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  • Qué fue de la vida de Walter Hugo, el célebre relator de fútbol de Rosario

    » La Capital

    Fecha: 01/10/2024 19:07

    Llegó a Rosario desde Uruguay a finales de la década del 80 y marcó un estilo en las transmisiones radiales de la ciudad. Historia de un personaje multifacético Se define como autodidacta. Dice que empezó a dibujar “de chiquito” porque siempre le gustó y confiesa que lo mismo le pasó con la música. Por eso tocaba la batería de puro coraje, porque esa práctica lo elevaba “al quinto cielo". Fue bombero, ilustrador de cómics, obrero portuario y hasta se congregó en una comunidad cristiana para intentar iluminar aquel túnel oscuro que transitó alguna vez. Lo cierto es que se trata, en el sentido más lato, de Walter Hugo, el histórico y prestigioso relator uruguayo, quien llegó a Rosario a fines de la década del 80 para cautivar con sus relatos icónicos a toda una generación de oyentes cuando aún la radio se llevaba a todos lados. Walter Hugo forma parte, junto a Eduardo Vera y Víctor Hugo Morales, de esa camada de relatores uruguayos que marcaron a fuego las transmisiones deportivas cuando cruzaron el charco. Relató mundiales, Copas América y una infinidad de partidos que lo hicieron una marca registrada de las transmisiones radiales de fútbol. Sin embargo, hoy decidió apagar el micrófono por un rato para tomar el pincel, la birome y componer música en Ybarlucea, donde vive con su familia, que lo ayudó a atravesar algunos vaivenes anímicos y económicos que lo marcaron en los últimos años de trayectoria. Historia de un personaje multifacético y con silencio de radio. Walter Hugo García nació un 8 de diciembre de 1956 en Artigas, Uruguay. Cuenta en diálogo con La Capital que su trayectoria en la radio comienza primero como un juego en la barra de amigos de su ciudad natal y luego en un estudio de la radio de aquella localidad, cuando su madre ya no soportaba más el vozarrón de un relator de fútbol a tiempo completo. walter hugo3.jpg Walter Hugo junto al micrófono de la vieja radio LT3. Marcelo Bustamante / La Capital - archivo "Arranqué a jugar que relataba el partido de mi barra. Iba al arco porque era el lugar más cómodo de la cancha para hacerlo. Soy hincha del Bolso (Nacional de Montevideo) y siempre escuchaba a Heber Pinto, un tremendo relator y a Carlos Solé, los dos más grandes que tuvimos en Uruguay junto a Victor Hugo Morales, el mejor de habla hispana", recuerda. Por ese entonces tenía apenas 14 años, ya había cambiado al voz y no paraba de relatar en todo el día. Entonces su mamá se cansó y fue a hablar con el director de la radio del pueblo, que era su primo hermano. "Se la pasa todo el día relatando, juega que está en la radio, me tiene repodrida", recuerda con gracia al comentar la charla que su madre estableció con el director de la radio. —¿Cuando comenzás a relatar un partido de fútbol? —Resulta que se jugó la final del pueblo y el que perdió reclamó el partido y al martes siguiente se jugó otra vez. El relator se había ido de vacaciones, entonces el dueño de la radio me fue a buscar a casa y me llevó a la cancha para que relate el partido. Era un estadio más o menos como el Gabino Sosa y estaba totalmente lleno. Entro, voy a hasta la cabina, pero no tenía idea. Y ahí me enseñaron cómo parar a los jugadores de cada equipo en la hoja de papel, pero la primera sensación de escucharme por el retorno de los auriculares me alienó, fue muy raro, porque sonaba muy distinto. Ese fue el primer choque que tuve y me desconcentró por completo, entonces el locutor publicitario se dio cuenta y me dijo que me saque los auriculares e imite a Heber. Los primeros 15 minutos sufrí: me apuraba y tenía dificultades, ya que la clave es poder mantener el ritmo de la respiración. De grande me di cuenta que el juego fue un proceso que me ayudó. Imaginate que tenía relatados 55 mil partidos en forma de juego. Entonces, después que superé eso no tuve problemas. Me invitaron a un programa de la noche que tenía mucha audiencia, a tal punto que un día me llama una mujer para decirme que me quería conocer. Nos encontramos en un bar enfrente de la radio, pero cuando llegué me di cuenta que tenía la edad de mi mamá (risas). Entonces, como pude, disimulé y me fui hasta que un día tuve la oportunidad de decirle quién era yo, la edad que tenía y lo entendió perfectamente con absoluta ternura. El dibujo y la historieta, una de sus pasiones Walter Hugo apunta que su pasión por el dibujo comenzó desde pequeño. "Tuve la bendición de Dios. En el año 1996, me encontraba de vacaciones en Solymar, a 23 kilómetros de Montevideo. Fui a hacer los mandados al supermercado y en la cola me reconoció un hombre de cuando relataba para Radio Oriental. Nos pusimos a charlar y me dijo que era dibujante de cómics; yo le dije que era aficionado. Le dije si dudar que en Uruguay se iba a cagar de hambre y me dijo que lo hacía para DC Cómics y me invitó al estudio. Yo no lo podía creer. "Me va a venir bien que vengas porque estoy todo el día encerrado y a vos te gusta el fútbol", recuerda que le dijo. Y a partir de ese momento comenzó todo. No obstante, el singular detalle es que aquel ilustrador que lo había cruzado en la cola del súper e invitado a su estudio era, nada más y nada menos que Eduardo Barreto Ferreyra, quien dedicó toda su vida a la editorial estadounidense. —Y ahí es que comienza tu aventura como dibujante... —Estuve un año y él me fue dando cosas para hacer. Tenía que dibujar la historieta de Batman. Le enviaban de Nueva York los guiones, él bocetaba a lápiz y enviaba por mail; le corregían, aprobaban y recién ahí lo pasaba al papel original. En ese lapso me enseñó a dibujar con pincel: les hacía los fondos de los cómics y empezó a hacer cada vez más páginas. Dibujé para DC cómics a lo largo de seis o siete historietas sin figurar en ningún lado y eso me sirvió un montón. —¿Y después de esa experiencia con Barreto, cómo sigue? —En Punta del Este me puse a trabajar profesionalmente porque además también era bombero. El mejor trabajo que hice fue para la conferencia del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio por su sigla en inglés), que se realizó en el hotel La Capilla, donde se hospedaba Mirtha Legrand. Me pidieron que recreara un trineo ruso tirado por renos. Yo nunca había dibujado en grandes dimensiones, así que tuve que pedir asesoramiento. También me pidieron que le haga cien copias a mano, una por una, para la carta del menú de los conferencistas del GATT. La cuestión es que terminé con tendinitis en el hombro derecho porque no podía mover al brazo (risas) después de dibujar una semana sin parar. Fue una locura. Pero quedó espectacular. Fanático de la música y el rock de los '70 Revela que su banda preferida fue Led Zeppelin y luego menciona a Depp Purple, Black Sabath, Queen, Santana, Jethro Tull, Creedence y Eric Clapton, entre otros. Asegura que le apasiona la música y tocar la batería. "Fui autodidacta hasta los 30 años. De pibe tocábamos en una bandita con mi amigos en Artigas hasta que conocimos a Los Gatos, Almendra, a Pappo. Nos dimos cuenta que había otras cosas y empezamos a componer hasta mis composiciones, que las hice con músicos profesionales", precisa. —¿Cuándo empezás a tocar la batería? —Empecé a tomar clases con Lucas Contreras y me compré una batería eléctrica. Estuve un año dedicado a eso y fue uno de los años más felices de mi vida. Esto hace cosa de diez años atrás. Encontré una página que podías comprar canciones originales sin el sonido de la batería y así me armé un set de 14 canciones con Led Zeppelin, Creedence, The Mamas & The Papas, Beatles, y así. Tocaba durante horas. Lo más curioso era que estabas tocando con la banda y era realmente sorprendente porque te ponías los auriculares y estabas tocando con la banda. Uno de los temas más icónicos en lo personal es "Heartbreaker", de Led Zeppelin, y lo toqué sin equivocarme. Me agarró un ataque de llanto que no pude parar durante 15 minutos: ¡Era John Bonham y estaba tocando con Led Zeppelin! Cada vez que tocaba terminaba en el quinto cielo. La verdad que si me hubiera dedicado desde los 14 años como lo hice con el relato, hubiese sido un baterista de una banda de rock, seguramente. El profe me decía que yo, con 60 años, era el mejor alumno que había tenido. Pero después regalé a la iglesia a la cual me congregaba. Relatos breves y novelas Además de la música y el dibujo, Walter Hugo tiene libros editados y algunos cuentos en los cuales se da el gusto mientras se encuentra en su casa, alejado de la gran ciudad y rodeado de su familia. Asegura que tiene 50 relatos cortos y cuatro novelas terminadas, aunque suele no publicarlas. "Escribo pero me las guardo", comenta con simpatía. Entre los cuentos escritos, se encuentran: "Por qué perdimos la final de Italia 90" y "El festejo del campeón", aunque aún no se animó a publicarlos y sólo tienen una divulgación para su círculo íntimo, puesto que lo hace como un pasatiempo. Escribió "La Biblia, el Fútbol y la Radio. A puro cuento", su primer libro. Y después editó "El relator del pueblo y otras historias". En ambos cuenta anécdotas de su profesión a manera de relatos cortos. La llegada a Rosario a relatar para Radio 2 —¿Cómo te contactan para relatar en Rosario? —El 18 de julio 1987 debuto en Radio 2. Me contrata Jorge Simadoni, dueño deRueda Publicidad. Habían ido a buscar un relator a Uruguay. (Carlos) Molfino fue a buscar a Radio Oriental a Eduardo Vera, que se vino para LT8. En eso se pusieron a escuchar casetes y a Simadoni le gustó el bombero, o sea, yo. El interés llegó vía teléfónica por Da Silveira, pero pensó que era una broma, ya que a ese prestigioso comentarista deportivo lo imitaban todos en Uruguay por su particular tono de voz. "¡Dale, pelotudo! ¡Tengo un franco al mes y me venís a joder ahora!", recuerda con comicidad de aquella vez hasta que comprobó que era cierto. Le prometió que si no era el relator de Radio 2 iba a ser de Radio Oriental de Montevideo. "Acá te van a chapear, pero te van a pagar mejor en Rosario. Y así fue. Con lo que me pagaban me podía comprar heladera, cocina, una plancha, un horno microhondas y me sobraba plata", rememora. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Walter Hugo (@walterhugogol) En eso, recuerda cuando salió a caminar por calle Mendoza y se topó con los carteles publicitarios que anunciaban su llegada a la radio. "Me vine al hotel Majestic. Me iba caminando hasta Oroño y caminaba por Mendoza hasta San Martín e iba sacando fotos de todas las columnas en perspectiva para mandárselas a mi viejo", destaca. Ese equipo deportivo estaba conformado por Miguel Ángel Tessandori en los comentarios y Carlos Turdo como locutor comercial. La particularidad era que Radio 2, con Walter Hugo y Tessandori, transmitía a Newell's o Central cuando jugaban de visitante salvo cuando jugaban el clásico, mientas que LT8 (Eduardo Vera y Carlos Molfino) y LT3 (Eduardo Luis y Luis Alberto Yorlano),·lo hacían en condición de local. Cabe recordar que por aquel entonces todos los partidos de primera división se jugaban los domingos a las 15. —¿Cuál fue el primer partido que relataste? —El primer partido fue un 18 de julio 1987 en Mérida, Venezuela, entre Estudiantes de esa ciudad y Central por Copa Libertadores. Televisó Canal 3 y puso la transmisión de Radio 2 en el aire. Eso fue un espaldarazo, ya que no existía nada de lo que vino después hasta que en el 89 me viene a buscar Radio Oriental cuando explota el país con Raúl Alfonsín y la hiperinflación. Después relaté Copa América Brasil '89, Italia 90, y ahí Simadoni me fue a buscar otra vez y me trajo a Rosario en el año 92. Cambio de rumbo A partir de 1995 forma la dupla inseparable con Claudio Giglioni, que se consolida con la Copa América Uruguay '95 (donde nace el "boletín de calificaciones" del comentarista) y luego con la Conmebol, copa en la que Central sale campeón por penales. walter hugo1.jpg Un equipo que salía de memoria: Marcelo Lamberti, Walter Hugo y Claudio Giglioni. Gustavo de los Ríos / La Capital - archivo Así transcurrieron mundiales y transmisiones deportivas exitosas con ese equipo de trabajo, que desde el 2000 hasta la pandemia conformó además el equipo deportivo y tira deportiva "Estadio 3", en la LT3. Sin embargo, según asegura, algunos discrepancias con el director periodístico de aquella gestión terminaron por separarlo de Giglioni y Marcelo Lamberti. En ese trayecto también tuvo la virtud de hacer famoso a un producto del frigorífico Sugarosa. "¡Gol! ¿De quién? De chorigol de Sugarosa", decía el anuncio que se hizo famoso y hasta cambió el día y la noche el volumen de ventas de esa empresa. "Con la llegada de (Cristian) Lavallén como director, se le ocurrió sacarme de exclusividad de los partidos. Empezó a ralearme aunque nunca supe por qué. No sé qué pasó, pero me fue corriendo por otro relator hasta que en un momento me ofreció el retiro voluntario.Sin embargo, me pidió que siga relatando, pero me sacó de la tira deportiva", cuenta. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Walter Hugo (@walterhugogol) Recuerda que con el retiro voluntario que tomó de la salida de LT3 se compró su casa y un auto cero kilómetro. Pese a que siguió relatando para la transmisión deportiva, llegó el momento de decir adiós. Por supuesto que antes de dar de baja el interruptor del micrófono, esa fase de duelo continuó su curso por otras emisoras de FM rosarinas hasta el clásico rosarino disputado el 30 de septiembre de 2023 en el Gigante de Arroyito, con victoria para el local por 1 a 0. Ese fue el quiebre que, junto a los dos años de pandemia, terminó por apagar su voz para siempre. Cuando la voz se apaga de a poco "La pandemia había sido durísima. Relatar sin público o por televisión es durísimo, te saca las ganas. Además, el circo me cansó y ya no quise hablar más de la 'fiesta del fútbol' cuando la violencia extrema que se respira en la ciudad no te permite disfrutar de un resultado deportivo", razona en alusión al crimen de Ivana Garcilazo, a quien asesinaron de un piedrazo en al cabeza cuando iba del Gigante rumbo a su casa. En ese sentido, lamenta: "A esta piba (Ivana Garcilazo) la mataron y el asesino no está por ningún lado. Pero no quería utilizar eso y tomé la decisión de retirarme sin transformar el hecho en noticia. Además, tengo una hija de esa edad que anda por la calle con un camiseta de fútbol. Entonces dije: ya está". Hasta ese momento de la charla todo hace presagiar que el alejamiento de Walter Hugo estuvo estrechamente relacionado a la violencia en el fútbol o su salida de LT3, situación que además lo desplazó de Giglioni, a quien consideraba y apodaba públicamente como "El mejor". Pero hubo otros acontecimientos que habían golpeado al relator. caniggia.jpg Ilustración de Walter Hugo del gol de Claudio Caniggia a Brasil en el Mundial de Italia '90. "Tuve un quebranto económico en el 2012. Me metí en un negocio gastronómico, me fundí y quedé con deudas considerables. Desde allí tuve un período de oscuridad profundo hasta que me rescató un pastor evangélico y ahí comencé a acercarme a la religión", confiesa. En plena charla, la voz ya no es la misma que al principio de la extensa charla. Es más bien el ténue sonido como del hilo de un viejo carretel a punto de romper en llanto. Y así y todo, continúa: "Empecé a ir a la iglesia Vida Eterna con la esperanza de haber encontrado algo importante en la vida, aunque con el tiempo comprendí que no era tan así". Hoy, después de algunos años recorridos, sigue manteniendo reuniones en el anexo donde se congrega, pero afirma que "tampoco es llama viva", como ese fuego que se apaga lentamente hasta extinguirse por completo. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de SOYLeproso (Newell's Rosario) (@soyleprosooo) No obstante, la batería electrónica con la que "pisaba" los temas de Led Zeppelin y lo ubicaban por un instante en un quinto cielo mientras sentía que era Bonzo, ahora descansa en un rincón de esa congregación evangélica. Hay algo que no se modificó y sigue vigente. La pasión por el dibujo y las historietas, los relatos breves y la música, en medio del zapping televisivo donde se la pasa mirando deportes y alimentando esa llama en sus redes sociales como para sentir que aquello que lo catapultó a las grandes ligas del relato y el periodismo deportivo aún sigue incandescente.

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