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  • “Gombrowicz o la inmadurez” de Nicolás Valentini, se verá en la 20° Edición del Bafici itinerante

    » El Ciudadano

    Fecha: 30/08/2024 20:02

    Entre la variopinta y seductora oferta del 20º Bafici en Rosario, el segmento itinerante que se desprende del Festival Internacional de Cine Independiente porteño, se encuentra una película del realizador rosarino Nicolás Valentini (codirector de los largometrajes Pañuelos para la historia, 2015 y 4, 3, 2, Uno, 2011), que tomó a Witold Gombrowicz, uno de los escritores más paradigmáticos de la literatura nacional –el polaco implantado en Buenos Aires que, pese a que no dominó nunca el español, no se lo deja de considerar como uno más entre los nativos, como lo han manifestado Ricardo Piglia o Juan José Saer, entre otros– como brújula para construir Gombrowicz o la inmadurez, un singular documental que desanda la polémica figura del escritor desde lugares aleatorios o relacionados, pero siempre a partir del concepto de “inmadurez”. El film tiene una factura que puede llamarse internacional, ya que fue grabado en Santiago del Estero, Ushuaia, Rosario, Buenos Aires, París, Polonia, y Finlandia, a lo largo de diez años. Un concepto muy caro a Gombrowicz desde su inaugural Ferdydurke, publicada en 1947 en Argentina en traducción de amigos escritores del polaco, entre ellos el cubano Virgilio, pero que a la vez atraviesa todas sus obras y hasta su ya famoso Diario. En una línea narrativa diferente, por caso, a Gombrowicz o la seducción, que en 1986 filmó Alberto Fisherman y donde revisita a buena parte de los que fueron sus amigos y discípulos y muchos de los escenarios de su vida porteña, la película de Valentini intenta escudriñar la “inmadurez” incorporándola a su propia narrativa. En relación a cómo llega a Gombrowicz, qué había leído y cuáles son las cosas que le atrajeron, y por qué específicamente la inmadurez para armar su propio relato, Valentini expresa: “Mi amigo Alejandro Haddad me prestó los Diarios cuando estábamos filmando el viaje de Nora Cortiñas a Kurdistán. Después iba a visitar Polonia, donde comencé a hacer los primeros registros con jóvenes que iba conociendo al azar, allá por 2013. Lo que me atrajo de Gombrowicz fueron sus ideas sobre el arte, que, según él, a diferencia de otras disciplinas, se nutre de la contradicción. El arte se genera desde cero, y cada uno lo practica dentro de sí y para sí; es la descarga de una existencia, de un destino o un mundo particular. Por lo tanto, la mayoría de sus escritos están en primera persona, algo que incorporé a la película, que también la fui realizando en soledad, adoptando una figura solitaria más cercana a la del escritor. Al ser, el arte una creación que emerge desde lo privado, es más genuina la inmadurez que las formas que provienen del exterior. Gombrowicz lleva esta idea aún más lejos, ya que también podemos aplicarla a la relación entre las culturas de los pueblos, en nuestro caso, que estamos en el «arrabal de Occidente», como dirá Saer en su ensayo sobre Gombrowicz. Estamos todo el tiempo asediados por las formas que provienen del exterior, del centro de Europa o de EE. UU. Por lo tanto, nos deformamos usando máscaras del Occidente central. Desde el arrabal, la inmadurez nos pertenece, ya que, de algún modo, tampoco somos ese Occidente, sino una identidad más indefinida y por eso más fértil. Por eso Gombrowicz planteaba la idea de “matar a Borges”. Aunque en el documental Klementyna Suchanow también plantea la idea de matar a Gombrowicz, porque él ya es una forma, conquistó París y se volvió el lector nacional de Polonia, donde los adolescentes lo leen en la escuela de manera obligatoria y, por lo tanto, no lo aprecian. De nuevo aparece la contradicción. También podemos tomar dentro del sistema de pensamiento de Gombrowicz la irreverencia, sin eso nunca hubiera terminado la película”. La inmadurez, una posición tomada La película parece haber sido armada durante la edición, Valentini aclara: “Algo que me ayudó a construir esta pieza audiovisual es la idea de que Gombrowicz trabaja en su novela Cosmos, en la que plantea que la única manera de salir del caos es haciendo series, no importa de qué, pero el sentido emerge absurdamente del caos simplemente haciendo series. Creo que es muy interesante para abordar el vacío de una hoja en blanco. El proceso fue en gran parte inspirado en la constitución de sentidos azarosa que realiza Gombrowicz en su novela Cosmos, un policial extraño donde las pistas son muy divergentes y se van seriando a partir de encontrar un gorrión ahorcado. De este modo, sin saber qué iba a hacer, fui generando series a partir de lo que encontraba, tratando de tramar una serie de manos, de nucas, de piernas, de preguntas, de líneas de fuga como pedir consejos sobre qué hacer en mi documental, de encontrar a un grupo de cineastas haciendo un documental sobre Gombrowicz, de tomar ciertas palabras que me resultaban resonantes, como los baños, un gato ahorcado, una mujer montada a caballo, un hombre que vive en el bosque, dos moscas apareándose, los descartes de las entrevistas; es decir, un sistema de signos poroso que se comunica con otras imágenes u otras líneas narrativas a través de extrañas asociaciones, armando una especie de vasija que nunca es completa. Y esta unión fue el trabajo de montaje, donde intervenía cierto ritmo que tiene la literatura de Gombrowicz”. Valentini se sirve de material de la película mencionada de Fisherman para su documental, ¿cuál fue ese material y cómo ve la aproximación que hizo ese director a la figura del polaco? “Fernando Martín Peña (el crítico y conservacionista) aparece en la película y lo explica muy claro: «Es una aproximación emocional de lo que Gombrowicz dejó a sus discípulos en Argentina y lo hace de un modo muy original». En su momento él no había podido apreciarlo como ahora, dice. En mi situación, los discípulos fallecieron y esa debilidad o desventaja se muestra abiertamente. En la película de Fisherman, Dipy (el escritor Jorge Di Paola) lee una carta que le escribió Gombrowicz, imitando el tono del polaco. Ese momento me pareció muy bello porque es un mensaje a cualquier persona. Ese material sonoro lo utilicé doblando una entrevista que le hice a una señora que está de espaldas, y se crea una escena muy absurda con contenido filosófico”, dice el realizador. Gombrowicz o la inmadurez cuenta con muchos testimonios y voces, ¿cuáles le sirvieron más a Valentini para el film que buscaba? “Creo que muchas ideas de la película las plantean los entrevistados, ya que todos sugieren algo para hacer, el proceso de construcción está todo el tiempo presente, y muchos transmiten ideas que voy tomando. Martín Kohan, Alan Kuharsky y Rita Gombrowicz sirvieron para dar impulso a la pieza. La idea de arreglárselas solo, de dejar de pedir consejos y tratar de hacer algo nuevo, a la vez incompleto, es lo que van aconsejando muchos. También Horacio González, cuando se interrumpe la entrevista por una mujer que lo saluda, él mismo me propone que no saque esa interrupción porque justamente, estamos hablando de Gombrowicz, a partir de allí fui dejando todo lo que se sacaría en un documental, a tal punto que podría decirse que es un anti-documental”, afirma Valentini. En el film hay una relación sentimental que tiene al director como protagonista, ¿cómo juega con el espíritu del relato en su conjunto? Valentini señala: “(Martín) Kohan lo dice en un momento: el amor es contingencia, no se puede controlar y nunca está cerrado. Nadie puede decir qué es maduro en el amor, en algo tan irrepetible y tentativo; allí surge la debilidad donde se es más genuinamente uno mismo, y estos elementos débiles sirven para trabajar más allá de lo meramente informativo de la biografía del escritor”. Consultar programación completa en redes del festival, y las webs del cine El Cairo y del CC Cine Lumiére

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