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  • ¿Pagamos demasiados impuestos o recibimos demasiado poco?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/09/2024 08:55

    No nos gusta pagar impuestos. Por ejemplo, en España, mientras que la presión fiscal (recaudación impositiva sobre el PIB) se sitúa alrededor del 38%, si preguntamos a nuestros estudiantes (futuros contribuyentes… y asesores fiscales, algunos) del grado de ADE de la Universitat de Barcelona (UB) sobre su predisposición a pagar impuestos, de cada 100 euros ganados, estarían dispuestos a pagar 16, mientras que los del grado de Economía estarían dispuestos a pagar un poco más, 21. Muy lejos, pues, de la realidad que se encontrarán en el futuro. Ello es así a pesar de que, en el siglo XVIII, Adam Smith -autor que habrán estudiado- estimaba que el gobierno tiene el deber de "crear y mantener ciertas instituciones y obras públicas que sean del máximo beneficio para la gran mayoría…". Y eso tiene un precio… los (futuros) economistas deberían saberlo. Si les preguntamos de nuevo cómo financiar la universidad, el 3,8% considera que los estudiantes deberían financiar el 100% del coste (aquí, los impuestos no jugarían ningún papel), mientras que el 38,5% opina que la matrícula debería ser totalmente gratuita, y el resto (57,7%), que debería serlo, cuanto menos, para los estudiantes de rentas bajas. Pagando, como mucho, el 21% de la renta en impuestos, es complicado llegar a financiar, entre otros servicios, la educación superior. La cuestión es si son conscientes de ello. Escaquearse del pago La teoría económica predice que los individuos, como agentes racionales que se supone que son, siempre intentarán escaquearse del pago de impuestos: "Que paguen otros, mientras yo me pueda beneficiar de la provisión de esas instituciones y obras públicas". A largo plazo, no obstante, sin (cierta) predisposición a pagar impuestos por parte de una mayoría y, por lo tanto, sin algunos de esos bienes y servicios públicos, parafraseando a Smith, la riqueza de la nación se verá disminuida. El cambio de paradigma no es sencillo. Recientemente, Oxfam Intermón ha lanzado una interesante iniciativa (elvalordetusimpuestos.org), en la que, a través de un simulador, cualquier ciudadano puede contraponer una estimación de los impuestos que paga con lo que se puede llegar a financiar con estos, o mejor, a qué renunciamos en su ausencia. Un simulador que les invito a que visiten y que puede ayudar a poner en valor los impuestos y, a partir de ahí, decidir si pagamos demasiado, demasiado poco… o, si por lo que ya pagamos, no recibimos colectivamente lo suficiente. En cualesquiera de los casos, se trata de una herramienta útil, pienso, para debatir cuando alguien dice aquello de "en España se pagan demasiados impuestos". Según este simulador, que tiene en cuenta el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), el impuesto sobre el valor añadido (IVA), el impuesto sobre sociedades y el impuesto sobre el patrimonio, el pago anual estimado de impuestos de un individuo que gana 27.000 euros brutos anuales (según el informe 2023 de inserción laboral de AQU Catalunya, el promedio de lo que puede ganar un graduado en Ciencias Sociales cuatro años después de su graduación) asciende a 4.860 euros (sin contar, recordemos, la cotización a la Seguridad Social y otros impuestos, básicamente, los especiales), y con ello se puede financiar una plaza de guardería, un tratamiento hospitalario de neumonía, un parto ordinario o repoblar tres hectáreas forestales, entre otras iniciativas. Este es el valor añadido del simulador: relacionar lo pagado con lo que podemos recibir como colectividad. Es así como se ha de interpretar nuestra contribución anual a las arcas públicas. Conforme los graduados ganen experiencia laboral, aquellos que ganen 10 veces más (los pocos) se estima que pagarán 94.500 euros en impuestos y, con ello, a modo de ejemplo, podrán llegar a financiar 238 plazas anuales para actividades extraescolares, 139 procedimientos quirúrgicos ambulatorios, 25 beneficiarios del ingreso mínimo vital y el coste de limpiar 7.270 metros lineales de calle. La renta se habrá multiplicado por 10 (desde 27.000 hasta 270.000 euros brutos anuales), pero los impuestos lo habrán hecho por 19,4. Esta es la progresividad del sistema fiscal, que conduce, además, a la redistribución interpersonal de la renta. El grado de progresividad y el consiguiente nivel de redistribución es otro debate. Información relevante La utilidad y la relevancia de la herramienta radican, no obstante, en poner en valor lo que cada uno aporta en términos de bienes y servicios públicos. Se puede decir: "He pagado el 35% de mi renta bruta anual en impuestos". O bien: "Con mis impuestos, puedo llegar a financiar 139 procedimientos quirúrgicos ambulatorios". No estaría mal que ese tipo de información fuese en el impreso de declaración del IRPF que reciben los contribuyentes, más allá de informar sobre cuánto pagamos anualmente. Es bien conocido el lema No taxation without representation (Sin representación en el poder legislativo, no puede haber impuestos), que llevó a la sublevación de los colonos británicos en Norteamérica ante la corona inglesa, y que fue una de las causas de la revolución y posterior declaración de independencia de las colonias en 1776. Representados, estamos. El reto es, pienso, que cada ciudadano conozca qué se puede llegar a hacer con lo que paga. Solo con ese conocimiento habrá un adecuado proceso de rendición de cuentas de nuestros políticos a cualquier nivel de gobierno, y llegaremos a poder concluir si pagamos demasiado o no. A partir de ahí, sabiendo cuánto pagamos (hay ciertos impuestos para los cuales incluso esa información no es obvia; el IVA es el caso paradigmático) y lo que podemos llegar recibir, podremos decidir si como sociedad queremos pagar más o menos impuestos.

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