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  • Operación Lobo: la increíble historia del joven vasco que infiltró a ETA, llegó hasta la cúpula y casi aniquila a la banda

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 06/10/2024 02:40

    Mikel Lejarza Eguía, uno de los mayores topos de la historia del espionaje, y el libro que publicó en 2019 Mikel Lejarza Eguía -“Lobo” para los servicios, y “Gorka” para la ETA- es un vasco que, a los 25 años, fue el protagonista de una de las operaciones de infiltración en un grupo guerrillero clandestino más espectaculares, no sólo de España sino del mundo, por la velocidad con la cual fue ejecutada y por sus resultados. El hombre llega a la cúpula de ETA en 1974 y en pocos meses, gracias a su colaboración, las fuerzas policiales y el servicio secreto español logran capturar a más de 150 etarras. Fue el mayor golpe contra la banda político militar en toda su historia. Una vez expuesto, Lejarza fue sometido a una cirugía estética para evitar las represalias de ETA y se perdió su rastro hasta que, en 2012 reapareció en un documental en la televisión española en el cual él mismo va reconstruyendo la trama de la Operación Lobo en los escenarios en los que tuvo lugar: Bilbao, el país vasco francés (Hendaya, Saint-Jean-de-Luz), Barcelona y Madrid. Desde entonces, el Lobo ha publicado sus memorias y ha concedido varias entrevistas. Pese al desmantelamiento de la organización y los años transcurridos desde la llamada “Operación Lobo”, sigue viviendo bajo otra identidad. En diciembre de 1973, la ETA comete uno de sus atentados más impresionantes. Francisco Franco seguía al frente del gobierno y la organización terrorista logra matar a uno de sus principales colaboradores, el militar y político Luis Carrero Blanco, que en ese momento era ni más ni menos el jefe de gobierno. ETA logra colocar una bomba bajo el pavimento de la calle que el alto funcionario tomaba a diario para ir a su despacho. El poderoso artefacto explota al paso del auto y lo hace volar por encima de un edificio. Luis Carrero Blanco y sus dos escoltas murieron en el atentado. Así quedó la calle luego de la explosión que hizo volar el vehículo en el que se desplazaban (EFE/svb./Archivo) La espectacularidad del atentado y lo sensible del blanco elegido desatan en la dictadura franquista el afán por dar una réplica contundente. Es en este contexto que se diseña la Operación Lobo. Sobre esta historia se realizó en 2004 una película -”El Lobo”-, protagonizada por Eduardo Noriega y José Coronado, que no tuvo la repercusión merecida. Aunque incurre en cierto esquematismo o simplificación en particular en lo que hace a la motivación de los personajes, tanto del topo como de los militantes y jefes de ETA, la película es imperdible, y tiene muchas perlas porque bordea aristas complejas de esta historia evitando explicitar demasiado pero dejando suficientes insinuaciones a modo de pistas, como veremos más adelante. Es una película que enseña mucho sobre el verdadero funcionamiento del poder. Un primer tema interesante es el del reclutamiento de Mikel Lejarza. Para quien se haya preguntado alguna vez cómo se infiltra una organización clandestina, el film da una versión que es la misma que da la familia de Lejarza, aunque él, en sus apariciones posteriores, se muestra como un hombre convencido, movido por su fe católica y su deseo de hacer algo por los demás, en este caso, frenando la violencia de ETA. Tráiler de "El Lobo", película de 2004, protagonizada por Edgardo Noriega y José Coronado La verdad posiblemente esté a medio camino de las dos versiones. En el film, Lejarza, interpretado por Eduardo Noriega, es un periférico de ETA, no muy convencido, con amigos que ya están en la organización. Lo detiene la Guardia Civil en una redada. Los servicios de inteligencia, que ya están a la búsqueda de un topo, detectan las debilidades y dudas de Lejarza sobre ETA y lo presionan, insinuando que si no colabora, tendrá como mínimo un prontuario. Este es el mecanismo habitual con el cual los servicios reclutan informantes en las organizaciones: la extorsión, basada en alguna debilidad o traspié. No quiere decir que no exista el reclutamiento a partir de las convicciones o la ideología pero ése es un trabajo de largo aliento, como el que hicieron los rusos con los “Cinco de Cambridge”, pero los servicios españoles estaban urgidos. Lejarza cuenta otra historia: venía de una familia conservadora, católica y nacionalista (no separatista) y tenía amigos policías que lo fueron convenciendo. La debilidad de esta versión es que no explica por qué lo eligieron a él, que no tenía afinidad ni contacto con ETA. Pero sea cual sea la verdadera historia, lo real es que con el tiempo Lejarza demostró que no era un simple informante. Se convertirá en un cruzado, un convencido de que ETA debía ser por completo desarticulada. Por el bien de España. El patriotismo y la fe fueron sus combustibles a lo largo de más de 4 décadas de clandestinidad. José Coronado, en el rol de agente de enlace del "topo" Mikel Lejarza, en la película "El Lobo" (2004) Fernando San Agustín, que en 1975 era capitán del SECED (Servicio Central de Documentación), es decir, del servicio de inteligencia franquista, explica en el documental que un topo es el espía que, como el roedor, cava un túnel por debajo para socavar los cimientos de una organización y derribarla. Es justamente lo que hizo Lejarza. Entre sus aptitudes, confirmadas incluso por ex miembros de ETA que lo trataron, estaba su don de gentes, su simpatía y su predisposición para resolver problemas. Inspiraba confianza y ETA bajó la guardia. Como él mismo contaría más tarde, el mejor espía es el que se presenta tal cual es. El no adoptó otra personalidad para infiltrarse. Cuando lo reclutaron los servicios, tenía un pequeño emprendimiento de decoraciones y trabajaba con locales, bares, hoteles, incluso teatros. Por esta razón, tenía contactos con muchos arquitectos, lo que le sería de utilidad para ascender en la organización, como se verá. El SECED prácticamente no lo preparó: no había tiempo, tenían urgencia por mostrar resultados. En consecuencia, el derrotero de Mikel dentro de la organización dependió mucho más de su propia iniciativa que de un entrenamiento previo. Por otra parte, en una entrevista en febrero de 2023, él mismo explicó que, “en una infiltración, es el infiltrado el que tiene que armar su camino porque no hay una receta”. Eduardo Noriega en "El lobo", el momento en que "Gorka" es detenido en una redada de la Guardia Civil De todos modos, destaca la importancia de sus “tutores”, como llama a los dos agentes del SECED que mantenían contacto con él y con los cuales va analizando los caminos a seguir. Pero ellos no están ahí todo el tiempo y muchas veces tiene que tomar las decisiones solo. “Me presenté como era y fui sembrando el dato de que tenía muchos contactos por mi trabajo, y en toda España, y ellos necesitaban infraestructura”, explica. También se mostraba crítico, discutía muchos aspectos de la práctica de la organización, lo que le daba más credibilidad. En los debates internos se decantaba por los métodos pacíficos, y en eso también era auténtico. Cuando le ofrecen ser jefe de infraestructura de la ETA, contesta que necesita pensarlo. Y se toma dos días para responder, cuando le estaban abriendo las puertas del cielo. Una prudencia que daba más realismo a su conducta. Pero volvamos al principio: una vez que acepta la misión, Mikel se suma a ETA en Bilbao, como un militante más, con el nombre de guerra “Gorka”. Las primeras misiones que le encargan son las de pasar armas por la frontera norte de España, desde Francia. El País Vasco francés es la retaguardia de ETA. Allí incluso cuentan con protección del Estado francés que hace algo más que la vista gorda, dirá Lejarza años después. Pensemos que estamos en la década del 70 y que todavía España vive bajo la dictadura franquista. Mélanie Doutey y Eduardo Noriega en una escena del film "El Lobo". El destino interviene en su favor cuando sus dos camaradas de comando son detenidos y él logra escapar. Solo unos pocos miembros del servicio secreto saben que él es un topo. Para la Guardia Civil, Mikel Lejarza es desde ese momento un prófugo más de ETA a capturar. Pero esta circunstancia es una oportunidad de oro para la Operación Lobo: sus tutores le aconsejan que huya a Francia y retome contacto con la organización. En el país vecino está la cúpula de ETA y todos los cuadros “quemados”, o sea, detectados por las autoridades. Es en Francia donde logra penetrar más profundamente en la organización llegando a integrar la conducción como responsable de infraestructura. Allí conoce a dos de los máximos jefes de ETA: “Ezkerra” y “Wilson”, ambos implicados en el atentado contra Carrero Blanco. Referentes emblemáticos de ETA, mitos vivientes. En Saint-Jean de Luz, los etarras vivían “apilados en pisos”, recuerda Mikel. En la estación de tren de Hendaya se reunía cada tanto con sus tutores, o bien dejaba papeles con información en autos marcados con una señal. Hay un diálogo muy logrado en la película El lobo, entre Gorka y su “tutor”, encarnado por José Coronado, cuando éste le dice: “Les pasa a todos los agentes”, en referencia a que éstos ansían ver de inmediato resultados de la información que proporcionan, mientras que los servicios de inteligencia, las fuerzas de seguridad, los políticos, el gobierno, etcétera, tienen otros tiempos y otros intereses, no siempre confesables. Esto le ocurrirá a Gorka en más de una ocasión. La primera es cuando estando en Francia comunica que habrá una reunión de toda la cúpula de ETA y propone envenenarlos. Como jefe de infraestructura, él se ocupa de toda la logística de la reunión, por lo que le resultaría muy fácil hacerlo. Su oficial de enlace eleva la propuesta. Los jefes se niegan en redondo. En "El Lobo", el actor francés Patrick Bruel encarna a Eskerra, el jefe de ETA en el momento de la infiltración de Mikel Lejarza Otras desinteligencias son fruto de la descoordinación entre fuerzas. En un documental sobre la Operación Lobo, la periodista Pilar Urbano dice: “Los servicios de Estado eran flojos, estaban descoordinados, se solapaban, tenían distintos mandos, disciplinas, obediencia y objetivos. Ponen en riesgo la vida de Lobo”. Un elemento que incidía en el desorden, admitido por el propio capitán Fernando San Agustín, era el deseo de algunos funcionarios de colgarse los galones de méritos ajenos o exhibir logros lo antes posible, lo que atentaba contra la prudencia y discreción que requieren este tipo de actividades. Uno de esos momentos en que la vida de Lobo estuvo en riesgo fue cuando, enterados de una reunión de ETA en un local en Francia, la policía española decide actuar a espaldas de los franceses y poner una bomba en el lugar, para lo cual recurren a un grupo parapolicial. El SECED le avisa a Lejarza y le pide que no vaya ese día al encuentro. Él les explica que de ningún modo puede faltar a la reunión sin levantar sospechas, dado que es parte de la dirección del grupo. Decide ir de todos modos a la reunión y, para minimizar el daño, se ubica cerca de una columna en el interior del salón. La precaución da resultado: sale ileso del atentado en el que mueren seis etarras. Gracias a su determinación, tomada en solitario y contrariando la orden de sus tutores, el topo sigue en carrera. Estado del coche en que viajaba el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, tras el atentado. Efe/ Archivo Concluida la etapa de preparativos en Francia, los etarras inician el regreso a España. Estamos en el segundo semestre de 1975. Un grupo va a Barcelona, otro a Madrid. Se distribuyen en los departamentos que Lobo consiguió en ambas ciudades gracias a sus contactos con “arquitectos”. En realidad, fueron provistos por el SECED que de este modo los tiene en sus garras. Uno de los objetivos de la banda era organizar una gran fuga de etarras de la cárcel. Previamente, atracan un banco para conseguir fondos. La policía los intercepta y en ese hecho, en el que muere un policía, son detenidos Wilson y otro militante, Txiki. Este último, llamado Juan Paredes Manot, fue sometido a consejo de guerra y condenado a muerte. Pese a las protestas internacionales, fue fusilado el 27 de septiembre de 1975 junto a otro miembro de ETA (Angel Otaegui) y tres del FRAP, Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena, en las que fueron las últimas ejecuciones de la dictadura franquista, ya que el Generalísimo muere poco después, el 20 de noviembre del mismo año. El dato extraño, subrayado también por Pilar Urbano en el documental, es que la dictadura no fusiló a Wilson, pese a que conocía su implicación en el atentado contra Carrero Blanco que era supuestamente la afrenta que quería vengar. Francisco Franco murió el 20 de noviembre de 1975 (Getty Images) Se produce en ese momento la segunda desinteligencia grave entre servicios y Guardia Civil. Disponiendo de los datos sobre la ubicación de los etarras en Madrid, gracias a Gorka pero sin saberlo, la policía decide proceder a las detenciones. En compañía de otros integrantes de ETA, Lobo se encuentra atrapado en un operativo montado para detenerlos. Como están todos armados y no dispuestos a entregarse se produce un feroz tiroteo en plena calle. Huyen por separado, pero la policía los va atrapando uno a uno. Varios mueren y uno es capturado. La suerte o el destino vuelven a intervenir evitando que Mikel Lejarza muriese como un terrorista más. En la huida, se refugia al azar en la casa de un matrimonio anciano. Como la policía está peinando el lugar, Gorka llama al teléfono de extracción, esa línea de emergencia que los infiltrados esperan nunca tener que usar. Al revés que en las películas, ese número, que debería ser atendido 24 x 24 y 7 sobre 7 está conectado a un contestador… En su desesperación, Gorka comete un error. Grita en la línea: “¡Soy Lobo, soy Lobo! ¿dónde coño estáis?” Finalmente su mensaje es escuchado y lo rescatan. Pero los ancianos son entrevistados por la prensa, y al día siguiente los diarios titulan: “¡Soy Lobo! ¡Soy Lobo!” La enigmática frase pronunciada por un etarra en huida está impresa en grandes letras de molde en los diarios. Fue un operativo de la Guardia Civil realizado a tontas y a locas que por poco compromete todo el trabajo de infiltración de Gorka. El tiroteo obliga a adelantar todo y decenas de etarras son detenidos. Mikel Lejarza en una reciente aparición, con peluca, barba y anteojos A ETA ya le habían llegado rumores de que tenía un topo. Ahora saben que se llama Lobo. Gorka es el único sobreviviente del tiroteo. Por primera vez sospechan de él. Lo citan en el bar La Oca de Barcelona. Viene el n°1, Ezkerra (Iñaki Múgica Arregui), junto con José Ramón Martínez, alias Montxo, jefe de los comandos, y otros. Le dicen que han decidido seguir adelante con todo y le encargan trasladarlos a Madrid. Llegados a la Capital, lo encaran. Lo llevan a una casa en las afueras. Es el momento de máxima tensión para un agente. Intuye que está quemado y a punto de ser ejecutado. Él lleva dos pistolas. Duda interiormente de qué hacer. Cuando finalmente le dicen: “Nos informaron de que eres un servicio infiltrado”, Gorka estalla en carcajadas. No sabe si fue estrategia o nervios. Pero le sale bien. Como insisten y le piden que no se ría, saca sus armas y se las entrega: “Si pueden pensar eso de mí, me voy, y pueden dispararme por la espalda”. Con eso logra convencerlos. Pero los servicios ya saben que está en peligro y deciden actuar. Ezkerra y John son detenidos en el piso conseguido por Gorka. Montxo aparece muerto en la bañera con un tiro en la nuca y su familia pensará siempre que fue el topo el que lo mató. Él asegura que Montxo era el etarra al que más apreciaba y que lamentó su muerte. En total, gracias a la Operación Lobo, son detenidos 158 integrantes de ETA y quedó desarticulada toda la conducción de la organización. Las calles del País Vasco aparecen empapeladas con afiches de ETA comunicando la traición de Mikel Lejarza y su condena a muerte. Buscado: los afiches con la foto de Mikel Lejarza denunciado como traidor Gorka desaparece. Por muchos años nada se supo de él. Sólo rumores: que se había hecho una cirugía estética, que vivía en México, que estaba muerto… Hasta que en el año 2012 se emitió el documental en el que el propio Mikel Lejarza aparece, de espaldas, contando su historia. No sólo sigue vivo sino que durante todos estos años siguió trabajando para los servicios. Cambió 5 veces de identidad y 27 veces de domicilio. Poco después de la Operación Lobo, conoció a la que es su esposa y madre de sus hijos. Irónicamente, Eskerra y Wilson, los dos máximos jefes de ETA que él contribuyó a atrapar, caminan hoy por la calle sin riesgo alguno, mientras que él, pese a los servicios que brindó al Estado para la captura y desarticulación de la organización terrorista, debe seguir en las sombras. La amenaza de ETA no fue la única que pesó sobre Gorka. Hubo un momento en que su presencia se volvió incómoda para el SECED y corrió el rumor de que los servicios evaluaron eliminarlo. Él no lo confirma pero sí siente que su labor no fue lo suficientemente reconocida. “No tengo rencor -dice en el documental- Están todos perdonados. Tengo la conciencia tranquila. Me he sometido a una cirugía, he perdido mi identidad, mis amistades, mis estudios, la relación con mi familia, mis padres, mis hermanas, todo lo que tuve hasta los 25 años cuando empecé en este trabajo”. Los ex etarras rehicieron sus vidas, amnistías mediante, mientras que él sigue clandestino. “Eso se lleva muy mal”, admite. “¿Te consideras un traidor?”, le pregunta el conductor del documental. “No, soy una persona que ha hecho bien su trabajo”, responde. Hay una escena significativa en la película, donde una etarra, Amaia, acusa a Gorka: “El pueblo vasco no admite traidores”, y él replica: “Vosotros no sois mi pueblo, sois una pandilla de fanáticos”. La escena del film "El Lobo", en la cual una etarra encara a Gorka y lo acusa de traidor al pueblo vasco. Él replica: "Ustedes no son mi pueblo, son una pandilla de fanáticos" Mikel Lejarza dice que la fe lo impulsó: “Soy católico ferviente y quería hacer algo por los demás”. “He recibido agradecimiento de la gente normal -dice-, de los policías, nada”. La historia de la Operación Lobo tiene otros matices interesantes y lecciones sobre cómo opera el poder con estos grupos a los que por momentos combate y por otras parece preferir manipular. La escena final de la película es en ese sentido reveladora. Y no es ficción, porque Lejarza ha confirmado que así fueron las cosas. Terminada la redada en Madrid, él le ofrece a su oficial de enlace seguir en ETA. Quiere volver a Francia donde los pocos cuadros que han sobrevivido se están reorganizando y le asegura que él puede hasta llegar a conducirlos y reorientar su política, llevarlos a abandonar la lucha armada o, caso contrario, nuevamente desarticular la organización. En el film, el jefe le dice: “¿Y luego qué hacemos? ¿Montamos un estanco (quiosco)?” Y agrega que, como se avecina el cambio de régimen, ETA puede ser útil para condicionar la transición. Mantener la amenaza terrorista latente, puede tener sus ventajas para algunos. Gorka confirma que esto fue así. Incluso cuenta que les pidió que le dieran un tiro en un brazo por ejemplo, para cubrirse frente a ETA y que no sospecharan. Además, sabía que en Francia, había cuadros de la organización que querían dejar las armas y formar un partido político y creía que podía contribuir a que lo hicieran. Me dijeron: “No, no, ya has hecho bastante. Déjanos a nosotros que tenemos todo controlado”. Cuando Lobo le propone terminar con ETA, su agente de enlace le replica: "¿Y después qué hacemos?, ¿montamos un estanco?" “Acabar con ETA en ese momento no interesó”, dijo años después. Y se preguntaba si habría sido por triunfalismo o por qué otra motivación. Esto no es privativo de España, ni del franquismo. Sucede en todos lados y es frecuente que los servicios de inteligencia tengan esta relación dual con los grupos al margen de la ley, a los que muchas veces controlan más de lo que admiten, manipulan o mantienen en estado de latencia para cuando se los necesite. Sucede con muchos cuadros supérstites de organizaciones diezmadas. Por ejemplo, otro elemento que aparece en el film y que no es ficción, es la insinuación de que también Ezkerra era un topo, aunque no del mismo servicio. ¿Y qué sucedió en la vida real con este jefe de ETA? Pese a que supuestamente era el cerebro detrás de la muerte de Carrero Blanco, no fue condenado a muerte. La amnistía previa a los Pactos de la Moncloa lo dejó en libertad en 1977 tras pasar solo dos años tras las rejas. Se fue por un tiempo a Noruega, junto con Wilson -otro que zafó del fusilamiento-, y regresó a España poco después donde continuó con su militancia en el nacionalismo vasco. La ya mencionada Pilar Urbano, al igual que otros periodistas como Manuel Cerdán y Lorenzo Ramírez, cree que Ezkerra era un agente doble, reclutado por la CIA. Gorka volvió a aparecer en 2019, cuando publicó sus memorias, y en 2022 dio él mismo una conferencia de prensa para presentar un segundo libro, ambos escritos en coautoría con el periodista Fernando Rueda. En esta ocasión apareció caracterizado con peluca, barba y lentes. Mikel Lejarza, alias Lobo o Gorka, durante la conferencia de prensa de 2022 También dio varias entrevistas radiales y televisivas (por teléfono) y dejó al menos dos definiciones interesantes e inquietantes. La primera fue la afirmación de que se pudo acabar con ETA mucho antes. De hecho, luego de este brutal golpe dado en 1975, y de la negativa de los servicios de rematar el trabajo, ETA se reorganizó y siguió sembrando el terror en el País Vasco y más allá. Además de los atentados con bomba y otros métodos, durante muchos años se dedicaron a fusilar civiles (concejales, diputados, funcionarios) por el solo hecho de ser integrantes del Partido Popular, o bien a extorsionar empresarios cobrándoles el “impuesto revolucionario”. El propio Gorka dice que la conducta de sus jefes no tenía sentido, “porque luego vinieron los años duros” de la organización. Otro dato interesante que da es que ETA no quería la transición, no quería la democracia. Como suele suceder, muchos de estos grupos armados actúan con la lógica de que “cuanto peor, mejor”. Y terminan siendo funcionales al enemigo que dicen combatir. Y éste así lo entiende, por eso en muchas ocasiones los deja hacer. Este 5 de octubre se cumplió en Argentina otro aniversario del asalto al cuartel de Formosa en 1975. Una operación militar descabellada de la organización Montoneros que le dio argumentos a los que querían derrocar al gobierno de Isabel Perón. La segunda definición importante de Lejarza es que, cuando le preguntan si ETA puede reorganizarse, él responde: “Diría que sí, pero no iría muy lejos. Aunque, como a nivel político se está dividiendo a España… Estamos en un momento muy difícil, España está destruida, la hemos partido, la hemos roto, la unidad de España está hecha polvo. Entonces, por una parte sería imposible pero por otra parte, si tú le estás dando las armas y estás dividiendo a España en trozos, pues lógicamente es más fácil”. Acá demuestra Mikel Lejarza que es un patriota. Apunta a la verdadera razón de ser de ETA: dividir a España. Conocer sus intenciones permitiría también conocer a sus mandantes, entre los que no se cuenta el pueblo vasco precisamente, como bien le dice Gorka a Amaia cuando ésta lo acusa de traidor.

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