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» Informecorrientes
Fecha: 22/11/2024 20:06
Era policía, está preso y dicta cursos para mejorar la vida en la cárcel Viernes, 22 de noviembre de 2024 Fernando Pedreira está alojado en la Unidad 9 de La Plata. Recién saldrá en libertad en octubre de 2031. Cómo son sus intentos por mejorar las condiciones de los detenidos desde la educación. “Los problemas en la cárcel empiezan con la violencia verbal”, comprende Fernando Pedreira, un ex policía bonaerense que está preso en la Unidad 9 de La Plata desde el 30 de noviembre de 2022. “Fue el mismo día que jugaba Argentina contra México en el Mundial de Qatar”, grafica con singularidad. Esa noche, ya en el pabellón 16B junto a otros reclusos que pertenecen a las Fuerzas Armadas o de Seguridad, Pedreira se fumó un atado de cigarrillos para pensar qué hacer, cómo seguir. “No me podía quedar sin hacer nada -dice-. Tenía que intentar cambiar la realidad de los 2.000 detenidos de este lugar”. El pabellón al que fue destinado Pedreira es como una isla dentro de la cárcel: “Acá hay silencio y limpieza. El resto de la cárcel es mucho más parecida a lo que se ve, por ejemplo, en la serie El Marginal. Eso es lo que hay que cambiar para bajar los niveles de violencia”. Desde ese primer momento, Pedreira trabajó para la integración de los pabellones. “Hablé con todos los referentes y empezamos con torneos de fútbol y ajedrez entre los reclusos -cuenta el ex policía en diálogo con Infobae-. Mi objetivo siempre fue que la cárcel cumpla con su función básica, la que dicta la Constitución Nacional. Es decir, que sea un espacio de reinserción para las personas que cometen delitos”. Bajar la violencia carcelaria “Todos los que estamos acá somos culpables o al menos una gran mayoría -explica Pedreira-. A partir de eso, tenemos que hacer algo para mejorar nuestras condiciones. Porque así este espacio va a servir para cuando cada recluso tenga que volver a vivir en sociedad. La mayoría acá no está condenado a perpetua. Eso quiere decir que en algún momento se sale. Y hay que estar preparado para eso”. Tras los primeros meses preso en La Plata, el ex policía primero intentó seguir con la carrera de psicología que había iniciado durante su detención domiciliaria. “No pude, porque no podía salir de la cárcel. Intenté con la licenciatura en historia acá, pero tampoco podía salir a dar los exámenes -relata-. Igual no me resigné. Hice muchos de los cursos que están disponibles en la cárcel”. Pedreira cita al filósofo francés Michel Foucault cada vez que puede durante la charla con Infobae. Lo hace para enseñar la crueldad y exponer el sistema de vigilancia al que están sometidos los presos por parte del Estado. “La preventiva tendría que ser una excepción, no una regla -admite-. No debería haber hacinamiento, ni presos que están por delitos comunes mezclados con otros de alta peligrosidad. Todo eso genera una mayor violencia”. Durante estos dos años que lleva detenido en La Plata, Pedreira hizo 15 cursos que van desde algunos para comprender las leyes argentinas y sus ejecuciones hasta de pintor de obra, yoga, jardinería vertical, restaurador de muebles e higiene del sueño. Al mismo tiempo, inició un proyecto propio de reinserción: su objetivo es darle cursos a los presos de otros pabellones para intentar bajar esos niveles de violencia. “Es importante que se preparen para cuando tengan que salir. Hay muy baja preparación. Muchos detenidos no saben diferenciar entre el presidente y el gobernador, por ejemplo”. Otro de los talleres es sobre violencia verbal. “Es el origen de todos los problemas”, asegura Pedreira. Por eso, el ex policía dicta unas clases en la que trata de desterrar este tipo de tratos entre los presos. Otro taller que condujo durante estos últimos meses es el de objetor de conciencia. “Aquí tratamos temas de respeto, ética y moral. También, le brindamos a los compañeros información sobre sus derechos y obligaciones”. En tanto, uno de los compañeros de Pedreira del pabellón 16B dicta clases de alfabetización para adultos. “Ofrecerles el placer de la lectura para que, quizás, encuentren una forma de pasar el tiempo en algo productivo mientras están privados de su libertad”. Todo estos talleres están aprobados por las autoridades carcelarias. Así, le sirve a cada preso para sumar puntos positivos en su conducta y poder pedir beneficios como morigerar la pena o salidas transitorias. Pedreira evalúa que el Estado no se hace cargo del sistema carcelario. “No genera las condiciones para la resocialización de los detenidos. Las ideas de estos cursos va en ese sentido. En aportar mi granito de arena para mejorar esa situación”. El proceso de resocialización se puedo lograr gracias a los referente del pabellón que tramitaron los permisos con las autoridades de la unidad. La idea de Pedreira de la cárcel cambió apenas conoció la problemática por dentro. “Antes pasaba cerca de esos paredones y pensaba para qué se gasta plata en esto. Ahora, con otra realidad, me doy cuenta lo importante de mantener las buenas condiciones para erradicar la violencia y permitir que los detenidos se reinserten en la sociedad una vez cumplida sus condenas”, admite el ex policía. El detenido ahora intentará pedir las salidas transitorias en diciembre. “Es un paso más para volver a la vida social. Son apenas 12 horas por mes para ver a mi esposa y mis hijos”, explica. La pareja de Pedreira forma parte de la Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires. Sus dos hijos, en tanto, no siguieron la tradición familiar. “La mayor, de 19 años, estudia psicología y el nene de 15, cursa en el Bellas Artes. Y toca el piano y el violín -cuenta-. No quisieron ser policías. Creo que los afectó mi situación”. La condena a Pedreira Fernando Pedreira fue condenado a 16 años de prisión por la muerte de cuatro adolescentes, sucedidas tras incendiarse una comisaría en la que estaban demorados. La mayoría de estos jóvenes estaba esperando un traslado a un centro de detención juvenil o de rehabilitación por consumo problemático. Por el hecho también fueron juzgados otros diez policías. La sentencia a Pedreira fue en 2015. El hecho ocurrió en la noche del 20 de octubre de 2004, cuando los detenidos iniciaron un reclamo que terminó en un incendio en sus celdas del que no pudieron escapar. Luego de lo ocurrido, el ministro de Seguridad de ese momento, León Arslanian, prohibió el alojamiento de menores en dependencias policiales.
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