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Concepcion del Uruguay » 03442noticias
Fecha: 04/11/2024 05:51
En la Argentina se celebra el «Día del Artista y la Artista Plásticos» cada 3 de noviembre, en recuerdo del fallecimiento del pintor y arquitecto Prilidiano Pueyrredón (1823-1870). Dice la historiadora del arte Laura Malosetti Costa: “Hubo pocos artistas visuales en tiempos de la Colonia en lo que hoy es la Argentina. Más pintores y escultores de imaginería religiosa hubo en Potosí, en la Quebrada de Humahuaca, en el marquesado de Yavi o en Córdoba antes que en Buenos Aires, un puerto de escasa trascendencia cultural al menos hasta las guerras de Independencia. Después, algunos artistas viajeros, sus discípulos, Prilidiano Pueyrredón, un escenario de poca actividad artística, reservada casi en exclusividad al retrato y cultivada por extranjeros en su mayoría. Es en las últimas décadas del siglo XIX, a partir de la década de 1870, que comienza a formarse una escena artística moderna (esa “segunda modernidad” inaugurada en el siglo XIX) con sociedades de artistas, exposiciones, crítica y público. En 1876 se forma la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, a partir de la cual, en pocos años, se organizan academia, exposiciones, debates en la prensa. Esos artistas, en su mayoría hijos de inmigrantes (Eduardo Sívori, Eduardo Schiaffino, Ernesto de la Cárcova, Angel Della Valle entre ellos) luchan en todos los frentes por instalar el “gusto por el arte” en Buenos Aires. En una ciudad próspera y de pronto opulenta, su objetivo era corregir, gracias al cultivo del arte, la música, la literatura, los males del excesivo materialismo burgués. No solo procuran lograr un arte nacional, sino también tener museos, espacios de exhibición, escuela, mercado, una escena pública para las artes visuales.” Universalmente cada 21 de septiembre, se celebra el trabajo y las obras de los hacedores de la plástica. La creación de mundos y realidades, de la mano de los artistas plásticos, va mucho más allá de la mera existencia material. Son los artistas quienes, mediante sus obras, componen y configuran tiempos y espacios distintos, que nos lleva a explorar y reflexionar, planteando nuestra realidad desde otras perspectivas; pensar de otras maneras posibles y, por qué no, vivir de otro modo cuando el mundo cotidiano no alcanza, no convence o simplemente satura y agota. En ese caso, qué mejor que el arte para aprender a mirar más allá. Coincidentemente es la fecha en que en el años 1911 de llevo a cabo el Primer Salón Nacional de Bellas Artes. Prilidiano Paz Pueyrredón, (nace el 24 de enero de 1823 en Buenos Aires y fallece el 3 de noviembre de 1870 en la misma). Hijo de Juan Martín de Pueyrredón y de María Calixta Tellechea y Caviedes. Cursó estudios en el aristocrático Colegio de la Independencia, dirigido por Percy Lewis, hasta completar su educación primaria. En 1835 la familia Pueyrredón se mudó a Europa, donde completó sus estudios. A causa del endurecimiento de las relaciones entre Francia y la Argentina de Juan Manuel de Rosas, los Pueyrredón abandonaron Europa para residir en Río de Janeiro. En 1849, estando el general Pueyrredón muy enfermo, la familia entera regresó a Buenos Aires. El joven Prilidiano, ya ingeniero, resultaba una figura singular en la sociedad porteña de la época, y se tejían historias acerca de su inmoralidad, fue el primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires, de los cuales se conservan dos, “La siesta” y “El baño”, hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes. Pintó a Manuelita, la hija de Rosas, en 1851, poco antes de la caída del caudillo, y a otras muchas figuras de la sociedad. A mediados de ese año, sin embargo, la ruptura sentimental con su sobrina y vecina Magdalena Costa, a quien cortejaba, lo hizo abandonar la ciudad y regresar a Cádiz, donde su padre tuviera un negocio de importación de cueros. Engendraría allí a su única hija, fruto de una aventura con una muchacha gaditana. Regresó finalmente a Buenos Aires en 1854, y puso sus capacidades al servicio de la obra pública que la ciudad portuaria desarrollaba. Trabajó en las obras de restauración y ampliación de varios monumentos, entre ellos la capilla de la Recoleta, la Pirámide de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada; diseñó la Plaza de la Victoria, un parque junto al entonces Paseo de Julio, y el puente del barrio de Barracas. Fue autor de los planos para la mansión que Miguel de Azcuénaga levantó en Olivos, más tarde obsequiada al gobierno federal como residencia para el presidente de la Nación, hoy denominada Quinta de Olivos. En las décadas del 50 y del 60 desarrollaría su labor más prolífica como pintor. Se conservan 223 obras de estos años, más de la mitad de las cuales son retratos, muchos de ellos pintados por encargo para figuras de la sociedad. Abordó también, siendo uno de los primeros en hacerlo, la temática arrabalera y gauchesca, plasmándola de acuerdo a la doctrina romántica que había adquirido en Europa. Varias de sus obras más famosas responden a estas escenas de la costa del Plata o de la Pampa: Un alto en el campo (1861), Capataz y peón de campo (1864), Lavanderas del Bajo Belgrano (1865) o Recorriendo la estancia (1865). En 1862 se le concedió la realización de un puente sobre el Riachuelo, a la altura del actual barrio de Barracas. Había proyectado un puente giratorio fantástico para la época. Pero cuando se lo libró al público una imprevisión en el uso de los pilotes hizo fracasar el mecanismo y el terreno cedió, hundiéndose el puente. La suma que los empresarios habían puesto era alta. Pueyrredón entonces realizó un nuevo contrato con el gobierno en 1867 y financió la obra. Falleció el 3 de noviembre de 1870, sin poder ver la finalización de su obra, Juan Manuel Blanes, nació en Montevideo, el 8 de junio de 1830 y murió en Pisa, Italia, el 15 de abril de 1901, de gran reconocimiento en el Río de la Plata. Por el aporte de sus pinturas a la identidad uruguaya, es considerado en su país “el pintor de la patria”. En 1844 realizó su primera pintura conocida, una imagen de la goleta inglesa Comodoro Purvis en la bahía de Montevideo. 10 años más tarde viajó a Salto, donde continuó pintando por encargo. También retocó un óleo que había realizado en Montevideo y lo regaló al general Urquiza con el título Alegoría Argentina. Urquiza lo convocó al palacio San José y le encargó una serie de obras, por lo que se mudó con su familia a Concepción del Uruguay en 1856. También pintó un retrato del general Urquiza. Luego viajó a Montevideo, y en 1858 recibe un nuevo encargo de Urquiza para decorar la recientemente construida capilla en el palacio San José, por lo que se volvió a instalar en Concepción del Uruguay, donde trabajó en una serie de siete obras sobre los Dolores de la Virgen María. En 1860 Blanes solicitó al gobierno de su país una beca para viajar a Europa a estudiar pintura por cinco años, y a cambio ofreció el envío de las obras que realizara para que su gobierno eligiese, y la promesa de fundar una academia de pintura a su regresó. En 1869 envió a Urquiza, un retrato ecuestre junto con una carta en la que le cuenta a su viejo mecenas: Exmo. Señor: Alentado por V. E. en el arte que profeso, lo estudié rigurosamente cuatro años en Europa, ayudado por el tesoro público de mi país. La pintura fue tajeada a lanzazos el día de la muerte de Urquiza. Bernardo Victorica, nace en 1830 y muere en 1870, hermano del Gral. Benjamin Victorica, quien estaba casado con Ana de Urquiza y López Jordán. Sobre el escribieron Virginia Civetta y Carlos Ratto. “Hizo sus estudios en el Colegio Republicano Federal, donde fueron sus maestros de dibujo y pintura Juan L. Camaña y Eustaquio Carrandi. Después de Caseros se trasladó con su familia a Concepción del Uruguay, donde estableció su taller. En 1860, Urquiza lo hizo designar profesor de dibujo en el histórico Colegio del Uruguay. Dos años después, inauguró la “Fotografía del Uruguay» donde por casi una década combinó los recursos del arte pictórico con el procedimiento mecánico de la fotografía, en diciembre de 1862, abre sus puertas la “Fotografía del Uruguay” propiedad del Sr. Bernardo C. Victorica ofreciendo “tarjetas y álbumes para colocarlas” funcionando primeramente en la casa de comercio del Sr. Pedro M. Irigoyen sobre la calle Urquiza a una cuadra al norte de la plaza principal. Posteriormente se muda frente a la Plaza General Francisco Ramirez (octubre de 1863) y en abril de 1863 se encuentra instalada en calle Del Comercio (actual Rocamora) a una cuadra al oeste del “Mercado”, esquina Paraná ( actual Congreso de Tucumán) frente a la casa de comercio de Darío del Castillo. Este “salón fotográfico” (así se lo denominaba) es puesto en venta en febrero de 1869 con motivo de ausentarse de la ciudad su dueño.” “Reconocido como un artista de mérito. Su fama trascendió los límites de la provincia, a tal punto que se le requirió desde Buenos Aires para que realizase el decorado del telón de boca del antiguo teatro Colón, ubicado por ese entonces frente a la Plaza de Mayo. Por ello debió radicarse en Buenos Aires. Lamentablemente, mientras llevaba adelante su labor, tuvo una conmoción cerebral que produjo su deceso el 20 de noviembre de 1870 cuando sólo contaba cuarenta años de edad. Entre la producción pictórica realizada por Victorica, durante su residencia de casi veinte años en nuestra ciudad, puede mencionarse el retrato del general Manuel Antonio Urdinarrain, que se conserva en el Museo Histórico Nacional. Dos pequeños óleos, algo deteriorados y con el color empañado por los años, se conservan en el Museo Andrés García, de nuestra ciudad. Son ellos el retrato del teniente coronel Mariano Troncoso, correcto y bien delineado, y el de su hija María Dolores. Otra obra interesante nacida del pincel de Victorica fue la titulada «La patria en peligro», cuyo paradero actual se desconoce. Pero una antigua fotografía de este cuadro permite calificarla como una obra romántica, en la que, más allá de toda mesura, el artista recurre al contraste estridente que llega directamente al alma popular, a la metáfora inflamada que golpea a la sensibilidad antes que a la razón. La permanencia de Bernardo C. Victorica en Concepción del Uruguay se prolongó hasta 1869, lapso en el cual realizó una vasta labor que habrá de culminar con la decoración del teatro “1° de Mayo», levantado frente a la plaza Ramirez, recibiendo elogiosos comentarios por su labor.” Como bien lo ha señalado Mariluz Urquijo, en su obra literaria, “Un pintor argentino olvidado: Bernardo C. Victorica, 1830-1870”, aunque no hubiera otros motivos, el nombre de Victorica merecería ser recordado por haber sido el primer pintor argentino que, sin limitarse a la pintura de caballete, intentó con éxito la decoración de grandes superficies murales. Pero, como suele ocurrir, ni los uruguayenses de aquel tiempo ni los de hoy, han tomado debida nota de que un pintor criollo, llamado Bernardo C. Victorica, que vivió en nuestra ciudad por casi dos décadas, superaba a muchos de los pintores europeos que estuvieron de paso por las tierras del Plata, cosechando fortuna y renombre. Amadeo Gras, cuyo nombre de nacimiento era Amédée Gras (nace Amiens, Francia en mayo de 1805 y fallece en Gualeguaychú, Argentina, en septiembre de 1871) fue músico y pintor francés, que al final de su vida pintó centenares de retratos y pinturas de inspiración histórica en Sudamérica, especialmente en la Argentina, donde pasó los últimos años de su vida. Estudió dibujo y pintura en París, y llegó por primera vez a Buenos Aires en junio de 1827, como músico de una orquesta italiana dedicada a la ópera. Tras un breve viaje a Chile regresó a Francia, instalándose en Burdeos. En 1830 escapó a Inglaterra, del reclutamiento por la revolución de ese año. Acompañó a Paganini en varios conciertos, incluso frente al rey Guillermo IV. En junio de 1832 llegó por segunda vez a Buenos Aires, donde realizó recitales de violonchelo en un hotel. Siendo asiduo concurrente a las reuniones que convocaba Mariquita Sánchez de Thompson. Por esa fecha comenzó a dedicarse a la pintura y a vivir de la realización de retratos de personalidades, algunos comerciantes y otros políticos y gobernadores de provincia. Al año siguiente se trasladó a Montevideo, donde pintó los retratos de los generales Rivera y Manuel e Ignacio Oribe. Se casó con una joven montevideana, Carmen Baras. En agosto de 1834 comenzó una larga travesía acompañado de su señora por las provincias argentinas, que visitó en su casi totalidad. Pintó los retratos de los gobernadores Alejandro Heredia, su hermano Felipe, y varios más. Visitó Bolivia, donde en Chuquisaca nació su primer hijo Amadeo. Retrató al mariscal Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra. En un posterior viaje a Chile retrató al presidente Manuel Bulnes y a los generales argentinos Espejo, Necochea, Las Heras y a muchas otras personalidades. En su viaje de regreso se dedicó a pintar algunos paisajes, impresionado sobre todo por el cruce del Desierto de Atacama. Recorrió las provincias argentinas que le faltaba conocer y terminó su periplo en Buenos Aires. Tuvo tiempo de dar clases de pintura y dibujo a algunos artistas jóvenes, entre los cuales se destacó Franklin Rawson, de San Juan. Se afincó nuevamente en Montevideo en enero de 1846, donde instaló un taller de daguerrotipia, forma rudimentaria de fotografía, que requería retoques a pincel y pluma. También se dedicó a imprimir los retratos de los políticos que había visitado, lo que le permitió reunir una cierta fortuna. Pintó varios cuadros sobre el Sitio de Montevideo y muchos otros temas históricos. Estos cuadros históricos, de indudable belleza y calidad técnica, resaltan precisión histórica y geografía. En 1848 hizo un viaje a Europa, pero dos años más tarde estaba de regreso en Montevideo. Después de la Batalla de Caseros viajó a Buenos Aires, y en San Nicolás de los Arroyos retrató a los gobernadores firmantes del Acuerdo de San Nicolás. Visitó Rosario, Santa Fe y Paraná, donde retrató al daguerrotipo de los constituyentes de 1853. Recorrió durante dos años la provincia de Entre Ríos. Regresó a Buenos Aires durante unos meses, pero finalmente se instaló en Gualeguaychú. En esa ciudad y en la vecina Concepción del Uruguay, capital de Entre Ríos por entonces, siguió pintando retratos y paisajes, realizando daguerrotipos y tocando el violonchelo. Una de sus obras es el retrato del poeta Diego Fernandez Espiro que hasta hace unos años estaba en poder de la soprano Graciela Beterervide, cuya familia oriunda de Paraná, residió muchos años en una chacra en lo que hoy es el barrio Mosconi. Falleció en Gualeguaychú en septiembre de 1871. Elìas Almada Correo electrónico: almada-22@hotmail.com Fuentes: Publicaciones de Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio en Facebook, «Bernardo Victorica: un pintor olvidado», Diciembre 2019 Urquiza Almandòz, Oscar, “Hace 140 años. Un pintor olvidado” Diario “La Calle” 18 de marzo de 1997. Efemérides Culturales, Históricas, Sociales y Políticas, Junio 2021. Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino
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