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  • Polémica por el edificio frente al Parque Urquiza: que nadie nos robe el sol

    » La Capital

    Fecha: 01/10/2024 18:01

    Hace más de 60 años se fijó la altura máxima de construcción en la zona del parque Urquiza para proteger la visibilidad del planetario 15 metros Hace más de 60 años se fijó la altura máxima de construcción en la zona del parque Urquiza : 15 metros, protegiendo la visibilidad del observatorio. Por entonces era el Parque de la Ancianidad, lugar de la ciudad poco frecuentado, era el resto de los terrenos del Ferrocarril del Oeste Santafesino cuya estación de 1878 lucia sus restos abandonados allí por Chacabuco a la altura de 9 de julio, cancha de futbol permanente de los estudiantes de ingeniería, gimnasio a cielo abierto del Industrial Superior, hoy Politécnico, una postal de la historia que seguro desconocen los jóvenes concejales de la ciudad. Durante más de 60 años se construyó aceptando la regla, se vendieron propiedades al precio condicionado por lo que allí se podía construir y por esa relación, poco conveniente para el sector inmobiliario se mantuvieron muchas de las casas originales, calles luminosas, árboles que no se inclinan buscando la luz, centros de manzana despejados y un sol que nadie puede robar. El barrio se salvó de las excepciones de los 70 y posteriores que avasallaron la zona del Parque Nacional a la Bandera, que había soñado Guido. El parque solo sufrió algunas pequeñas raterías, como el robo de las rejas de la estación, cuya puerta lucía forjada la fecha y la sigla del ferrocarril FCOS1878, y que lucirá en algún jardín de los responsables del reciclaje del edificio. Los 15 metros de altura se transformaron en una virtud asumida por los antiguos vecinos y buscada por los nuevos, sin importar sus motivos técnicos. Un barrio: “Subdivisión con identidad propia, de una ciudad, pueblo o parroquia / corregimiento”. Esa altura fue una de sus identidades, junto a otras como el adoquinado de Chacabuco que alguna vez los vecinos defendieron sacando sus muebles a la calle, los jacarandas, los lapachos y la canchita de bochas de los jubilados. ¿El barrio defiende algo que está mal? ¿Los fundamentos de la norma pueden ser rebatidos, el observatorio cerrado, pero en la temática actual de cambio climático alguna ciudad defiende la altura y la proliferación del cemento? ¿Tapan los adoquinados eternos y permeables por capas de derivados de petróleo? La respuesta es negativa en todos los casos. La condición de ciudad ribereña agrega otros argumentos, ya en los 60 un profesor de geografía del Politécnico (Industrial Superior) enseñaba que la diferencia en la velocidad del calentamiento entre el agua y el cemento determinaba un cambio de aire permanente entre el río y la ciudad que purificaba, equilibraba temperaturas y era importante mantenerlo, poco colabora para esto la pared edilicia que Rosario ha construido en casi toda su ribera. Como si esto no fuera suficiente, se planea modificar el régimen de alturas en Refinería lo cual fue cuestionado en un documento reciente por el Colegio provincial de Arquitectos. El Colegio de Profesionales de la Ingeniería Civil, otra pata clave del tema, en el suplemento de La Capital del 28 de setiembre dice en la nota central: ¿Es posible ser feliz en una gran ciudad? Y señala en algunos párrafos: “Cada propietario particular también tiene la capacidad de mandar un mensaje a la sociedad”, “hace falta educar sobre la importancia de la calidad de los espacios tanto públicos como privados teniendo en cuenta la sostenibilidad”, …”tenemos mucho sol, pero las viviendas en las últimas décadas han perdido sus terrazas….las plataformas han visto el auge de las búsquedas de pisos con, al menos, un trocito se aire libre al que asomarse pero las grandes constructoras siguen arañando hasta el último centímetro para los interiores.” Algunas ciudades lo tienen resuelto desde hace años vayan a construir en Paris sobre los famosos 6 pisos de la urbanización de Haussemann con Napoleon III, intenten pavimentar al estilo rosarino el adoquinado que luce moderno y antiguo en la película “Media noche en Paris”. Otras lo viven como problema a solucionar o lo solucionan demoliendo a lo grande como Calvia en Mallorca. En Rosario las excepciones hacen la regla lo cual confirma que no existe una política fundamentada y sostenida sobre la ciudad que queremos tampoco en este tema, además en este caso en particular considerando la opinión de las dos profesiones claves de la construcción queda claro que para nuestros concejales la única opinión que vale es la de los “ciudadanos” dedicados al negocio inmobiliario.

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