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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 14/11/2024 15:06
Las medusas peine se fusionan entre ellas para seguir viviendo cuando resultan heridas (gentileza Mariana Rodríguez-Santiago) El reino animal no deja de sorprendernos y sigue desafiando continuamente los conocimientos adquiridos por los seres humanos, los únicos animales con el mayor poder de raciocinio. Tal es el caso reciente de las medusas peine, seres invertebrados y translúcidos que se parecen a las medusas pero pertenecen a un grupo diferente de animales marinos llamados ctenóforos. Científicos marinos japoneses comprobaron por primera vez que dos medusas peine se fusionaron en un solo ser vivo en un estanque de laboratorio, después de registrar que una medusa había desaparecido y que la otra mostraba un tamaño mayor. Después de observarla más de cerca, los investigadores descubrieron que la más grande no era una medusa sino dos que ahora compartían sistemas digestivo y nervioso. “Normalmente, la medusa peine tiene una boca y un órgano equilibrador, pero esta medusa peine tenía dos bocas y dos órganos equilibradores”, dijo Kei Jokura, investigador postdoctoral en el Instituto Nacional de Biología Básica de Japón que hizo el descubrimiento durante un programa de investigación de tres meses en el Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts, EEUU. Ctenóforos desafían la biología al fusionar sistemas digestivo y nervioso en respuesta a heridas, revelando una capacidad de supervivencia única (Laboratorio Whitney de Biociencia Marina en St. Augustine) Jokura y sus colaboradores advirtieron que estos invertebrados marinos cuando sufren heridas, pueden fusionarse entre sí, combinando sus sistemas digestivo y nervioso para sobrevivir. Este fenómeno, documentado en la revista Current Biology, ha sido observado en el laboratorio, donde se demostró que las medusas peine se fusionan rápidamente, sincronizando sus contracciones musculares y compartiendo funciones vitales. Los investigadores llevaron a cabo este experimento similar al de Frankenstein nueve veces más. Y en todos los ensayos, menos uno, lograron fusionar a los animales. Los ctenóforos ‘Mnemiopsis leidyi’, originarios del Atlántico, han generado curiosidad entre los científicos al demostrar esta habilidad de unión. En el laboratorio, los investigadores encontraron que estos organismos, de hasta 10 cm de largo y 5 cm de ancho, pueden combinarse eficientemente tras ser heridos, lo que sugiere una forma de cooperación biológica poco habitual. El descubrimiento ocurrió durante un programa de investigación de tres meses en el Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts, EEUU. Luego de este descubrimiento, los expertos hicieron más experimentos y tras herir a varias medusas peine y colocarlas en proximidad, el 90% de las parejas se fusionaron completamente en cuestión de horas. “En apenas dos horas, las contracciones musculares se sincronizaron y se produjo una fusión funcional. Fue extraordinario e increíble”, sostuvo un emocionado Jokura. El concepto de fusión se tornó evidente cuando los investigadores observaron un espécimen de tamaño anormalmente grande, lo que indicaba que había fusionado dos bocas y órganos equilibrados. Jokura, señaló que al alimentar a estos organismos con camarones fluorescentes, se pudo observar cómo el alimento transitaba por sus sistemas digestivos combinados, lo que confirma el intercambio funcional de nutrientes. La incapacidad de los organismos para distinguir su propio tejido de otros, es posiblemente la razón que permite esta fusión. Esta característica contrasta con los humanos, cuyos cuerpos rechazan órganos trasplantados sin inmunosupresores. La capacidad de los ctenóforos para fusionarse tanto en el laboratorio ha sorprendido a los científicos y plantea preguntas sobre la flexibilidad evolutiva y el reconocimiento de tejido en otros animales. La investigación en Current Biology muestra cómo las medusas peine, tras fusionarse, sincronizan contracciones musculares en cuestión de horas (Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts) Históricamente, se habían observado ctenóforos fusionados desde 1937, pero este estudio es pionero al documentar la fusión de sus sistemas internos. El hallazgo postula que dichos organismos poseen una adaptabilidad excepcional, lo que podría tener implicancias significativas en la medicina, especialmente en los campos de la regeneración y el trasplante de órganos en humanos. El comportamiento cooperativo en las medusas peine podría inspirar enfoques innovadores para abordar problemas médicos humanos, aprovechando su habilidad para integrarse con otros tejidos. Sin embargo, se requieren más investigaciones para entender a profundidad los mecanismos moleculares detrás de esta capacidad extraordinaria, lo que podría abrir nuevas fronteras en las terapias de regeneración. La ausencia de un sistema de autorreconocimiento en ctenóforos y su implicancia en fusiones complejas sigue siendo un tema que intriga a los biólogos. “Los mecanismos por los cuales los organismos reconocen el “yo” del “no-yo” siguen siendo poco conocidos. Además, la capacidad del tejido trasplantado para integrarse funcionalmente no está clara en muchos organismos. Aquí, informamos que dos individuos Mnemiopsis leidyi, una especie de animales planctónicos conocidos como medusas peine o ctenóforos, que fueron capaces de fusionarse rápidamente en una sola entidad en la que se integran algunas funciones fisiológicas”, escribieron los autores en el paper científico. Esta fusión inesperada de medusas peine sugiere la ausencia de alorreconocimiento, permitiendo compartir funciones vitales entre individuos. (Laboratorio Whitney de Biociencia Marina en St. Augustine) Y agregaron: “En primer lugar, los ctenóforos pueden carecer de un mecanismo de autorreconocimiento que impida eventos de fusión entre congéneres. En segundo lugar, los individuos fusionados integran y comparten rápidamente funciones fisiológicas y resultados neuroconductuales. Los ctenóforos se encuentran entre los grupos animales de metazoos existentes que se ramificaron más tempranamente y poseen un sistema nervioso único con una homología enigmática con otros filos”. Casey Dunn, profesor de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Yale, que no participó en la investigación, sugirió que esta habilidad podría estar ligada a la, quizás, relativamente simple estructura celular de los ctenóforos. “Los humanos podemos distinguir lo que somos de lo que no somos, por eso nuestros cuerpos rechazan los órganos trasplantados sin medicamentos que supriman nuestra respuesta inmune. Estos ctenóforos nadan libremente, así que dudo que choquen entre sí y se fusionen en la naturaleza, pero es fascinante que lo hagan en condiciones de laboratorio porque nos dice que son tan felices fusionándose con partes del cuerpo de otro ctenóforo como fusionándose con sus propias partes del cuerpo en la curación normal de una herida”, sostuvo Dunn. Los ctenóforos 'Mnemiopsis leidyi', originarios del Atlántico, demuestran una notable adaptación cooperativa en condiciones de laboratorio (Laboratorio Whitney de Biociencia Marina en St. Augustine) En contraste, Maike Kittelmann científico de Oxford Brookes destacó la necesidad de más experimentos para validar las conclusiones actuales y explorar las aplicaciones potenciales en la medicina moderna. La investigación sobre los ctenóforos y su capacidad para fusionarse ofrece una visión novedosa del reino animal y sobre los procesos que soportan la vida. Esta cooperación extrema puede parecer una curiosidad biológica, sin embargo, subraya aspectos fundamentales sobre cómo los organismos pueden convertirse en modelos para innovaciones médicas, posiblemente transformando nuestra comprensión de la biología y la medicina en el futuro. Con estos hallazgos, los investigadores se embarcarán en un viaje para descubrir cómo estas criaturas marinas pueden enseñar a los humanos sobre la reunión de tejidos y los misterios de la supervivencia, con la esperanza de traducir estas cualidades únicas en enfoques terapéuticos tangibles. Este estudio no solo revela un fenómeno extraordinario de la naturaleza, sino que también allana el camino para potenciales descubrimientos que podrían cambiar radicalmente la manera en que entendemos y tratamos las heridas y enfermedades humanas.
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