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» Diario Cordoba
Fecha: 20/10/2024 14:26
El duende es ese embrujo inexplicable que emociona a quienes se adentran en Córdoba y sus mágicos rincones. Córdoba tiene duende, se suele decir. Y mucho. Pero tan difícil resulta explicar lo que es el duende como tuvo que ser, hace un par de siglos, explicar la aparición de duendes (y aquí nos referimos a las diminutas criaturas mitológicas) en las calles de la ciudad. Aun así, han trascendido dos leyendas que nos permiten concluir cuál es el barrio con más duendes de Córdoba. Teodoro Ramírez de Arellano lo recoge en sus Paseos por Córdoba. La tradición oral sitúa dos apariciones en calles cercanas, a tan solo 300 metros. Estos espíritus fantásticos siempre se han relacionado con ciertos lugares en los que se manifestaban para asustar a la gente. Sin embargo, los dos seres de estas leyendas distan mucho de ese perverso interés. El horno que no funciona Se cuenta que en la antigua calle Horno del Duende (hoy se conoce como Francisco del Rosal, en honor al lingüista cordobés del siglo XVI) había, como su propio nombre indica, un horno que no terminaba de funcionar. Antiguamente, era habitual que estos se repartieran por toda la ciudad. Allí mismo hubo uno. De hecho, esa misma calle se denominó calle del Hornero por esta razón. Esa calle confluía con otra a la que se bautizó calle del Duende. Más tarde, la primera tomaría el nombre fusionado. Y la explicación, según cuentan, se debe al extraño mal funcionamiento de ese horno al que hacíamos referencia. Al parecer, se achacaron esos fallos de funcionamiento a la presencia de un duende en la casa donde estaba instalado. El enamorado Otra de las apariciones que han quedado reflejadas en los libros de leyendas de la ciudad es más curiosa aún: se trataba de un duende enamorado. Así, como lo lees. Y os preguntaréis, ¿los duendes se enamoran? Pues parece que sí. El encuentro, con una mujer, habría tenido lugar en una casa de la calle Almonas (la actual Gutiérrez de los Ríos), también en el barrio de San Andrés. Las distintas versiones generan dudas sobre si se trataba de un duende o un fantasma. Sea como sea, Ramírez de Arellano narra que, en una casa de dicha calle, quedó condenado a vagar el espíritu de un hombre que había maltratado a su padre. Más tarde, una cordobesa se habría trasladado a aquella vivienda con la herencia de un pariente, de la que había recibido mayor parte que su hermano. Ese hecho provocó la ira en el hermano, que, arrebatado por la codicia, decidió acabar con ella. Sin embargo, no contaba con la presencia de ese supuesto duende. A cada intento del hermano por asesinarla, el espíritu causaba tal estruendo que, llamando la atención de los vecinos, hacía que huyera el malhechor. Por lo visto, el duende estaba prendado de la mujer y pasaba con ella ratos y ratos conversando sobre el más allá. Sin embargo, cierto día, la mujer decidió mudarse cerca de la Mezquita-Catedral. La criatura le advirtió de que corría riesgo si tomaba esa decisión, pero ella ignoró a su acompañante durante tanto tiempo. Allí, en plena Judería, una Nochebuena el hermano arrebató la vida a la mujer. La casa de Almonas quedó vacía. La leyenda impedía que se rentara y el asesino decidió, sin temor, mudarse allí. Pasado un tiempo, el Corregidor, alertado por los vecinos, derribó la puerta de la casa y halló el cadáver del hombre junto a una soga. Según esta historia, supieron que fue una muerte extraña porque se toparon con el espíritu que moraba la casa.
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