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» Diario Cordoba
Fecha: 16/11/2024 15:02
Córdoba es refugio de grandes cantaores, sede de brillantes luthiers, destino de afamados guitarristas y hogar de aflamencadas tabernas. Una ciudad que marca las horas desde Las Tendillas con los acordes por seguiriyas del tocaor Juan Serrano y en la que sumergirse en buen e histórico flamenco. Un arte que trasciende la capital e impregna toda la provincia. Cada año se celebran eventos relacionados con el arte flamenco: desfiles de moda, festivales, concursos de cante, espectáculos de baile, ecuestres... La geografía cordobesa cuenta con innumerables espacios para los amantes del flamenco, como peñas, tablaos y otros lugares de gran tradición que guardan en su memoria las raíces de este arte. En concreto, está el Festival de Cante Grande ‘Fosforito’ en Puente Genil (Fiesta de Interés Turístico de Andalucía), el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba o La Noche Blanca del Flamenco. Además, existen creaciones flamencas propias como el cante de la pajarona (Bujalance), las serranas (Montilla), los zánganos (Puente Genil) y los fandangos (Lucena). Senderos de quejío y quiebro La mezcla de estas melopeas sirve como inicio de uno de los senderos más famosos e interesantes de este campo, la llamada Ruta de Cayetano, en cuyo final se encuentra otra rama fundamental del árbol flamenco: la de los cantes abandolaos. Para conocer la ruta que siguió Cayetano Muriel, el Niño de Cabra, es necesario acercarse hasta Bujalance y conocer ese cante propio de la Pajarona, estilo que se realiza por uno y le contesta el otro compañero distante que lleva otra yunta. Varios grupos folclóricos de la zona ofrecen esta reliquia a los visitantes de Porcuna (Jaén), Montilla y Puente Genil, donde se desarrolla también la serrana. Su situación entre Córdoba y Sevilla hacen de Puente Genil lugar clave para los artistas. Hasta la localidad llegan los aires de la sierra de Ronda a través del Genil, que transforma la rondeña en zángano. Hay que remontarse hasta los tiempos de José Bedmar ‘El Seco’ para encontrar sus orígenes. Sus características melódicas han dotado al zángano pontanés de identidad individual y de un particular baile. Esto se puede contemplar en la peña flamenca, en cuya entrada hay un azulejo en memoria de Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’ con la letra de una estrofa que grabó Fosforito con la guitarra de Paco de Lucía para Discos Belter. Fachada del Centro Flamenco 'Fosforito'. / A.J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO / CARLOS BERNAL Otro pueblo con gran trascendencia cantaora es Lucena. Aquí pueden oírse tres tipos de fandangos locales. Dolores de la Huerta es la madre de dos, mientras que a Rafael Rivas se le otorga el estilo también llamado de la calle Rute. Y mucha de la inspiración del lugar para elaborar sus cantes viene de su conexión con las fiestas aracelitanas. Visita fundamental merecen la iglesia del Carmen o el Castillo del Moral para tener conciencia de la larga historia y el legado musical de Lucena. Se exige también el paso por su peña, la cumbre de Sierra de Aras, y por su iglesia de San Mateo, pues explican lo que Lucena ha aportado al arte jondo. Y lo mismo ocurre con Cabra, célula base del tesoro abandolado cordobés gracias a la figura de Cayetano Muriel, cuya casa natal permanece con azulejo conmemorativo. Otro itinerario, que incluye la denominada la «ruta de la creación» y que sigue las huellas del mítico cantaor Antonio Chacón, tiene una necesaria parada en Iznájar, uno de los puntos en los que se desarrollan los cantes de labor, con distintas variantes del cante por trilleras. Son innumerables los municipios con rincones del cante jondo. Hay que visitar las peñas flamencas El Lucero (Montilla) o Agustín Fernández (Pozoblanco), ubicada esta última en una antigua casa de labradores, con 600 años de historia, referencia en toda la zona norte de Córdoba y con ciclos como los viernes flamencos. También destaca la Peña Flamenca Baenense, con actividades relevantes como el Concurso Nacional de Saetas o el llamado Salmorejo Flamenco. La lista de peñas con tradición es interminable y también es necesario mencionar las de Montalbán, Fernán Nuñez o Palma del Río, en las que se puede vivir el flamenco en su más pura esencia. Miguel Poveda en el XXV Aniversario de la Peña Pajarona de Bujalance. / A.J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO / CARLOS BERNAL Más en la capital Por su parte, la ciudad de Córdoba ha sido refugio histórico de los más grandes cantaores de la historia. Basta entrar por la plaza del Potro y mirar alrededor. A un lado, José Reyes Maldonado y su taller de guitarras. De su factoría han salido instrumentos que han tocado maestros como Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Vicente Amigo. Igual sucede con el maestro artesano José Rodríguez Peña, otro orfebre de las seis cuerdas cerca de Capitulares. A otro lado, la Sociedad de Plateros ofrece un patio florido en el que se intercalan carteles y fotografías de artistas y un escenario frecuentado por cantaores. Durante el Festival de la Guitarra, es enclave ideal para toparse con buen flamenco a diario. Y la Posada del Potro, monumento visitable y espacio cultural dedicado al estudio y la difusión del arte flamenco como Centro del Flamenco Fosforito. Y es que la Judería esconde en cada esquina un secreto, como ocurre con Casa Santos. Además de sus famosas tortillas, allí se pueden contemplar fotografías y carteles de El Pele, Luis de Córdoba, Fosforito, Curro de Utrera, Antonio Ranchal, Antonio de Patrocinio, El Calli y tantos otros maestros cordobeses. Las Tendillas, el Gran Teatro, la plaza de La Corredera o Gran Capitán esconden curiosidades de este arte musical. En la actualidad, cualquier ruta añade una parada para combinar flamenco y gastronomía. Instantánea de la decimonovena edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco. / A.J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO / CARLOS BERNAL Existen locales con tradición y de referencia como Doble de Cepa, donde toca el guitarrista Francisco Prieto, ‘El Currito’; los tablaos El Cardenal, El Jaleo (donde los bailaores estrella son los hermanos Encarna y Hugo López) y El Patio de la Judería, con un espectáculo tradicional de tablao y donde suele bailar Emilio Ramírez ‘El Duende’. Frente a Caballerizas Reales, Puerta Real, donde encontrar a la cantaora Inma de la Vega; y la taberna La Fuenseca, en Santa Marina, rincón de encuentro de cantaores, bailaoras, guitarristas, poetas, pintores...Por allí pasan Antonio de Pozoblanco, El Pele, Juan de Juanes, Guillermo Salinas, etcétera. Entre las peñas de la capital, Julio Romero de Torres, escondite bohemio, lugar mágico donde fluye el duende y el flamenco improvisado; y El Almíbar, con artistas de primer nivel como Israel Fernández o Rocío Molina. El local es pequeño y acogedor, y las entradas de sus espectáculos, vuelan. Otra iniciativa de renombre, gracias al impulso por parte de la Asociación de Artistas Flamencos de Córdoba, es la programación anual de la ‘Ruta de las Tabernas’. Sus recitales se han convertido en un clásico del calendario flamenco cordobés tras 20 ediciones, poniendo en valor lo jondo. Por otro lado, Córdoba también está presente en el Circuito Andaluz de Peñas que, en este 2024, se está desarrollando aquí bajo el nombre de Solera Flamenca. Está integrado por 26 actuaciones de cante, baile y guitarra en casi otros tantos municipios. Suscríbete para seguir leyendo
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