acusa al detenido “homicidio simple” en perjuicio de su hermano. Otro puntazo por otra torta frita Este lamentable e inaudito hecho, me trajo a la memoria otro caso igualmente lamentable que no terminó en homicidio, pero que tuvo como eje principal otra torta frita. Se produjo en el departamento Uruguay, en la localidad de Basavilbaso. Transcurría una de las últimas décadas del siglo pasado e imperaba una de las tantas inflaciones galopantes a las que nos tenían acostumbrados los gobernantes, cuando una joven se negó a darle una torta frita a su cuñado, y este le propinó un puntazo con un arma blanca. Recuerdo el impacto que me causó la noticia, porque todos la pasábamos mal con trabajo o sin él, y la torta frita era “el pan del pobre”, como siempre. Imaginé el hambre de ese joven al que le negaron un poco de alimento para mitigarlo, para llegar a tales extremos. Por gracia de Dios la joven no falleció (no recuerdo cuál fue la gravedad de su herida), pero este caso de El Chaco me refrescó la memoria, relacionada con aquél otro caso bastante lejano en el tiempo. Compartir es la clave Sin intentar pontificar sobre cómo debe ser el comportamiento del ser humano, es la falta de ganas de compartir la que nos lleva a estos hechos, porque si tengo un poquito de alimento que alcanza para uno (como una torta frita), la parto y la reparto entre los que estén. No olvidemos el ejemplo de nuestro Señor que partió y repartió entre la multitud cinco panes y dos peces (Mt 14, 13 19; Mc 6, 30- 44 y Jn 6, 1-15). Es cierto que no se sabe de nadie que haya repetido el milagro de la multiplicación del Mesías, pero lo esencial es compartir. Lo poco o lo mucho. No se trata de esperar a multiplicar lo que tenemos para repartir, se trata de repartir lo que tenemos, como hizo Jesús. Sobre todo alimentos y abrigo entre quienes lo necesiten. Resumo: si estos hermanos hubiesen dividido y tomado cada uno la mitad de esa última torta frita, los dos estarían vivo y libres y le hubiesen ahorrado un mundo de dolor y amargura a la madre de ambos; si la mujer de mi recuerdo hubiese compartido la torta frita con su cuñado, la historia hubiese sido otra. También se hubieran evitado momentos de dolor en la familia.
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