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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/11/2024 08:35
El ministro de Economía, Luis Caputo (REUTERS/Agustin Marcarian) En las últimas semanas, la euforia del mercado se desbordó, las acciones y bonos argentinos se dispararon y dejaron algunas marcas interesantes: el Merval medido en dólares llegó a valores de 2018 y se encuentra aproximadamente un 11% por debajo de su máximo histórico; mientras que hace un año se encontraba un 63% por debajo de ese valor. Además, los bonos soberanos aumentaron un 15% en promedio durante octubre y el riesgo país alcanzó su valor mínimo desde 2019. En los últimos días de octubre, el riesgo país llegó a perforar los 900 puntos, unos 400 puntos menos que al cierre de septiembre y casi 550 puntos menos que a finales de agosto. Si nos estiramos en el tiempo y comparamos con la situación de hace un año, la caída es sorprendente y alcanza los 1.700 puntos. Esto deja un claro mensaje: el mercado entiende que en Argentina algo cambió. La caída sustancial del riesgo país es una buena señal, aunque sigue siendo considerablemente alto. Basta con ver países vecinos como Brasil, Chile o Uruguay para entender que una economía latinoamericana puede tener un riesgo país por debajo de los 200 puntos sin mayores dificultades. Incluso más, siguiendo las estimaciones del FMI, Argentina sería el único país de la región en conseguir superávit fiscal, lo cual implica que no hay necesidad de tomar nueva deuda y, así, aumentar su sostenibilidad. En consecuencia, el riesgo de impago es menor y, a su vez, la prima de riesgo también lo es. El Merval medido en dólares llegó a valores de 2018 y se encuentra aproximadamente un 11% por debajo de su máximo histórico; mientras que hace un año se encontraba un 63% por debajo de ese valor Entonces, ¿por qué Argentina tiene un riesgo país mayor que sus vecinos cuando sus variables macroeconómicas se proyectan hacia un mejor estadio? Básicamente, porque el principal obstáculo es la falta de credibilidad, tanto en la solidez del compromiso de pago como en la posibilidad de mantener un cambio de rumbo sostenido. Este desafío de credibilidad es profundo: un país con reiteradas ocasiones de default es difícil de confiar, y aunque se esté encaminando en el manejo económico, el mercado aún observa con cautela. Reconstruir la reputación lleva tiempo, y por eso es fundamental que el Gobierno mantenga firme su compromiso de equilibrio fiscal, el núcleo del programa económico. Desde su impronta, la administración del presidente Javier Milei ha demostrado su voluntad de pago y ha reiterado que se honrarán los compromisos asumidos. No obstante, la duda que tiene el mercado es sobre la capacidad de pago. Por eso tuvo tamaña repercusión la confirmación del repo para el pago de capital de enero por parte del Ministro Luis Caputo, lo que motivó la fuerte desaceleración del riesgo país en los últimos días. Además, el riesgo político es un fuerte condicionante para la baja del riesgo país. No es casualidad que el rebote en el índice coincidiera cronológicamente con las trabas legislativas que enfrentó el oficialismo al intentar marcar agenda. Por el contrario, haber defendido los vetos presidenciales en el Congreso le permitió al Gobierno mostrar algo de poder político a pesar de la significativa minoría en ambas cámaras. Es decir, lograr apoyo de otras fuerzas políticas le permite marcar agenda y, con ello, gana credibilidad el cambio de rumbo propuesto. las empresas argentinas también se ven beneficiadas, ya que pueden acceder a crédito más barato, lo cual tiene una consecuencia positiva sobre los proyectos de inversión Si se logra consolidar la credibilidad, el riesgo país seguirá bajando y convergiendo hacia valores similares a los de países vecinos. Esto permitirá que Argentina pueda volver al mercado para refinanciar los vencimientos de corto plazo a una tasa de interés sostenible. Además, la calificación de riesgo de los bonos soberanos debería mejorar considerablemente, permitiendo que una mayor cantidad de inversores institucionales puedan acceder a los instrumentos argentinos, que aún presentan una gran tasa de retorno. Finalmente, las empresas argentinas también se ven beneficiadas, ya que pueden acceder a crédito más barato, lo cual tiene una consecuencia positiva sobre los proyectos de inversión. Dado que, a una menor tasa de interés, se incrementa el valor de los flujos futuros, haciendo viables nuevas inversiones. Esto es clave, ya que la inversión es el motor del crecimiento económico; un mayor flujo de inversiones permitirá que la economía crezca a un mayor ritmo, facilitando la salida de la crisis con una mayor productividad y salarios. En última instancia, si el país consolida su credibilidad y estabilidad, Argentina podrá finalmente aspirar a una economía sin crisis. El autor es economista de la Fundación Libertad y Progreso
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