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» El litoral Corrientes
Fecha: 17/11/2024 09:25
Un día, a mitad del año 2020, en plena pandemia, Cacho González Vedoya comenzó a llamarme regularmente los sábados cerca del mediodía. Nunca supe porqué eligió ese día ni esa hora para conversar sobre todo tipo de asuntos que, claro, comenzaban por las cuestiones sanitarias que luego derivaban a cosas más domésticas. Así pasamos meses de charlas sabatinas. A mediados de ese año, Juan Pedro Zubieta me contó que Germán Gonzalez Vedoya, sobrino de Cacho, decidió producir una antología con las canciones más conocidas de su tío y le encomendó la tarea de la antología. Para llevar adelante el proyecto invitó a Aldy Balestra como coproductor artístico, una dupla que es garantía de calidad. El trabajo de gestión y cuidado del material sonoro llevó muchos meses. En octubre del 2020 Juan Pedro y Aldy me invitaron, como siempre, a ponerle un nombre al disco homenaje. Fueron varios días de análisis y deliberaciones sobre una base de cuatro posibilidades que les acerqué. Finalmente quedó: “Cacho González Vedoya. El río, el árbol y el hombre. Memoria por memoria”. Nos pareció un título largo pero que condensaba los ejes poéticos de nuestro amigo. El 28 de diciembre de 2020 Cacho cumplió 80 años. Un puñado de amigos comimos un asado en la casa itateña de su hermano Potocho, a orillas del río, a pocos metros de la calle por donde Sinesio bajaba a buscar agua fresca. El 31 de diciembre escribí una crónica en este diario donde contaba detalles del encuentro y una vez más le expresé mi cariño y admiración. Unos días después, por primera vez en meses, lo llamé. -Pero Caarlos! ¡Qué lindo todo lo que hicieron con el disco! Y qué lindo lo que escribiste en el diario”, me dijo. -Merecido para un gran poeta -le contesté. -Pero yo no soy poeta, ni nada. -¿Y qué sos? -Soy un siendo -me dijo. Nunca pude olvidar esa charla porque da cuenta de que Cacho-poeta no es alguien que quedó atrapado en una denominación definitiva ni cerrada. Se define como un río, que pasa y sigue pasando, incesante. Nada, para él, está dado de manera definitiva ni concluyente y por eso su obra nombra lo naciente como vislumbre de la vida y por lo tanto de la muerte. A Cacho le tocó ver un mundo que lentamente desaparecía ante sus ojos, vio borronearse el camino de Santa Rosa. También notó la ausencia de los que profesaban viejos oficios puebleros, y a su padre, el de la voz gruesa y la palabra clara; o su madre, que cuando ponía la mesa, ponía la vida. Sin embargo, toda la gente de su pueblo aún “pasa, siempre pasa". “A veces por la calle y otras fuera del paisaje”. Por eso Valdez carpinchero sigue remontando el río, las manos de Nati siguen tocando las campanas y cuando escuchamos un repique de tarros es señal que viene Sinesio, después de robarle al río su agua fresca. Cacho escribió en definitiva contra la muerte; intentó, en cada verso, exorcizarla. De algún modo podemos decir que lo ha logrado porque cuando miles de personas oyen sus canciones, sus personajes desandan el camino memoria por memoria y reaparecen ante nosotros. Esa voz del poeta y la escucha colectiva significan que los poemas ya no le pertenecen porque viven en la comunidad. La Universidad Nacional del Nordeste acaba de nombrarlo Doctor Honoris Causa por “su incansable labor pedagógica y cultural, que ha sido un pilar fundamental en la defensa de los valores y la identidad de nuestra región; a través de su trabajo pedagógico como maestro rural y agente literario, promueve la valorización de personajes, paisajes y tradiciones de la región, rescatando historias y voces que muchas veces son invisibilizadas”. Su primer libro de 1982 se llamó “Más acá del alba” y cerraba con un breve poema sin nombre: Aún me queda por morir bastante y no habré de morir lo suficiente, del mismo barro iré saliendo a tientas igual que las chicharras en diciembre. Estos versos ahora aparecen al final del poema “También soy” en “El ángel del baldío". Obra reunida publicada por Moglia Ediciones. Marzo 2017. También soy este río con su arenal a solas canoas menguantes donde un Dios casi niño juega a inventar colores También soy este río que me sube por la boca para que si lo nombro se le parezca a un beso. Hugo Mujica en su monumental ensayo “La palabra inicial” nos recuerda que los “pensadores y poetas son como dice Heidegger, los guardianes del Ser”. Dice también que “el poeta canta y cantando nombra las cosas, las nombra en lo que ellas son: en su esencia. ¿Que es nombrar?, es un decir y en ese decir las cosas son instauradas como cosas. Son porque la palabra poética es la palabra que deja aparecer”. Cacho es uno de nuestros guardianes de la identidad correntina y litoraleña porque su palabra nos nombra y por ella nos vemos y reconocemos.
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