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» Diario Cordoba
Fecha: 24/10/2024 14:56
Llueve sobre los libros de nuestra Biblioteca Nacional. ¿Habrá en el espíritu que nos junta una tristeza y una desolación más grandes? Los libros, sin hogar, sin lugar en el que cobijarse cuando la noche se hunde en su soledad, y arrecia el viento más oscuro, y llueve la lluvia más triste, la que se mezcla con el sucio del asfalto, la que no servirá para dar vida, porque correrá buscando las alcantarillas para dar agua a las ratas. Esa lluvia corrompida, que no estará en las acequias para dar jugo a las frutas, para calmar la sed de un moribundo o acariciar el cuerpo de un niño. Esa lluvia de muerte cae y cae sin piedad sobre los libros de nuestra biblioteca común, los enferma, los hace tiritar con la fiebre de la barbarie. Y los libros, esos seres indefensos, esas voces guardadas con sus páginas, deshaciéndose en tristeza, arrugando sus letras para que ya nunca nos alivien. Páginas de la derecha, páginas de la izquierda, los libros, libras, libres no entienden de política, porque el tiempo los convierte en alientos de un alma que un día se sentó, cogió una pluma y nos escribió para acompañarnos en nuestra oscuridad. ¿Dónde estamos ahora los escritores? No somos escritores, somos sólo máscaras de oropel, recogiendo premios y presupuestos, porque ahora vivimos de mentir junto a los poderosos, de callar en los palacios de los sátrapas, y que la lluvia siga anegando más libros, más voces que nos dan el sentido como humanos. Los escritores, histriones para que el poder siga cargando el depósito de nuestra pluma bien domesticada, con su tinta con la que ahogamos en mentiras un papel que sólo usamos de mordaza y de careta. Esas hojas que la lluvia estremece, ateridas de frío. *Escritor
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