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  • Jóvenes, desheredados y de derechas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/10/2024 18:01

    España se convierte, quiera o no el Gobierno, en un país de propietarios ricos vs. desheredados viviendo al límite. Desheredados que irán aumentando conforme acabe de desinflarse la riqueza acumulada por ese asomo de clase media que brotó en el último tercio del siglo XX, y de cuyo menguante patrimonio viven todavía hoy, en un quiero y no puedo, gran parte de nuestros jóvenes. Esta desigualdad en el acceso a la vivienda no es, por cierto, más que uno de los destrozos del huracán especulativo que cruza la Península, dejando paisajes rurales desolados (pese a estar repletos de placas solares) o centros urbanos y costas destruidos por la plaga turística. Este compendio de desigualdad, desolación y destrucción difícilmente va a perjudicar directamente a las generaciones mayores, la mayoría de ellas con la vida resuelta, casas en propiedad, jubilaciones garantizadas y pocas razones para temer los efectos del cambio climático, pero sí, desde luego, a los más jóvenes, cuyo futuro es la moneda con la que se apuesta en el capitalismo de casino que dirige el mundo. Sin embargo, y a pesar de lo claro que resulta todo esto, una inmensa proporción de esos jóvenes desheredados está siendo descaradamente embaucada con discursos ultraliberales y populistas. Discursos que, a cambio de baratijas ideológicas e identitarias, abducen a los jóvenes para que presten su apoyo a los proyectos políticos que más peligrosamente comprometen su futuro. Que la mayoría de jóvenes desheredados o condenados a serlo vote a las derechas, e incluso adopte (en sus opiniones y poses) el estilismo conservador de los dueños del cortijo, responde a un patrón histórico e ideológico muy viejo: aquel por el que las clases bajas y de medio pelo imitan las costumbres e ideas de las idolatradas clases altas, pero con la salvedad de que los jóvenes de ahora deberían estar lo suficientemente educados como para no dejarse engañar de esta manera. ¿Estaremos equivocados en esto? Luego está la cuestión del victimismo crónico en que chapoteamos todos. Vale con que, tras cincuenta milagrosos años de democracia en este país, creamos estúpidamente que ese es el estado natural de las cosas. Vale que parte de la izquierda se haya transformado en una troupe de curas laicos obsesionados con la moral sexual o los derechos de las minorías. Vale que se esté muy desencantado de la política. Vale con todo eso y más. Pero eso no justifica la inacción y falta de una ambición política coherente por parte de las nuevas generaciones. No vale con estar todo el tiempo quejándose. Los jóvenes son ya mayorcitos para darse cuenta de lo que se cuece. Porque en esa caldera, la carne destinada al sacrificio es claramente la suya. Suscríbete para seguir leyendo

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