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  • Política stand up

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 05/10/2024 19:45

    Gracias en buena medida a la inmediatez y fugacidad de las redes sociales, y a la consecuente búsqueda de efectismo a corto plazo, la política se nos ha vuelto a todos de un tiempo a esta parte indiscernible del stand up, la “stand up politik”, y se nos han mudado penosamente la elocuencia en estridencia, el silogismo en metáfora y la argumentación en diatriba, siempre a la búsqueda del impacto, que no a la de la comprensión. Así las cosas, la profesión de político ha quedado reducida a la profusión de casi todo lo compatible con esa nueva lógica discursiva, es decir, los lugares comunes vacíos de significado, las bromas fáciles -casi siempre de escaso gusto e inteligencia y final esperado-, las terminologías incompresibles (e interminables) y, por qué no decirlo, también los agravios e insultos, cuando no las amenazas, cada vez menos veladas, cada vez más atrevidas y atemorizantes. Políticos locales y extranjeros, gobernantes y opositores, pocas son las excepciones -honrosas y onerosas- que quedan al margen de esta nueva y simplista manera de hacer política, cada vez más asentada, cada vez más asumida, cada vez menos cuestionada, en especial por sus inermes destinatarios. De este modo, hacer política se parece cada vez más al rap, todo breve, todo escenificación de la rima, escaso contenido pero mucho ritmo perfectamente diseñado por legiones de asesores que miden el resultado de sus estrategias en tiempo real, que es el más irreal de los tiempos, el carente de la cadencia que alguna vez estuvo asociada al arte de hacer posible lo imposible. Como era de esperar, la política stand up tiene graves consecuencias para la calidad de la vida cívica de la democracia en tanto que devalúa la palabra a favor del eslogan, en tanto que pone verborragia allí donde cabría esperar pensamiento, en tanto que inventa disputas con enemigos imaginarios precisamente en un mundo, el público, en el que los políticos debieran procurar los encuentros. Así, la actual crisis de la representación política es en gran medida, o ante todo, esa misma “crisis de la narración” tan lúcidamente diagnosticada por el pensador surcoreano Byung-Chul Han en uno de sus últimos y tal vez mejores libros. Sin embargo, es muy poco probable que esos políticos de ahora hubieran ya empezado sus carreras de este mismo modo. Más bien, por el contrario, lo posible es que su stand up de hoy hubiese sido un start up de antes, un iniciarse hacia el futuro convencidos de su capacidad por cambiar el mundo y, con él, transformar también la vida de sus semejantes, y al que un tanto de cinismo y un mucho del peor marketing han conducido a este puerto. Una de las primeras obras de Aristóteles fue la Retórica, que tendría que ser un libro de cabecera para todos cuantos aspiran a dedicarse a una política que no sea mero stand up. Pero la Retórica solo fue en Aristóteles un primer paso hacia la Poética, del mismo modo que su Ética a Nicómaco lo fue con respecto a la Política. Andamos todos cada vez más necesitados de políticos que sean al mismo tiempo retóricos, poéticos y éticos o, cuando menos, que hagan valer esos tres grandes rasgos que el pensador alemán Jürgen Habermas atribuye al discurso público: que sea verdadero, que sea sincero y que sea correcto. Que sea, que no es poca cosa. * Profesor de Ética de la Comunicación, Universidad Austral.

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