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  • Prótesis de cadera: cuándo es necesaria, cómo se realiza la operación y recuperación

    » Diario Cordoba

    Fecha: 04/11/2024 07:19

    La cadera es una de las articulaciones más importantes del cuerpo humano, ya que es la encargada de transmitir el peso del cuerpo a las extremidades inferiores. Además, nos proporciona el rango de movilidad necesario para la realización de muchas de las actividades de la vida diaria, tales como sentarnos, andar, agacharnos o subir escaleras. En la articulación de la cadera pueden asentar distintos tipos de patologías. Se dividen en intraarticulares y extraarticulares. Tal como explica el Dr. Alejandro Hernández, jefe de la unidad de cadera del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de Clínica Corachan y del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, “las primeras afectan al juego de la articulación entre la cabeza del fémur y la pelvis. Las extraarticulares son las que asientan en las estructuras encargadas de dar soporte y movilidad a la articulación, especialmente a ligamentos, músculos y tendones”. La patología extraarticular, menos grave habitualmente, suele estar provocada por sobrecargas relacionadas con la actividad deportiva, laboral, las malas posturas, anomalías en la marcha, diferencia de longitud de las extremidades o sobrecargas por malfuncionamiento de articulaciones vecinas como la columna. El síndrome doloroso del Trocánter mayor, que incluye las bursitis trocantéricas y las tendinitis glúteas, es más frecuentes en mujeres de mediana edad, mientras que en pacientes jóvenes y deportistas son frecuentes la afectación del espacio glúteo profundo, que incluye las pesudociáticas asociadas al síndrome piramidal y las tendinopatías del psoas. El Dr. Hernández señala que “el tratamiento de las patologías extraarticulares es predominantemente conservador mediante fisioterapia y/o infiltraciones ecoguiadas”. Doctor Alejandro Hernández, jefe de la unidad de cadera del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de Clínica Corachan y del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona / Cedida La patología intraarticular acostumbra a tener mayor gravedad. Suele estar relacionada con alguna alteración en la morfología de la cabeza del fémur o el acetábulo que produce una afectación del movimiento articular, la aparición de dolor, derrame y eventualmente degeneración artrósica de la cadera. Las causas más frecuentes de patología intraarticular de la cadera -según el especialista de Clínica Corachan y Vall d’Hebron- son las fracturas del anciano y la artrosis degenerativa de la cadera. En pacientes jóvenes, coexisten los problemas derivados de malformaciones congénitas, especialmente la displasia de cadera y los derivados de la actividad física vigorosa durante la adolescencia, que produce lo que se conoce como choque femoroacetabular. Un diagnóstico precoz y una actuación quirúrgica temprana sobre estas patologías en el paciente joven pueden solucionar el dolor y evitar una degeneración articular precoz. En este sentido -apunta el Dr. Hernández- “hay que destacar el papel de la artroscopia de cadera para el choque femoroacetabular y la osteotomía pélvica en la displasia de cadera”. La prótesis de cadera supone la sustitución de la articulación y la colocación, en su lugar, de una estructura artificial que será la encargada de la transmisión del peso del cuerpo a las extremidades inferiores y de realizar los movimientos necesarios para nuestras actividades de la vida diaria. Se pueden dividir en parciales, en las que únicamente se sustituye la cabeza femoral, que son las que se utilizan en pacientes muy ancianos que sufren una fractura de cabeza femoral, y las totales, en las que también se sustituye la parte de la pelvis que articula con la cabeza femoral. Estas últimas son las adecuadas en caso de pacientes activos, independientemente de la causa que hace necesaria su colocación. Causas de la artrosis de cadera “La artrosis de cadera es una enfermedad multifactorial”, puntualiza el especialista en traumatología. Quiere decir que no existe una causa única conocida y que, probablemente, deban coexistir varios factores al mismo tiempo para que tenga lugar. Entre los factores más conocidos, cabe diferenciar entre los no modificables, como la herencia genética, las deformidades congénitas, las enfermades reumáticas y el envejecimiento natural de las articulaciones, y las modificables, que son aquellas relacionadas con nuestro estilo de vida. Es el caso de los traumatismos, las sobrecargas o la actividad física intensiva y de impacto, o las necrosis relacionadas con sustancias tóxicas. Aunque la artrosis de cadera se asocia de forma clara a la edad debido al envejecimiento de las articulaciones, cada vez es más frecuente en pacientes más jóvenes asociadas a deformidades congénitas y, sobre todo, al estilo de vida. La intervención de prótesis de cadera Dado que no existe una correlación directa entre el dolor del paciente, sus limitaciones y el grado de afectación artrósica de la cadera, la decisión final para la colocación de una prótesis de cadera debe ser acordada conjuntamente entre el paciente y su cirujano. En este sentido, el cirujano aconsejará realizar la intervención solo si su calidad de vida está seriamente comprometida por el dolor o por la imposibilidad de realizar una vida activa física y/o social debido a esta afectación. Hoy en día estamos hablando de una intervención quirúrgica muy protocolizada, con una tasa de riesgos asumible y que acostumbra a presentar unos resultados buenos o excelentes en el 90% de los pacientes. Una vez indicada la intervención, es de suma importancia realizar un estudio preoperatorio completo del paciente para minimizar los riesgos, que incluye una placa de tórax, un electrocardiograma y una analítica general con pruebas de coagulación. Además, es esencial identificar y controlar aquellos factores modificables que pueden incidir negativamente en los resultados de la intervención. “En este sentido es muy importante el control de la glucemia en los meses previos a la intervención, en caso de pacientes diabéticos y dejar de fumar al menos 3 meses antes de la cirugía para no aumentar el riesgo de infección. Aunque se trata de un procedimiento exitoso, no está exento de riesgos. Los riesgos más importantes son las infecciones, alrededor del 1%, las luxaciones, entre el 0,5 y el 4% y las trombosis venosas, menos del 1%”, declara el Dr. Alejandro Hernández. En relación con la técnica quirúrgica, el traumatólogo de Clínica Corachan y del Hospital Vall d’Hebron, explica que “hoy en día se da gran importancia a la realización de una cirugía que sea lo más respetuosa posible con las partes blandas de la cadera. Esto quiere decir que se propone al paciente realizar la intervención mediante técnicas que permitan colocar los implantes protésicos sin lesionar las estructuras que rodean la articulación”. Prótesis de cadera: cuándo es necesaria esta intervención quirúrgica / Freepik Y precisa también que “en Clínica Corachan somos pioneros en España en realizar el denominado abordaje anterior de cadera mínimamente invasivo, siendo uno de los centros con mayor volumen de pacientes intervenidos por este procedimiento en nuestro país”. Dicha técnica permite una recuperación más rápida de los pacientes, reduciendo su vuelta al domicilio y eventualmente a sus actividades laborales, sociales y deportivas. Además, esta técnica quirúrgica reduce claramente el riesgo de luxación postoperatoria en comparación a las técnicas quirúrgicas clásicas. En relación con los tipos de prótesis, el Dr. Hernández señala que “existen diferentes modelos disponibles en función de las características de los pacientes, la patología que provoca la necesidad de la intervención y la preferencia del cirujano”. En general, -añade- “la mayor parte de las prótesis hoy en día están hechas de titanio, un metal con una biocompatibilidad excelente, que no provoca rechazo salvo en situaciones excepcionales y que tiene una elasticidad muy parecida al hueso. Además, se combinan otros materiales nobles como la cerámica y los polietilenos altamente entrecruzados en los revestimientos móviles para garantizar el menor desgaste posible”. Recuperación Hoy en día, gracias a la mejora de la técnica quirúrgica, la recuperación tras la colocación de una prótesis de cadera es un proceso relativamente rápido e indoloro o muy poco doloroso. El Dr. Hernández indica que “la deambulación asistida en carga completa se puede iniciar antes de las 24 horas postoperatorias, gracias al trabajo de nuestros fisioterapeutas”. En cuestión de dos o tres días -precisa el especialista- el paciente será capaz de ser autónomo para valerse por sí mismo y estará en disposición de marcharse a casa. Además, “gracias a el abordaje anterior de cadera mínimamente invasivo, nuestros pacientes no tienen restricciones para deambular sin muletas, dormir en la posición en que más cómodos se encuentre, sentarse en sitios bajos o conducir en dos o tres semanas”. La recuperación completa -añade- acostumbra a durar entre dos y tres meses, pero es variable en función de las características de los pacientes. Resultados y supervivencia Como precisa el Dr. Hernández, se trata de una cirugía con muy buenos resultados en más del 90% de los pacientes. No en vano es considerada por la comunidad médica como la intervención quirúrgica que mejores resultados proporciona, dado que es capaz de devolver al paciente su calidad de vida y su reincorporación a todas las actividades propias de su edad. Un tema controvertido es la durabilidad de las prótesis en el tiempo, dado que -según afirma el jefe de la unidad de cadera del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de Clínica Corachan y del Hospital Vall d’Hebron- “cada vez estamos tratando a pacientes más jóvenes con esperanzas de vida por encima de los 30 años”. En este sentido, las mejoras de las técnicas quirúrgicas y de los biomateriales han permitido alargar la supervivencia media de las prótesis. Los estudios más fiables sitúan una supervivencia media superior al 90% de las prótesis después de 20 años. No existen estudios fiables a más largo plazo, pero -precisa el Dr. Hernández- “nuestras consultas están llenas de pacientes con supervivencias protésicas que alcanzan los 25 e incluso los 30 años”.

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