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Federal » El Federaense
Fecha: 24/11/2024 02:30
En un curioso giro de la política uruguaya, dos presidentes con una sólida base futbolística están marcando la pauta en el escenario político. Álvaro Delgado y Yamandú Orsi, representantes de la centroderecha y la centroizquierda respectivamente, pueden tener posturas diferentes, pero comparten una misma ferviente pasión: ambos son manyas, es decir, fervientes hinchas del Club Atlético Peñarol. Esta es una conexión que no se veía desde hacía un cuarto de siglo, cuando Julio María Sanguinetti, también hincha de Peñarol, ocupó la banda presidencial hasta el año 2000. La historia de la conexión futbolística entre políticos uruguayos es rica y variada. Orsi, quien se ha declarado fan del icónico Fernando Morena, recuerda los días de gloria del delantero que, durante un corto período en 1984, jugó para Boca Juniors. Por otro lado, Delgado ha expresado su admiración por Diego Aguirre, un jugador que dejó una huella imborrable en el club y que, como entrenador, llevó a Peñarol a las semifinales de la Copa Libertadores este año, solo para ser eliminado por Botafogo. Un legado futbolístico en la política La historia del fútbol uruguayo y la política siempre ha estado entrelazada. Por ejemplo, Sanguinetti no solo fue un ferviente seguidor de Peñarol, sino que también asumió el cargo de presidente honorario del club. Su devoción lo llevó en repetidas ocasiones al Estadio Centenario para disfrutar de los partidos de su equipo. Asimismo, otros presidentes como Tabaré Vázquez también se suman a esta tradición deportiva, habiendo dirigido el club Progreso antes de iniciar su carrera política, y Luis Lacalle Pou, actual presidente y hincha de Nacional, que también siente afinidad por Boston River. Aun en un sentido más distendido, José Mujica, quien no es particularmente un aficionado al fútbol, se identifica con el club Cerro, representativo del barrio donde creció. El impacto de la pasión futbolística en la política actual La política y el fútbol son elementos intrínsecamente ligados en la sociedad uruguaya, donde la pasión por el deporte trasciende las líneas partidarias. A medida que las elecciones se acercan, es interesante observar cómo estas afinidades futbolísticas pueden influir en la percepción pública y el comportamiento electoral. Así, mientras la política argentina enfrenta dramatismos y tensiones, Uruguay se caracteriza por un contraste más suave pero igualmente emocionante. La frase “el que no es de Peñarol, es de Nacional”, resume la pasión que viven sus ciudadanos, y ese fervor parece ser un aspecto que une a estos líderes.
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