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» Diario Cordoba
Fecha: 10/11/2024 06:37
Conviene no confundirse con el alza que experimentaron el Dow Jones y el SP500 tras la victoria de Donald Trump. Este movimiento de las bolsas puede responder más a especulaciones financieras que a previsiones sobre la evolución de la economía mundial real, amenazada por un rebrote de la guerra comercial como el que tuvo lugar durante el primer mandato de Trump. Los principales institutos y unidades financieras han empezado a calcular el impacto que tendría la imposición de un arancel universal del 10%, y de aranceles específicos para algunos productos, en el crecimiento de las economías mundiales. Algunos países, como China, México y Alemania, principales proveedores del mercado norteamericano, podrían verse perjudicados en más de un punto del PIB, de mantener la nueva administración Trump las promesas que el candidato ha formulado durante la campaña electoral. Ello, sin considerar las amenazas formuladas en momentos de extravagancia verbal. En la Unión Europea el impacto sería evidente, aunque desigual. Pese a las consecuencias muy negativas que tuvieron en España en algunos productos, las medidas adoptadas por EEUU durante el primer mandato de Trump, se considera que el impacto sobre nuestro PIB no rebasaría el 0,6%. Uno de los principales lemas de la campaña republicana ha sido la lucha contra la inflación, calificada de auténtica pesadilla en los mítines y en multitud de anuncios electorales. Todo ello pese a que la inflación apenas rebasa actualmente el 2% en EEUU. Trump explotó el recuerdo de los años posteriores a la pandemia, cuando alcanzó el 10%, transformándolo en uno de los principales reclamos de la campaña. Los buenos resultados cosechados por el millonario de Nova York entre votantes humildes son en buena parte el resultado de haber presentado la inflación como una plaga que llena las calles de las ciudades norteamericanas de ciudadanos sin techo, emigrantes indocumentados y víctimas del fentanilo. Contener la inflación no solo es legítimo, sino que resulta necesario. Nada crea tanta desigualdad social y golpea tanto a las clases medias como unos precios incontrolados. La cuestión es cómo hacer compatible este control con el programa del MAGA (Make América Great Again) que se propone defender los puestos de trabajo volviendo a una drástica política de aranceles que encarecería los productos importados y, en consecuencia, la cesta de la compra. No basta asegurar a los norteamericanos que Estados Unidos tiene de todo, como ha pretendido Trump durante la campaña. El 30% de los coches eléctricos que circulan en el país proceden de China y son más baratos que los Tesla que produce Elon Musk. ¿Alguien cree que Xi Jinping no adoptará contramedidas que todavía complicaran más el panorama? De volver, la guerra comercial no solo castigará a muchos de los que han votado a Trump. Impulsará el déficit del país y puede llevar a la Reserva Federal a mantener altos los tipos, lo que debilitará aún más el euro, encareciendo también las importaciones de la Unión Europea. Una cosa es prometer una cosa y su contrario, y otra llevar a cabo una política llamada a tener un coste social y a desestabilizar una economía mundial ya de por sí debilitada.
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