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» Diario Cordoba
Fecha: 08/11/2024 08:16
Aunque hay muchas teorías al respecto, sostienen una razonable parte de los porteros que su gremio debe vestir colores llamativos para parecer más grandes y atraer la atención de los rivales, que inconscientemente dirigen, o eso se supone, sus disparos hacia el lugar donde se encuentra el guardameta atraidos por lo llamativo de su indumentaria. Es difícil saber si estas afirmaciones tienen algo de científico o si forman parte de la simple cábala, pero lo cierto es que Jan Oblak debe estar, a la vista de lo que suele ocurrirle cuando se viste de amarillo chillón, más que convencido de ello. Porque cuando eso pasa, el portero del Atlético de Madrid se vuelve un muro casi infranqueable. Efecto placebo o no, lo que ocurre en esos momentos roza, a veces, lo milagroso. Sobre todo en las grandes noches europeas, tal y como se percataron los miembros del canal Atlético Stats, que analiza en Youtube la actualidad del equipo rojiblanco. Ocurrió en Múnich, en las semifinales de 2016 en las que sostuvo a su equipo en uno de los mayores asedios que se recuerdan en el fútbol de élite para llevar al Atlético a la final de la Champions. Un auténtico bombardeo que años después, en 2020, reprodujo de forma casi idéntica el Liverpool campeón de Europa en la vuelta de unos históricos octavos de final, el último partido antes de la pandemia, que los rojiblancos sacaron adelante de forma estajanovista. Las grandes noches europeas de Oblak Recordaron ambas noches a la del pasado miércoles en París, donde Oblak, también de amarillo y con su '13', más madera para los supersticiosos, fue el principal culpable (gol de Correa en el minuto 93 a parte, en el que por cierto el esloveno fue clave lanzando el contrataque) con hasta ocho paradas, y no sencillas precisamente, de la victoria del Atlético y de desquiciar a Luis Enrique. "Llevo más de 30 años en el fútbol y no puedo explicarlo. Es mala suerte. Fuimos infinitamente superiores a nuestro oponente. No hay palabras", se quejó el técnico asturiano, al que respondió el meta esloveno instantáneamente. Oblak lanza el contragolpe que acabó con el gol de Correa que dio el triunfo al Atlético ante el PSG en Champions. / Atlético de Madrid "Lo entiendo perfectamente. Cuando no ganas un partido en el que estás atacando, tienes ocasiones... y en el último segundo lo pierdes, es difícil de asimilar y aceptar. Nos ha pasado a nosotros también muchas veces", reconoció Oblak, reconociendo sin decirlo directamente su enorme incidencia: fue su registro más alto de paradas en un mismo encuentro en cualquier competición con el Atlético desde precisamente Anfield en 2020. El mejor hasta siendo goleado Porque más allá de la coincidencia y la cábala, esa que a Luis Aragonés le habría traido por la calle de la amargura con ese color que no soportaba, lo que es una realidad es que Oblak está atravesando su mejor momento desde que el Atlético ganó LaLiga en la temporada 2020-2021. Ya sea de amarillo, de verde o de negro, desde septiembre está siendo vital en la mayoría de los partidos, llegando incluso a ser el mejor en la goleada que recibió en contra en Lisboa, cuando encajó cuatro goles que si no hubiera sido por su acierto habrían sido muchos sido más. Segundo capitán del equipo tras Koke, Oblak se ha reencontrado con su versión prime. Esa que le llevó a conquistar cinco trofeos Zamora, y que le está ayudando a empezar cimentar, quién sabe, un sexto que le dejaría en el primer lugar histórico en solitario. En lo que va de campeonato, es el guardameta menos goleado en las 12 jornadas disputadas hasta la fecha. Lleva siete goles recibidos en 11 partidos, siendo el portero menos goleado de todo el campeonato, con cinco porterías a cero.Y lleva un 74% de remates parados, su mejor registro desde, otra vez, la temporada del último alirón del Atlético. Musso, competencia de altura Oblak solo se ha perdido un partido de Liga, el de Bilbao, en el que emergió, con nota, el gigantón argentino Juan Musso. Un meta que, al contrario de lo que venía siendo habitual en los últimos años en el club rojiblanco, ha irrumpido como un suplente de garantias y una competencia más o menos real para Oblak, al que nadie ha tosido bajo los palos en la última década. Y que, con su llegada el pasado verano, ha elevado un listón que habían dejado por los suelos los Mondovan, Lecomte y compañía. Fuera con esa intención o no, Oblak captó el mensaje. Y este año está volviendo por sus fueros. Algo que celebra, y mucho, Diego Pablo Simeone, defensor como pocos de que todas las posibilidades de éxito rojiblancas se construyen desde atrás, siendo sólidos y no concediendo goles. "Después de todo lo que nos ha dado puede pasar que en algunos partidos no esté. Nos tiene tan mal acostumbrados que necesitamos a este nivel, ojalá lo pueda sostener sus compañeros le ayuden", aseguró el Cholo tras la victoria ante el PSG. Su muro, sostén de muchas de sus grandes noches, vuelve a brillar, y el Atlético crece desde sus guantes.
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