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» Diario Cordoba
Fecha: 12/11/2024 14:20
Ser uno de los grandes de la literatura se demuestra, entre otras evidencias, en universalizar frases que perpetúan la condición humana. Shakespeare y Cervantes están entre los más citados, pero Vargas Llosa inmortalizó la tenebrosa melancolía de la recrudescencia. En las primeras páginas de la sublime Conversaciones en la Catedral, Santiago Zavala se cuestiona en qué momento se jodió el Perú, acuñando ese desdén por la leche derramada a causa de una mala política. Al PP parecen perseguirle los fantasmas de Zavalita, pues su abrumador pasmo en las primeras horas de la DANA quiere emparentarse con aquellos hilillos que salían del casco del Prestige; o, si se vindican como legitimarios naturales de los gobernantes de UCD, aquellos bichitos con los que Sancho Rof despachó la adulteración del aceite de colza. Aquel Perú enfangado en el pesimismo se ha colado en la riada valenciana. No es que Moncloa esté exenta de tirar la primera piedra, pero en esta ocasión ha intentado amansar su cinismo; descreída buena parte de la ciudadanía de su sentido de Estado pero sabedor el sanchismo de que el rol del samaritano le ayuda a sostener la crispación, máxime cuando el Gobierno valenciano nada en la incompetencia. Son asombrosos los naipes con los que Mazón se ha jugado su crédito político, con una sensación continua de estar sobrepasado por los acontecimientos. Y casi peor los compañeros con los que se ha encontrado para jugar esa partida, con una consejera de Justicia e Interior, responsable de los planes de emergencia, declarando personalmente que no conocía la posibilidad de activación del sistema de telefonía de alertas. O esa consejera de Turismo que se embutió el traje de madrastra de un mal cuento, negando desabridamente el acceso de familiares a los improvisados tanatorios. Quizá al PP le hubiese gustado la ucronía de otro gobierno en la Comunidad Valenciana para afrontar este desastre, barajando la hipótesis de que un Gabinete de Compromís y toda la constelación de las izquierdas no habría sido más eficiente. Pero en este caso habría sido casi unánime el clamor por la alternancia. Esta pésima gestión agiganta el escepticismo con un más de lo mismo. Los conservadores se enrocan para tapar ingenuamente culpas mientras, como mal menor, el cinismo hace rehén a la cooperación. Feijóo tiene una oportunidad de oro para cambiar las reglas del juego, articulando un mensaje en el que la asunción de responsabilidades y la denuncia de los errores propios se priorice sobre toda estrategia de minimizar esa fuga de rédito político; aceptando incluso el guante de la aprobación de unos Presupuestos Generales, aunque se sienta como Pinocho ante los zorros que lo llevaron a la isla de los juegos. Esta DANA impele a hacer de la necesidad virtud. Los trabajos de reconstrucción avanzan, pero dudo que el consenso político tenga mucho recorrido. *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
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