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  • Un yacimiento único en Córdoba: por qué fue y es tan importante el arrabal de Saqunda

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/11/2024 10:23

    No hay otro igual. Fuera de los muros de la medina, el arrabal de Saqunda no tardó en convertirse en uno de los barrios más populares de Córdoba a partir del siglo VIII, cuando fue construido. Pero esas masas que habitaban en la zona -la más populosa de la ciudad- que hoy conocemos como el Campo de la Verdad y el Sector Sur fueron las que propiciaron el fin de su existencia. El arrabal de Saqunda, del que han vuelto a aparecer restos en una cata practicada para construir una residencia de estudiantes, es un yacimiento único. Y estos son los motivos de su importancia en el pasado y en el presente para Córdoba. En apenas dos siglos de existencia, este barrio vivió la popularidad y la destrucción total. Alcanzó la cima, al menos en cuanto a población, aunque Saqunda no fue importante solo por dar cobijo a tanta gente durante el reinado de los Omeya. Entre sus límites, el barrio albergó el mayor mercado de Qurtuba, el conocido Zoco Grande. Las características del arrabal El arrabal ocupó un área de 16.000 metros cuadrados, desde el Puente Romano hasta el meandro del Guadalquivir. Largas y amplias calles de cantos rodados discurrían entre las viviendas y las construcciones comerciales. A principios del siglo, en excavaciones que se practicaron en 2001 y 2002 con motivo de la remodelación del barrio moderno, se destaparon los restos de aquel yacimiento. El grupo de investigación HUM.236 del área de Arqueología de la Universidad de Córdoba (UCO), encabezado por Desiderio Vaquerizo, arrojó luz sobre la historia de este lugar. Trabajos en el solar de Miraflores en el que se han hallado restos de Saqunda. / Miguel Ángel Castro Saqunda mantuvo una relación estrecha y peculiar con el río. Por un lado, sirvió para abastecer a los habitantes de una zona que no contaba con red de agua potable ni de desagüe. Para solucionarlo, abrieron pozos que eran utilizados por aguadores. En este sentido, el caudal era una ventaja. Sin embargo, el Guadalquivir también puso en aprietos a los vecinos del arrabal. Las crecidas arremetían constantemente contra las viviendas. Y eso dejó su huella arqueológica. En la actualidad, se han observado diferentes niveles de construcción, propios de las continuas reconstrucciones. La rebelión El arrabal se recuperó de las riadas, pero nunca se repuso de la ira del emir. En marzo del año 818, los habitantes del barrio sur de la Córdoba omeya se rebelaron contra el emir al-Hakam I. Las crónicas andalusíes tildaban a los sublevados de canallas, una expresión ardida probablemente para enmascarar los motivos reales del motín. Los autores de la época tampoco pasaron por alto que el emir era una persona autoritaria con tendencias violentas. Las fuentes históricas apuntan a motivos económicos y sociales tras la rebelión. Sea como fuere, los vecinos manifestaron su descontento con el emir y este respondió reprendiendo a los amotinados. Pese a contar con el apoyo de otros arrabales, Saqunda acabó pagando por su desacato. El barrio quedó destruido hasta los cimientos por orden de al-Hakam I y los habitantes que quedaron tuvieron que abandonar la ciudad. Muchos de ellos acabaron en Toledo, Fez (Marruecos) y Alejandría (Egipto). Las huellas del arrabal quedaron borradas casi por completo y en la zona se prohibió volver a construir. En esta última condición radica su importancia. Imagen de las catas arqueológicas de la futura residencia de estudiantes en Miraflores. / Pablo Cabrera Un yacimiento único Mientras que en el resto de la ciudad sufrió remodelaciones y modificaciones en siglos posteriores, el arrabal de Saqunda permaneció inalterado. Las edificaciones mantienen su estructura desde los siglos VIII y IX, convirtiendo este yacimiento en un tesoro arqueológico único. Cuando el barrio quedó en ruinas, el Zoco Grande fue trasladado a la zona oeste de la ciudad. Los estudios arqueológicos practicados hasta la fecha han revelado que, en el arrabal, también existió el cementerio musulmán Maqbarat al-rabad, fundado en el año 720. Además, en sus 16.000 metros cuadrados se construyeron basureros que albergaban restos de animales y de cerámica. Todo esto hace que el arrabal de Saqunda, que ahora vuelve a aflorar en el sur de la capital, sea un interesante yacimiento que sumar a la lista de una ciudad repleta de joyas históricas.

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