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    » Elterritorio

    Fecha: 20/10/2024 14:41

    domingo 20 de octubre de 2024 | 6:00hs. Las elecciones municipales en Brasil -se votó el 6 de octubre y la segunda vuelta será el 27- trazaron un nuevo mapa en la política del vecino país, con un claro escenario de tres tercios y (como no podría ser de otro modo) con la aparición de un cisne negro, un outsider que se instaló a fuerza de vapulear seguidores en las redes sociales. En Brasil hay 5.373 municipios. Se vota cada cuatro años. No hay fuerzas políticas mayoritarias que dividen votos. Conviven varios partidos históricos con mucha implantación local que no son ni Partido Liberal (PL, Bolsonaro) ni Partido de los Trabajadores (PT, Lula). De hecho, ocurre a menudo que PL y PT no presentan candidato propio, sino que apoyan o van en la lista de otro candidato con más opciones. En términos generales, esta primera vuelta mostró buenos resultados para partidos de centro y centro-derecha y con leve ventaja para el bolsonarismo y sus aliados. Gran número de reelecciones, lo cual da a entender que no hay clima de impugnación en general. Todavía. El Centrão, entre PSD y MDB se llevaron más de 1.700 alcaldías en primera vuelta. Pueden ser más en segunda. El bolsonarismo pasó de 344 a 523 alcaldías y el PT subió de 188 a 251. El PT de Lula, pese a subir en general, no consiguió la victoria en ninguna capital de Estado con candidato propio. Sus principales éxitos vinieron de coaliciones o apoyos: victoria en Rio de Janeiro y buen resultado en São Paulo, donde Guillerme Boulos (PSOL) pasó a segunda vuelta y el PT obtuvo el mayor número de concejales (8, igual que 2020). En contrapartida el PL de Bolsonaro creció y obtuvo 7 concejales (5 más que en 2020). En lo que respecta a los estados vecinos de Misiones, tradicionalmente volcados a la derecha, donde peor le fue al PT fue en Santa Catarina. En Paraná el bolsonarismo mantuvo su performance y en Río Grande do Sul, con un llamativo 30% de abstención, fue más parejo, en la capital Porto Alegre, habrá segunda vuelta entre el MDB (centro-derecha) y el PT. Según analistas del vecino país el resultado del PT no fue del todo malo, teniendo en cuenta que Lula no estuvo en las boletas. La capacidad del centro-izquierda y de la izquierda de aglutinar alianzas exitosas en municipales, sin Lula como candidato, es menor de lo esperado. En 2026 Lula podrá presentarse a la reelección, con el único limitante -según sus propias declaraciones- de su edad, tendrá 80 años. A favor, no tendrá en contra a Bolsonaro, suspendido por el Tribunal Electoral por la intentona golpista hasta 2030. Pero para eso todavía falta y será otra conversación. El cisne negro La elección que ocupó gran parte de la atención de la opinión pública fue en la ciudad más grande de Brasil, San Pablo. Allí habrá segunda vuelta el 27 entre el actual alcalde conservador Ricardo Nunes (apoyado por Bolsonaro) y Guillerme Boulos, candidato de izquierda y apoyado por Lula. Pero antes, pasaron cosas… y tiene un nombre Pablo Marsal. El hombre de 37 años, emprendedor de autoayuda, influencer recién llegado a la política, compitió por la intendencia de San Pablo. Su imagen se viralizó al recibir un sillazo de parte de otro candidato en un debate televisivo. Marsal quedó afuera de la segunda vuelta por nada, en unas elecciones muy reñidas. Sacó el 28,14 % de los votos, a un punto de los que pasaron a segunda vuelta: Nunes 29,48% y Boulos, 29,07. Para presentarse a las elecciones Marsal alquiló una chapa, el Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB). Su campaña la hizo básicamente en redes sociales con ataques constantes a sus adversarios. Dos días antes de los comicios, Marsal publicó en sus redes sociales una receta médica en la que se detallaba la supuesta derivación del aspirante Boulos a una emergencia psiquiátrica en 2021. El documento indicaba que el candidato habría dado positivo por cocaína. Era todo falso. Boulos pidió la detención de Marsal y el episodio generó un gran debate sobre el uso de mentiras en las campañas electorales. Marsal representa los que los brasileños llaman la derecha salvaje, sin partidos y con un claro discurso antisistema, a niveles destructivos. Y que sin embargo tiene cabida en una nueva generación de votantes que no creen en las universidades (dicen que es una pérdida de tiempo), que quieren hacerse millonarios rápidamente (pero no saben cómo) e impulsan la reducción del estado. El candidato está, hay que sumarle un panorama de tres tercios para las presidenciales de 2026 (la derecha va dividida) escenario que es altamente favorable para el outsider. Cualquier semejanza con la realidad argentina, es (por ahora) futurología.

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