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  • La doctrina de Dahiya

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 09/11/2024 13:23

    Un director técnico de fútbol, seguramente con el acuerdo de los dirigentes, puede seleccionar para su equipo a jugadores capaces de aplicar en la cancha su sistema de juego, aunque no sean los mejores. El deporte de competición finge una lucha entre dos bandos, es un sustituto pacífico de la guerra. El rugby, por ejemplo, sirvió a servidores del imperio británico para mantener a la juventud físicamente apta para cuando la lucha militar la solicitara en los campos de batalla. La lucha puede ser puramente mental, como el caso del ajedrez, que deriva de un juego milenario llamado chaturanga entre los hindúes que lo inventaron. En el ajedrez el esfuerzo es cerebral, con dos ejércitos con sus soldados, oficiales, caballería, fortalezas y gobernantes formados sobre el tablero. El sistema de juego, que en el ámbito militar es la doctrina, trata de que un equipo -o un ejército- se imponga aunque no tenga los mejores jugadores -o las máquinas de guerra más elaboradas- gracias a movimientos más efectivos y más adecuados a los resultados buscados. Un caso notable en el fútbol fue el equipo de Ferrocarril Oeste de 1982, campeón con el técnico Carlos Timoteo Griguol, que supo usar tácticas del básquetbol que tomó de León Najnudel y que dejaban en inferioridad a equipos con planteles mucho más caros. Teoría y práctica Para la Otan la doctrina militar son los principios fundamentales que guían la acción a favor de los objetivos. La doctrina es la autoridad porque implica el uso de los recursos militares por el Estado, pero requiere juzgar con flexibilidad las aplicaciones en el terreno. La doctrina incluye una teoría del éxito, es decir, los mecanismos que conduzcan al resultado pretendido. Debe tener calidad para multiplicar las fuerzas propias y potenciar los recursos disponibles en la guerra. Un caso claro de aplicación exitosa de una doctrina militar superior fue el uso de los tanques al comienzo de la segunda guerra mundial por los alemanes. Los franceses y los ingleses tenían más cantidad y mejores carros de combate, pero la Wehrmacht se impuso porque usó mejor los que tenía. En una visita a Francia al inicio de la guerra, Churchill vio en la sala de mando francesa en París un mapa con la situación del frente. Como aparecía una ruptura en un punto del frente cerca de Sedan, preguntó dónde estaba la masa de maniobras que debía acudir a reparar la ruptura. Un general francés, exponiendo su neta inferioridad táctica, le respondió "pas de masse maneuvriere", no hay masa de maniobras. Habían confiado tanto en una defensa pasiva al estilo de la guerra de trincheras de 1914 que la gran movilidad del enemigo los había superado y no tenían respuesta. La caída de París en junio de 1940 estaba cantada y Churchill lamentaba que había ocurrido con solo 2000 tanques alemanes. En ese caso, la diferencia entre las doctrinas medía el ritmo alemán en horas y el francés en días. Los aliados en esos momentos no tenían alternativa. La doctrina entonces fija objetivos y la operación del ejército y debe generar que todos entiendan lo que se hace y por qué se hace, lo que genera adhesión y limita las críticas. El general Eizenkot La doctrina militar que está aplicando Israel en la guerra actual contra sus adversarios estatales y paraestatales fue diseñada en 2006 por el general Gadi Eizenkot, miembro del gabinete de Netanhayu. Posiblemente los fracasos de Israel en sus luchas de años contra los palestinos en Gaza y en el Líbano llevó a cambiar la doctrina por la diseñada por Eizenkot. Como siempre, se trata de que los éxitos militares no se conviertan en derrotas o empantanamientos políticos. Si la guerra, según la frase de von Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios, debe resolver lo que la política no pudo pero sin generar un problema mayor. La derrota política a continuación de una victoria militar puede venir por diversas causas. En el caso argentino, hay que recordar la gestión del ministro de Rivadavia, Manuel García, un anglófilo declarado que negoció ruinosamente la paz después de la victoria contra los brasileños en Ituzaingó. La doctrina Dahiya toma el nombre de una acción israelí contra un barrio de Beirut que fue arrasado en 2006, incluso su población civil, con la intención de que dejara de dar apoyo a los combatientes irregulares del "partido de dios" (Hezbollah) Eizenkot fijó la idea de que terminar con los civiles mediante ataques militares arrasadores era lo que en lo sucesivo deberían esperar de Israel todos los que defendieran o apañaran a los combatientes de la resistencia. Hezbollah descansa en una base de masas muy cohesionada, lo que hizo que los intentos por tierra de Israel no prosperaran, y sin presencia efectiva en el terreno no hay victoria militar. Estos pobres resultados militares se comprometieron más con la creciente fasciscitación del Estado de Israel, su intransigencia, algunas declaraciones racistas y discriminatorias de sus dirigentes y la pérdida de cohesión del ejército israelí. Gadi Eisenkot era comandante del Norte de Israel. Su doctrina consiste en aplicar a cada sitio desde donde se dispare a Israel una fuerza desproporcionada y causar allí grandes daños y destrucción. Para eso era necesario redifinir a las aldeas palestinas como bases militares, dejar de considerarlas morada de civiles. Dahiya, los barrios chiítas del sur de Beirut muy poblados, son la sede del poder de Hezbollah en la capital del Líbano. Un ejemplo histórico Para zanjar una cuestión de conciencia durante la cruzada iniciada con el siglo XIII contra los albigenges dispuesta por el papa Clemente III, Arnaldo Amalric, un asesino sin pizca de piedad, dijo de los sitiados en la ciudad de Beziers "matadlos a todos, dios reconocerá a los suyos". Si no se puede distinguir buenos de malos, en ese caso católicos de cátaros, que mueran todos y confiemos en que una instancia superior preservará la justicia. Cuando el Papa Clemente lanzó la cruzada contra los cátaros instó a los obispos y señores feudales del sur de Francia: "Despojad a los herejes de sus tierras. La fe ha desaparecido, la paz ha muerto, la peste herética y la cólera guerrera han cobrado nuevo aliento. Os prometo la remisión de vuestros pecados a fin de que pongáis coto a tan grandes peligros". El Papa llamaba a una guerra de exterminio que se cumplió cabalmente: los cátaros desaparecieron, sus bienes pasaron a los nobles o al clero y nació la Inquisición La doctrina Dahiya incurre en similar simplificación: “Hemos fracasado en nuestros sofisticados intentos de distinguir entre individuos inocentes y líderes pecadores. Hemos fracasado en el esfuerzo de distinguir entre “gente sencilla que también tiene padres e hijos” y quienes incitan a esa gente sencilla. Sin decirlo explícitamente, llegamos a la conclusión de que las naciones son responsables de los actos de sus dirigentes. En términos prácticos, los palestinos de Gaza son todos Jaled Meshal (entonces líder de Hamás), los libaneses son todos Nasralá y los iraníes son todos Ahmadineyad”. El castigo colectivo Se trataba de devastar al enemigo sin detenerse en cuestiones éticas ni humanitarias de ninguna clase: lo que importa es generar capacidad de disuasión, aplicar un "castigo colectivo" suficiente para que la resistencia no tenga más apoyo popular. La aplicación de la doctrina Dahiya trata de disuadir a Hezbollah mediante un bombardeo intenso y rápido a gran escala en suelo libanés. Se trata también de evitar una guerra de desgaste, que Israel soportaría mal debido a su territorio pequeño y fácilmente alcanzable por el enemigo, que desmoralizaría a una población de origen occidental que tiene poca resiliencia y generaría efectos económicos nocivos y posiblemente la destrucción de activos insustituibles, como los puertos, los aeropuertos e instalaciones industriales y militares estratégicas. La doctrina Dahiya extiende y completa la doctrina que los sionistas han venido aplicando contra la población nativa desde hace décadas y la ha exasperado al punto de haber provocado hasta ahora más de 40.000 muertos. Ya en 2014 las Naciones Unidas observaron que el ejército israelí estaba aplicando en Gaza la operación "Plomo fundido", que no era otra cosas que el castigo colectivo previsto en la doctrina Dahiya. Después del 7 de octubre del año pasado la aplicación de la doctrina en Gaza ha sido mucho más clara, con cortes de todo suministro, incluidos alimentos y agua, bombardeos masivos con bombas equivalentes a tres veces la de Hiroshima y la creación de “zonas de la muerte” donde cualquier civil es objetivo militar legítimo. El objetivo, ayudado por la inteligencia artificial, es causar el mayor daño posible, el "genocidio" de que hablan algunos gobiernos, organizaciones civiles y medios de comunicación. De la Redacción de AIM.

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