24/11/2024 17:02
24/11/2024 17:02
24/11/2024 17:02
24/11/2024 17:01
24/11/2024 17:01
24/11/2024 17:00
24/11/2024 16:59
24/11/2024 16:58
24/11/2024 16:58
24/11/2024 16:57
» Diario Cordoba
Fecha: 24/11/2024 14:17
La historia de Lesly Quiñones tiene muchas capas. Es tres veces víctima: de violencia machista (física, psicológica y vicaria), de explotación sexual y de abuso infantil. Cuando apenas tenía 15 años su madre «la vendió» a un hombre de 21 años a cambio de dinero. En ese momento comenzó un infierno que ha tenido que transitar prácticamente sola. A Lesly, tras las gafas oscuras que lleva, se le saltan las lágrimas cada vez que cuenta lo que ha tenido que vivir, pero dice que repetirlo y que llorarlo le alivia y refresca el alma. Aunque Lesly era una niña que solo quería seguir estudiando, su madre la abandonó y quedó embarazada por primera vez a los 16 años de este hombre que la compró en su país natal, Colombia, y que luego la maltrató con violencia física. La violaba, secuestraba y las palizas eran tales que sus dos hijos son prematuros, porque los golpes le provocaron ambos partos, según cuenta. El padre le quitó a sus hijos, ella intentó denunciar y su denuncia no prosperó. A él lo retenían por 24 horas y lo dejaban ir, entonces volvía «para pegarme más fuerte, me sentía más amenazada que protegida al denunciar». Lesly tuvo que huir a otro país para librarse de este espiral de violencia. Sola, sin sus hijos porque se los arrebataron, y sumida en un dolor indescriptible aterrizó hace 18 años en España, con destino Córdoba. Su objetivo era buscar a su madre, pero esta la recibió con la obligación de prostituirse para ayudar económicamente en el hogar. Su propia madre fue su proxeneta. Así se mantuvo varios años, hasta independizarse, aunque hundida aún en la prostitución, las drogas y el alcohol, un círculo del que le ha sido muy difícil salir y que empeora por la distancia de sus hijos, a los que no podía ver ni siquiera volviendo a su país, porque el padre no se lo permitía y respondía con palizas. «A mí nadie me preguntó lo que yo quería. Mis sueños se quedaron ahí, guardados, reservados en un baúl, porque nadie me los preguntó», lamenta. Tras largos años de distancia impuesta con sus hijos, que ya tienen 21 y 20 años, su sueño es volverlos a ver, sobre todo a la niña, con la que ha tenido menos contacto. A pesar de haber sufrido el maltrato en diferentes formas y el abandono de quienes se suponía debían protegerla, el dolor más grande que siente es no haber visto a sus hijos crecer. «Esos niños son míos y los necesito», expresa. Lesly está en terapia psiquiátrica y en rehabilitación por sustancias, con tratamiento farmacológico. Está estable, se siente bien y no quiere volver a las adicciones ni a la prostitución, que «es como si estuvieras en una prisión y te van cambiando de módulos». En Córdoba es libre y consiguió un nuevo amor con el que ahora es feliz. Valora el apoyo de las instituciones públicas y de asociaciones como Iemakaie, que la ha ayudado a seguir adelante en su programa de atención a víctimas de trata. Aunque lo ha intentado, ahora no tiene relación con su madre, porque, afirma, no le hace bien. Se formó como asistente de Dependencia y en transporte adaptado para personas con discapacidad. Con 37 años quiere acabar la Secundaria. «La fuerza que tengo es para rescatar esa parte de mí que nunca pudo salir», afirma, y cree que «siempre hay justicia» y «si me dieran la oportunidad» denunciaría al padre de sus hijos, que vive libre en Chile. Suscríbete para seguir leyendo
Ver noticia original