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  • El desafío de pensar a largo plazo

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    Fecha: 06/09/2024 13:33

    Nos olvidamos de la Argentina básicamente por nuestra visión cortoplacista. Nuestra historia política nos enseñó / educó a obtener beneficios en lo inmediato, hipotecando así el futuro. Celebramos las épocas de primavera económica y de ficticio bienestar convencidos que entramos en una realidad absoluta y definitiva pero cuando llega la cuenta sufrimos porque evidentemente ese no era el camino. El dilema es si realmente aprendemos o no. Si aprendemos, es porque tenemos la capacidad de convertirnos en mejores ciudadanos, y si no, estamos básicamente condenados al eterno retorno. Y esto último es interesante porque los países que mejor resultado han obtenido en términos de desarrollo y calidad institucional no son justamente porque poseen mejores gobernantes sino, muy por el contrario, porque tienen mejores ciudadanos ya que esos gobernantes emergen de esa sociedad, es decir, el cambio viene de abajo hacia arriba. En nuestro país el hartazgo y la inmoralidad han provocado un cambio disruptivo en la política, rompiendo con los modelos tradicionales de partidos ya que ninguno de los anteriores ha solucionado los problemas de la ciudadanía. Argentina ha migrado del modelo tradicional a una especie de gerenciamiento público del Estado subordinando la propia política a la mera administración económica, esto genera una relación diferente del estado con una sociedad, una sociedad que se dio cuenta que el dinero no cae del cielo. ¿Cómo se pasa del paternalismo estatal a una instancia de independencia personal?, ¿será acaso un símbolo de madurez?, ¿será que esta vez si es verdad?. Todo es incertidumbre, pero lo que sí es verdad es que para un paciente terminal, el quirófano era lo que no se podía seguir evitando. Hay que ser conscientes del potencial que tiene la Argentina, un potencial pospuesto y postergado por el cortoplacismo político que siempre puso en prioridad terminar un mandato y poder renovar los votos a cambio de establecer un programa de políticas a largo plazo, es decir “un proyecto de Nación”, que lo tuvimos en algún momento, pero que luego de la década bisagra de los años 30s se ha perdido. Hoy el planeta en que vivimos nos ofrece un nuevo panorama, las estructuras del viejo mundo se encuentran obsoletas y crujen, las guerras ocupan Europa, África y Medio Oriente. Hay violencia política en muchos países de Latinoamérica. Algunos de los que emigran de nuestro país buscando un mejor futuro económico no se dan cuenta que muy por el contrario se están acercando a estos puntos de conflicto armado. Sin embargo, Argentina por su posición geográfica se encuentra al margen de la efervescencia y continua teniendo en su haber aquello por lo que nuestros abuelos la eligieron: “Paz”. Asimismo la Argentina es la tercera economía más grande de América Latina, es el octavo país más grande del mundo en territorio y según el último informe del Banco Mundial : “el país cuenta con abundantes recursos naturales. Tiene tierras agrícolas extraordinariamente fértiles, cuenta con importantes reservas de gas y litio, y tiene un enorme potencial en energías renovables. Argentina es un país líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala, particularmente en agricultura y ganadería vacuna. Asimismo, tiene grandes oportunidades en algunos subsectores de manufacturas y en el sector de servicios innovadores de alta tecnología”. Así nos ven, menos nosotros. Pero como no todas son rosas y como dijo Juan Bautista Alberdi: “Gobernar es Poblar”, hay que entender también que nuestro país posee grandes superficies desocupadas, apenas 45.600.000 de habitantes en un territorio de 3.761.247 km2, es decir, 16,5 hab/km2. Esto indica varias cosas, entre una de ellas, la profunda necesidad de abandonar la dinámica centro – periférica a la cual estamos acostumbrados, es necesario descentralizar, fortalecer las economías regionales, industrializar las provincias, federalizar las economías. Hay que volver al modelo de extensión de la red ferroviaria y garantizar la salida a puertos de una manera más eficaz. Es fundamental dotar de infraestructura y servicios en cada provincia para lograr vinculación dinámica a nivel de país. La educación debe acompañar este proceso junto a la inclusión de tecnologías de vanguardia que permitan el desarrollo. Un programa nacional de inclusión laboral resulta urgente. Hay que lograr que las personas que hasta hoy viven de dádivas estatales se sientan dignas del pan que llevan a la mesa y eso no debe ser solamente una política de estado, se trata de un cambio cultural. Es necesario que cada provincia y municipio, en colaboración con el Estado Nacional y la sociedad generen un territorio atractivo para las inversiones, previsible ambientalmente y equitativo desde el punto de vista social. Abandonar la lógica de que la riqueza y la abundancia es mala palabra, hay y debe haber espacio para todos y entender que la Argentina, aun con sus marchas y aparentes retrocesos es tierra fértil para todo aquel que desee emprender y vivir de su trabajo. Para eso hay que recomponer el pacto social, los diferentes actores de la sociedad deben entender los cambios y aprender a resignar lo antiguo, comprender que el mundo está cambiando y abandonar las estrategias de la vieja política de color sepia y vetusta ayuda a recomponer el tejido social dañado por los intereses particulares de ciertas instituciones, aprender que ese camino no nos condujo a nada más que miseria y deriva sin rumbo. El camino del consenso y el acuerdo significa colocar a la Argentina de una vez y para siempre entre los países “creíbles”. Los ciudadanos debemos seguir exigiendo a nuestros gobernantes que se sienten a dialogar, tenemos que darnos cuenta que el poder es del pueblo y que todo lo bueno que nos rodea y supimos conseguir no es un derecho heredado, por el contrario, fue el producto de luchas, trabajo y esfuerzo, por esa razón es muy importante cuidar y fortalecer la democracia que como afirman muchos, no es perfecta pero es lo mejor que tenemos y eso se logra con compromiso ciudadano. Siempre hay una nueva oportunidad y espero y deseo que exista un signo de madurez de aquí en más, y que no hayan sido en vano los procesos infructuosos que hemos pasado, es necesario aprender que las divisiones benefician solamente a los dueños de la idea, nuestra historia está llena de esos ejemplos, es la misma sociedad la que permite dejarse llevar por fanatismos errantes que nada bien le han hecho a nuestro país. Aprender y crecer es la salida para no volver a caer en la teoría del eterno retorno. *Gustavo A Mollo, Presidente de la Asociación Civil Centro Republicano por Gustavo A Mollo

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