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  • El arte de mezclar sin salir de casa

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 20/10/2024 03:52

    Tal como sucede en el resto del mundo, desde comienzos de este siglo, la Argentina vive un maravilloso renacimiento de la coctelería. El auge de las barras de bares y restaurantes, con renombrados profesionales al mando, ha hecho olvidar una actividad que era habitual en un pasado no tan lejano: la de beber en la comodidad del hogar. Más allá del vino, que siempre estuvo, está y estará como bebida oficial de almuerzos y cenas o de momentos especiales, la tradición del aperitivo antes de la comida, los licores que potenciaban aún más los sabores del postre, el glamour del cognac o el siempre encantador whisky fueron quedando reservados para disfrutar fuera de los límites de las mesas. Al decir de los hedonistas, una barra o un pequeño bar es tan importante como una biblioteca completa, un refugio –tan íntimo como social– para el placer. Y, al contrario de lo que muchos piensan, no requiere ni una gran infraestructura, ni un gran espacio, ni siquiera demasiados elementos. Con algunas herramientas propias de un bartender, productos frescos, bebidas indicadas y ciertos tips, se puede retomar la sana costumbre de disfrutar los encantos de un rico trago en la comodidad de nuestra casa. Lo primero que hay que tener en cuenta es el lugar donde va a estar ubicada nuestra zona dedicada a los tragos. Lo ideal es aquel rincón que se relacione con el relax: el living, el quincho, la sala de TV... Si es de dimensiones reducidas, se puede optar por un carrito, una mesa baja o, incluso, se puede utilizar un desayunador y complementarlo con algún mobiliario para ubicar las botellas y demás. Ahora bien, si se tiene más espacio, se puede armar con muebles específicos que vienen con estantes, cajones, con superficie de apoyo revestida en madera, acero inoxidable o mármol, todos materiales muy resistentes al uso; algunos modelos suman apoya pies a lo largo y banquetas. Una vez elegido el sitio donde va a estar nuestro bar, hay que empezar a poblarlo, en primer lugar, con las botellas. Lo básico es elegir bebidas de calidad, ya sea para disfrutarlas solas o con hielo, o bien como parte de una mezcla. Según los expertos, no pueden faltar los aperitivos (vermouths rosso y bianco, algunos bitters y amargos), ni los destilados (un gin, un vodka, un whisky, un tequila y un ron) ni tampoco algunos licores típicos de países europeos. Según el gusto particular de cada uno se pueden adicionar Single Malts escoceses o Bourbons estadounidenses, rones añejados, vodkas rusos, suecos, polacos o franceses de altísima gama y variedades de gin de diferentes procedencias. Además, es sustancial tener algunos productos fáciles de conseguir todo el año (limones, limas, naranjas, pomelos, manzanas verdes y pepinos, entre otros), o bien cuando se los consiga frescos (maracuyá, frutillas, duraznos, ciruelas y ananá, por ejemplo), como así también aromáticas, menta, gaseosas, jugos y pulpas de frutas, tónica, soda, aceitunas, azúcar, salsa tabasco, sal, pimientas y, fundamentalmente, hielo, mucho hielo. Por otro lado, no es menos importante la cristalería, un mundo aparte. Hay que tener sí o sí copas Martini con su característico diseño cónico; copas margarita de tallo largo, base mediana y boca ancha; copas flautas, las que se usan para los espumantes; copas balón o de cognac, copas spirits, un comodín que permite servir todo tipo de destilados; vasos highball, para los tragos largos; vasos Collins, más delgados que los anteriores; vasos old-fashioned para los whiskies; y los pequeños vasos de shot. No están demás algunos frascos de vidrio, de esos que se utilizan para envasar mermeladas o conservas, hoy tan de moda y que le pueden dar un toque cool a las mezclas. Manos a la obra En su libro Tragos, guía básica de la coctelería, la reconocida bartender argentina Inés de los Santos aconseja tener en cuenta tres premisas fundamentales a la hora de preparar mezclas en casa: las medidas, los métodos y las herramientas. Según su experiencia: “Es fundamental la precisión en las medidas, como así también conocer los métodos para mezclar los ingredientes y el correcto uso de las herramientas”. Respecto de las medidas, la divina proporción está representada por esta fórmula: una medida es igual a 60 ml, que equivalen a 2 oz. Para que sea más sencillo y poder respetar las cantidades con precisión, hay que tener un jigger (un vasito medidor). En cuanto a los métodos, se pueden dividir en tres: directo, batido y refrescado. El primero se llama así porque se prepara el trago en el vaso. Se utiliza cuando no hace falta mezclar demasiado porque las densidades de las bebidas son similares, o cuando se usan bebidas con burbujas. El batido, en cambio, se usa para mezclar los distintos ingredientes y lograr una densidad más homogénea. Aquí entra en juego la coctelera, herramienta fundamental. Las hay de dos tipos: la Boston (consta de dos partes, una de vidrio y la otra de metal, tiene buena capacidad y un gran recorrido) y la Bahía o de tres piezas (es la más común, tiene dos partes de metal, la tapa y el vaso; vienen de acero inoxidable, de diferentes diseños y tamaños). Y el último es el refrescado: se emplea para combinar y enfriar bebidas alcohólicas. Por lo general se usa un vaso mezclador de gran capacidad o una jarra de vidrio o cristal. A las herramientas mencionadas, De los Santos recomienda incorporar un colador oruga (sirve para colar los tragos con jugos y pulpas, tiene un espiral que retiene las semillas), una cuchara larga (se usa para mezclar y no hacer burbujas), picos vertedores para las botellas, un zester (para obtener los aceites esenciales de los cítricos y perfumar los tragos, o para hacer un twist con la cáscara), un mortero (para aplastar las frutas y obtener el jugo), una tabla de madera, un cuchillo pequeño y de buen filo, un buen sacacorchos, destapador de botellas, abridor de latas; un recipiente, pinzas y pala para hielo. No está demás, si se prefiere, tener un mixer o una licuadora para preparar cócteles frutales (daiquiris y margaritas frozen). Ahora lo único que resta es dejar volar la imaginación, disfrutar el momento y preparar tragos clásicos o de elaboración propia para agasajarse o para convidar a los afectos. Beber da placer y si es en casa, mucho más.

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