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» Diario Cordoba
Fecha: 02/10/2024 04:48
No hay ni una prueba científica de que los valores morales o los vicios del alma tengan un cromosoma específico y se hereden. Como no la hay de que una persona por nacer a cien metros de un lado u otro de cualquier frontera, siempre arbitraria y móvil, tenga unas cualidades espirituales mejores o peores. Sin embargo, seguimos aceptando ese peligroso juego, que el ultranacionalismo ha llevado a lo ridículo, de que una persona hereda las virtudes y pecados de su padre. ¡Qué estupidez! Eso es tanto como volver a la Edad Media y obligar a que todos acepten su condición de nacimiento y clase social de por vida sin más esperanza. Quizá es lo que se pretende. Más idiota es aún pensar que uno debe asumir con valores de hoy en día lo que hizo en el mismo territorio no solo de sus progenitores, sino los de decenas de generaciones anteriores, siglos antes de nacer, cuando ni el territorio, ni la sociedad, ni aquellos individuos, ni la política tenían nada que ver con lo que hay ahora. Como ya me verán venir, digo todo esto por la polémica sobre la petición de responsabilidades con criterios actuales de lo que hicieron en Hispanoamérica gente de por aquí (o por allí). Como México, que cuando era Nueva España tenían poco menos que colonizada directamente a Filipinas, por ejemplo; o en Argentina, en donde el genocidio indio se produjo por los argentinos, que por entonces ya se habían independizado de España. Aún aceptando ese arriesgadísimo juego sin sentido, recordemos que si de la Península salieron brutales explotadores no fueron mis antepasados, sino los de los actuales pobladores del otro lado del charco. Los míos se quedaron aquí, labrando la tierra y pasando también hambre, muchísimo más cerca de aquella casta de opresores que sangraban al pueblo a una y otra orilla del Atlántico. De la Historia hay que aprender siempre. De hecho, es imprescindible como referencia para mejorar como individuos y sociedad. Y también hay que aceptar que es inevitable entenderla en cada época y cada cual a su manera. Pero de ahí a reinterpretar el pasado para generar culpas, inventar agravios, justificar conflictos, creerse superiores a cualquiera o, sencillamente, tirar balones fuera por los errores de los dirigentes actuales... hay un trecho. Y si me equivoco con lo que digo seré responsable de ello e intentaré mejorar. Pero nadie es responsable de más pecados que los suyos. Suscríbete para seguir leyendo
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