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» Diario Cordoba
Fecha: 12/10/2024 18:16
No obstante su peraltada fugacidad, el Trienio Liberal (1820-1823) fue un periodo de singular trascendencia en la evolución de la España contemporánea, que en más de un extremo cabe decir que se inició con el arranque de su conturbada andadura. De la referida etapa proviene en nuestro lenguaje político actual el término «progresista» opuesto al de reaccionario y, más común y generalizadamente, al de «moderado», vocablo también consagrado en el recorrido más reciente de la trayectoria de la España actual. Hasta la Gran Guerra, conflicto que tantas cosas cambiara en el trascurrir de la Europa de las dos últimas centurias y asimismo, aunque quizás en menor medida, en la vieja piel de toro, la división esencial de los partidos políticos respondió en España a tan gráfica definición. Durante la crisis de la Restauración canovista y a lo largo del hervoroso ciclo de la Segunda República ninguna militancia partidista se acogió extrañamente a dicha terminología, si bien fuerzas de capital proyección en el escenario público detonaron la inspiración progresista del régimen y hasta el famoso «Himno de Riego» se convirtió en varias ocasiones en nacional. Finalmente, un partido prestigioso pero minoritario, encabezado por D. Miguel Maura y D. Niceto Alcalá-Zamora, usufructuó el vocablo progresista en su intitulación. Desterrado casi por completo durante la dictadura franquista, el vocablo «progresista» resurgió con gran ímpetu en los usos lingüísticos de los días ulteriores a la abrillantada Transición como pedigrí enaltecedor de las ideas y comportamientos situados a la izquierda del arco parlamentario. Y llegado el por ahora postrero tramo de la democracia hispana se erigiría en concepto y enfoque privilegiados del socialismo acaudillado por su actual líder Pedro Sánchez. Zaherido y ásperamente criticado por desvelarse como último campeón de un comunismo ya arrojado al desván de la Historia y casi en los antípodas de la socialdemocracia vigente en todos los cuadrantes de la izquierda global, el inquieto líder del PSOE español ha acabado por dar una inusitada vigencia al referido término en sus muy prolíficos discursos así como en sus menos numerosos pero no por ello pugnaces escritos. Y todo ello, claro es, dentro de la llamada «guerra cultural» que enseñorea hodierno todas iniciativas y actividades de mayor rango de la vida política construida por los españoles de las últimas generaciones. A la muy célebre de 1936 pertenece, egregiamente, la figura impar de la gallega Carmen Parga (1914-2004), esposa del mítico Manuel Tagüeña. Hace unos decenios, de su incisiva pluma surgieron unas ‘Memorias’ que otorgaron al término «progresista» su más genuino y noble significado, como se recordará in extenso en una próxima entrega. Suscríbete para seguir leyendo
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