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  • Irene Reyes-Noguerol

    » Diario Cordoba

    Fecha: 26/10/2024 05:13

    Irene Reyes-Noguerol (Sevilla, 1997). Graduada en Filología Hispánica, fue seleccionada por la revista ‘Granta’ como una de los veinticinco mejores narradores jóvenes en español. Autora de los libros de relato ‘Caleidoscopios’ (2016) y ‘De Homero y otros dioses’ (2018). En Páginas de Espuma acaba de publicar ‘Alcaravea’ (2024). Habla de la literatura como de un híbrido, ¿engloba entonces cualquier género? En mis textos, la hibridación suele traducirse como un intento de difuminar los límites tradicionales entre la narrativa, la lírica y el drama, los tres géneros canónicos. En concreto, la combinación de los dos primeros tiene presencia en toda mi escritura, que podría definirse como una especie de prosa poética que pretende explorar las intersecciones entre la narratividad pura y la retórica propia de la lírica. Ciertos rasgos del género teatral, como el empleo del monólogo dramático o la referencia a un tú en los relatos con narrador en segunda persona, son también visibles en algunos cuentos y forman parte de mi manera de entender la escritura. ¿Escribe cuentos como un auténtico reto narrativo o literario? Todo tipo de literatura supone un desafío, porque el lenguaje configura una visión del mundo donde, a través de la voz del escritor, la palabra desarrolla su potencia creativa. Como, en mi caso, el concepto de cuento no se limita a lo plenamente narrativo, escribir es un reto a todos los niveles. Para mí, el contenido de los textos pesa tanto como su estilo, por lo que no considero que el argumento sea lo esencial, sino la conjunción de fondo y forma. Las historias son limitadas y, por mucha capacidad imaginativa que tenga un autor, terminará siempre reescribiendo tramas que ya se han contado en innumerables ocasiones a lo largo de los siglos. De ahí la importancia de la voz individual, que permite que la literatura se renueve gracias a infinitas formas de expresión. ¿‘Caleidoscopios’ (2016) y ‘De Homero y otros dioses’ (2018) la pusieron en el punto de mira de la narrativa breve española? Ediciones en Huida y Maclein y Parker, las editoriales que quisieron confiar en mi escritura, me ayudaron mucho a empezar a abrirme camino en el mundo literario. Con ambas tuve la oportunidad de participar en eventos y contactar con otros autores que ya leía y admiraba desde antes de publicar ningún libro. La repercusión de ‘De Homero y otros dioses’, además, se vio acrecentada gracias al reconocimiento de la revista literaria ‘Granta’, cuyo jurado tuvo la generosidad de incluirme entre las mejores veinticinco voces narrativas menores de treinta y cinco años en español. Su tercera entrega, ‘Alcaravea’ (2024), ¿confirma su vocación respecto al relato breve? Sí, me parece muy importante defender las formas breves; en especial, en un país como España, donde prácticamente solo tiene cabida editorial la novela, a pesar de que hay grandes autores de cuento a quienes no se valora como se debería. Del género del relato valoro particularmente su preferencia de la intensidad sobre la extensión; es decir, la capacidad de presentar en pocas líneas instantes significativos de las vidas de los personajes. Además, al ceñirse a un espacio reducido, la indagación estilística suele resultar bastante más rica que en una novela extensa, porque el esfuerzo de condensación implica necesariamente una mayor reflexión formal. ¿El proceso creativo de un poema es comparable al de un cuento? Según la manera en que entiendo la escritura de un cuento, sí, creo que es un proceso creativo semejante al de la poesía. En ambos casos se parte de momentos muy concretos que se amplían gracias a la indagación en el detalle y la sensibilidad del yo o de los personajes. Un relato, como un poema, es una especie de latido único que debe prolongarse en el tiempo y en la memoria del lector. Ambas formas cuentan, para ello, con una diversidad inmensa de recursos retóricos. Así, lo mínimo se dilata y perdura tanto o más que los géneros extensos. En estos cuentos predomina la dureza y la oscuridad en la condición humana, ¿sigue siendo materia narrativa? Al contrario de lo que se opina normalmente, pienso que la oscuridad y el dolor son un material literario muy fértil por la capacidad de empatía del lector, no por el morbo que puedan generar. Distinto es, por supuesto, que existan novelas basadas en la violencia y el sufrimiento gratuitos para atraer al público, pero aquí quiero centrarme en las obras donde están presentes tanto la luz como las sombras, no solo estas últimas. Con la presentación del sufrimiento de otros seres humanos (porque no considero a los personajes menos que eso), tanto el autor de un texto como sus lectores dan lugar a un proceso de identificación que creo muy vinculado a la capacidad de sentir compasión por el prójimo. Esto no es ninguna novedad, ya sucedía en la tragedia griega con la catarsis; la belleza de este fenómeno está en que no se agota con el tiempo, sino que, a pesar de los siglos, la voluntad de entender a los demás permanece por encima del simple morbo por el dolor ajeno. ¿Sus personajes sobreviven, se aferran a cierta dulzura, la ternura o al amor? Creo que, a pesar de las dificultades, siempre hay un motivo por el que merece la pena seguir adelante, y en este libro suele ser el afecto por los otros. A pesar de que los personajes sufran, mantienen la voluntad de no dejarse arrastrar completamente por la melancolía, y es esta fuerza la que me interesa. No la que se defiende desde la superficialidad y hace que los protagonistas deban mantenerse enteros en todo momento como símbolo de resistencia. No pienso que un ser humano demuestre más valentía ciñéndose al concepto absurdo de que la debilidad se asocia a la vulnerabilidad, y no comparto la idea de que un personaje deba cumplir con una serie de tópicos para ser catalogado como fuerte. Personajes reales, Lope o van Gogh se mezclan con madres coraje o niñas huérfanas, ¿el propósito es una perspectiva que importa que haga saltos en el tiempo? Exacto, en ‘Alcaravea’ he intentado equiparar las experiencias de todos mis personajes, independientemente de su época y condición. Como ya sucedía en mi anterior conjunto de relatos, ‘De Homero y otros dioses’, también aquí he querido identificar vidas pasadas con otras más próximas a la actualidad. El dolor de Lope por la locura y ceguera de Marta de Nevares me parece similar a la desazón de una madre que trata de mantener consigo a toda costa a su hijo devorado por la adicción, y el amor de Almutamid y Abenámar, marcado por la comprensión mutua y el intercambio artístico e intelectual, se asemeja a la pasión inconclusa de mi tía abuela con el maestro que la alfabetizó y le abrió las puertas de la cultura. A pesar de los siglos que median entre las distintas historias, hay experiencias universales que se repiten con la única modificación de los personajes que las protagonizan y que encarnan una sensibilidad que permanece intacta. Suscríbete para seguir leyendo

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