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» El Ciudadano
Fecha: 01/11/2024 16:55
Se lo conoce por varios nombres. Aguará Popé es el más usual en la región, pero también Mano Pelada, Mapache Cangrejero o Mayuato. Obtener una imagen de él no es fácil, requiere conocimiento, tiempo y paciencia. Una llamada de respeto a la fauna del Delta Desde hace muchos años, Pablo LosAliadoS, como se presenta en las redes sociales, recorre las islas del Delta del Paraná porque ama su paisaje, su flora y su fauna, a la que registra con su cámara. Publica las imágenes con información rigurosa en una cruzada por la preservación de una biodiversidad en constante peligro, y esta semana logró una foto que hacía rato se le escapaba, pero la paciencia dio sus frutos y la consiguió: una hembra de Aguará Popé, con cuatro crías, dentro de su escondite. Una proeza: se trata de una especie nativa de América del Sur perteneciente a la familia de los mapaches que, incluso y por sus hábitos nocturnos, la mayoría de los isleros rara vez pueden ver. Pero ahí está, en el humedal tantas veces depredado. El Aguará Popé es casi un mito. Sus patas delanteras dejan huellas que parecen humanas, pero muy pequeñas. Pablo encabezó la publicación de su registro con el título “La Guarida de los duendes”, remitiéndose a la leyenda. Lo que sigue, es el texto que acompaña las imágenes, en el que refleja la disyuntiva sobre difundir o no el hallazgo ante el temor de que despierte, como suele suceder en las islas, las miserias de la depredación por la depredación misma de la fauna, el deseo de un “trofeo” de los que persiguen los tantos cazadores furtivos que pululan en un ambiente donde el Estado se ausenta dejando hacer: Esperé algo más de un par de meses para hacer esta publicación. Espero que despierte la curiosidad de quienes no conocen la especie y también el compromiso de protegerlos. El humedal sano es su hogar, el último refugio que les queda en esta zona. Estoy convencido de que para conservar es mejor difundir y educar. Cuentan que los primeros exploradores al ver sus rastros en el barro fresco pensaron que estaban ante las huellas de duendes: sus patas delanteras dejan en el barro fresco la forma de una pequeña mano humana. Fue por 2007 cuando me enteré de que existía esta especie y también que habitaba en la zona de islas. Desde ese momento, me puse como meta verlo y, de ser posible, fotografiarlo. Algo bastante difícil, ya que incluso isleros nunca lo habían visto. Por otro lado, es de hábitos nocturnos, lo que complica la cosa. El primero que vi había sido atropellado en la traza vial a Victoria durante una creciente en 2014. A lo largo de estos años, recolecté muchas historias de encuentros con ellos, pero en general el final del relato termina con que los matan. Por curiosidad, por ver un animal extraño o dispararle porque sí, el 90% de las veces son los perros quienes lo sacan de sus escondites. En diferentes años y estaciones realicé salidas por lugares donde había vistos sus huellas, muchas veces frescas (como la que puse en un rincón de la foto) que indicaba que la especie estaba. Fue el caso en 2016: en un monte había señales de que andaban, a las semanas me enteré que los perros del puestero habían corrido a uno que se subió a un espinillo, y el puestero al ver el extraño animal le disparo. Este año volví a encontrar sus rastros en lo profundo de las islas. Para llegar, hay que dedicar un día completo, y se puede llegar en momentos extremos del río: cuando está muy crecido, por agua, o caminando cuando está muy bajo, como en esta salida. Caminé más de 7 kilómetros ese día, recorrí varios albardones y crucé lagunas y arroyos secos. No voy a dar detalles del lugar, me lee también gente no tan buena. Llevo tres cámaras en mis salidas, el celular, una cámara bridge y la réflex. La bridge, al ser una cámara chica, la suelo meter donde estimo que puede haber algo. Cuando ví este lugar, la preparé en automático, forcé el flash y luego metí el brazo por el hueco. Obviamente sin ver, calculé el ángulo, apreté levemente el obturador para que hiciera foco y calculara la luz y obturé para tomar una sola foto. Saqué la cámara y miré el visor para chequear si aparecía algo. No podía creer lo que veía, inmediatamente comencé a alejarme tan lentamente y en silencio como había llegado. Ya lejos, solo me quedé un minuto para ver si había algún movimiento, pero por suerte se vé que esta cámara que no hace ruido al ser digital no despertó a la madre y las crías. Una breve descripción de la imagen por si no se entiende. La madre está de espaldas, al fondo, panza arriba. La cabeza de ella no se ve, solo la planta de una de sus patas traseras. Y sobre ella, cuatro crías de pocos días. Regresé con una sensación extraña, entre emoción y un nudo en el estómago. La emoción de ver algo tan íntimo y tierno. Por otro lado, saber que están tan expuestos a nosotros, a nuestros peores instintos, al fuego, la caza, la pérdida de su hábitat, en este caso el monte del humedal. No volví más a este lugar, no por no poder hacerlo, fue por respeto a ellos. El duende El nombre científico del Aguará Popé es Procyon cancrivorus, pero se lo conoce de muchas maneras: Mapache Austral, Mapache Cangrejero, Manopelada o Mampelado en Entre Ríos, Mano Pelada en Uruguay, Mayuato, Osito Lavador y Kala Maki en Bolivia. Su cara es blancuzca con un antifaz negro sobre los ojos. Tiene la cola negra con anillos blanco-amarillentos. Las patas y manos son de apariencia desnuda, con dedos terminados en garra. Miden de 23 a 30 centímetros de altura, la longitud del cuerpo con la cabeza es de entre 42 a 70 centímetros y la de la cola va de 20 a 41 centímetros. Llegan a pesar hasta 15 kilos. Es un animal nocturno de hábito solitario y terrestre, buen trepador. Se alimenta principalmente de cangrejos, camarones, peces, aves pequeñas, caracoles, insectos, tortugas y ranas. También come frutas, semillas y ciertos vegetales. Se refugia en huecos de árboles, grietas de rocas, madrigueras de otros animales, siempre cerca de cursos de agua. Se trata de una especie de hábitos solitarios que se encuentra más activa desde el atardecer hasta el amanecer, mientras que la mayor parte del día prefiere refugiarse. Es por esta razón que es difícil verlos. En este contexto, generalmente suele ser fotografiado con cámaras trampa. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera que en la Argentina la especie se encuentra en una situación vulnerable.
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