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  • "De olvidos está hecha la historia"

    » Diariopinion

    Fecha: 01/10/2024 21:32

    El 16 de octubre se cumple un nuevo aniversario del "Holocausto de Villa Jardín", donde murieron ocho adolescentes calcinados en la "Comisaría del Menor". Esta comisaría fue creada en el año 1985 por decreto del poder ejecutivo del gobierno de Formosa. El 16 de octubre de 1989 se produjo un incendio en sus instalaciones. Desde su fundación, se habían producido varios siniestros con las mismas características; los mismos adolescentes allí internados lo iniciaban prendiendo fuego a los colchones, con la finalidad de protestar por el maltrato sufrido por parte de los guardias policiales. Hace unos días nos enteramos, por los medios de comunicación, sobre el maltrato sufrido por un grupo de adolescentes del barrio 111 a manos de la policía de Formosa. Los mismos policías hicieron público el hecho a través de las redes sociales, mostrando a varios adolescentes tirados en el piso, esposados. En una oportunidad, participando de un congreso internacional sobre el tratamiento "Infanto-Juvenil", me contaron un cuento. Este trataba de un alemán y un francés, que estando en África, irían de cacería. Apostaron quién mataba más animales en tres días. Al cabo de esos días, se volvieron a encontrar en el mismo lugar. El alemán le pregunta al francés: "¿Qué mataste?" Este contesta: "Maté dos leones, tres tigres, cuatro panteras". El alemán dice que mató un tigre y cuarenta aminoguanas. El francés, desconcertado, le pregunta qué es eso. El alemán le responde: "Los aminoguanas son unos bichitos negros que, cuando yo les apuntaba, levantaban los brazos y me decían: "A mí no guana"". La preocupación por los derechos humanos del pasado fue un complemento de una escasa preocupación por los derechos humanos del presente. No hay que mirar la historia con nostalgia porque podemos quedar anclados en el pasado. No es un momento fácil para ser joven y pobre; nunca lo fue. En tiempos de incertidumbre sobre el mercado de trabajo, los jóvenes, incluso de los sectores con mayor nivel educativo, tienen problemas para obtener un empleo. Los adolescentes aparecen en la escena pública cuando la crónica periodística los saca a la luz por una transgresión (embarazo, delito, prostitución, suicidio, droga, etc.). En estos casos está ausente la discusión orientada a garantizar políticas públicas que promuevan el acceso a mejores oportunidades para los jóvenes. Estos conforman una categoría de personas con derechos sociales reducidos y escaso poder para demandar. Generalmente, las políticas para los adolescentes se dirimen en comisarías, institutos, comunidades terapéuticas, etc. Es necesario pensar que tanto la educación como el trabajo representan campos interrelacionados cuyos déficits están en la base no sólo de muchas frustraciones personales, sino que, fundamentalmente, condicionan los procesos de integración social de un gran número de adolescentes, principalmente los más pobres. Conocer los alcances de la inversión educativa y las modalidades de incorporación al mundo del trabajo por parte de los adolescentes resulta el primer paso para estimular el debate, y desde allí proponer caminos posibles que permitan que la titularidad de los derechos de los adolescentes emanados de la Convención sobre los Derechos del Niño y del Adolescente se conjugue con el acceso real a los beneficios, bienes y servicios.

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