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» La voz
Fecha: 25/08/2024 01:27
La semana que pasó fue como si se hubiera abierto la temporada para la caza de dólares. A nivel micro, la cadena mayorista Diarco pateó primero, y por detrás asomaron otros comercios en distintos puntos del país. Entre ellos está la unidad de retail de Grupo Dinosaurio, del empresario cordobés Euclides Bugliotti, quien ya tiene experiencia en este tipo de movimientos con impacto en el marketing. En la década de 1990, cuando todavía era uno de los dueños de Hipermercado Libertad, fue el primero en recibir los bonos Cecor, que había emitido el entonces gobernador Ramón Mestre ante la crisis de las cuentas provinciales. La diferencia, claro, es que nadie quería quedarse con esa cuasimoneda. Con el dólar es distinto, y por eso los anabólicos de la cotización (por encima del precio del blue) y la aceptación de los discriminados “cara chica”. El fenómeno, que dista de ser masivo, igual es sintomático. ¿Cuánto puede colaborar en el sueño húmedo de la dolarización endógena que tiene el presidente Javier Milei? Por ahora, poco, pero la dimensión es una incógnita si se contagian más comercios y rubros. Está también el factor consumo. El dato oficial, que llega hasta junio, sigue marcando caídas interanuales de doble dígito en las ventas mayoristas. En los supermercados, el panorama no es muy diferente y en breve empezará a influir la base de comparación con el “plata platita” que el exministro de Economía Sergio Massa armó como parte de su campaña presidencial. Por eso, todos miran el contraste con el mes anterior, con la esperanza de encontrar el famoso punto de quiebre. Y por último, el anzuelo a los consumidores, en un remapeo socioeconómico profundo que ha provocado el achique de la clase media y la ampliación de la base de la pirámide. Muchos hogares “quemaron” ahorros, un proceso que seguirá al compás del duro –pero necesario– reacomodamiento de precios relativos. Mayor y menor En esta faena también está el Gobierno, aunque es una caza mucho más amplia, mayor y menor, para dar respuesta al interrogante de siempre: ¿cómo hará el Banco Central para juntar dólares y poder poner fin al cepo cambiario? Está rodando la primera fase del blanqueo de capitales (hasta el 30 de septiembre), etapa en la que se pretende captar dólares de pequeños y medianos ahorristas, con la zanahoria de no multar ni cobrar impuestos a quienes regularicen tenencias de hasta U$S 100 mil, parámetro que también opera como franquicia para montos mayores. Con la publicación de la reglamentación, está vigente asimismo el régimen de incentivo para grandes inversiones (Rigi). Por esta ventana, el Gobierno espera proyectos por encima de los U$S 200 millones para energía, hidrocarburos, minería, siderurgia, tecnología, infraestructura, turismo e industria forestal. El atractivo de los beneficios choca con la desconfianza serial que provoca la Argentina hacia buena parte de los inversores. La dinámica que tuvo el Congreso en los días recientes, con el oficialismo mordiendo el polvo por su déficit congénito de votos, no deja de engordar las dudas en los decisores económicos. En una columna que publicó Clarín, el especialista en negocios internacionales Marcelo Elizondo le puso números al desacople. En el arranque del actual siglo, el stock de inversión extranjera directa (IED) que opera en la Argentina equivalía al 26 por ciento del total de Latinoamérica. Al cierre de 2023, era el 4% de la región. Medido en términos corrientes, el promedio de IED en América latina se multiplicó por 10 en casi 25 años, mientras que en nuestro país ni siquiera llegó a duplicarse. Con semejante performance, es lógico que, más allá del empuje del agro, el color de las reservas del Banco Central deambule entre las tonalidades de la palidez. Todas las semanas se retroalimentan las versiones de préstamos para ayudar en la transición hacia la estabilización. Ahora crecieron los rumores de fondos de países árabes, previo al viaje que el ministro de Economía, Luis Caputo, tiene previsto hacer en septiembre hacia Arabia Saudita, un destino en el que, más allá de los negocios, también pesan la geopolítica y la sensibilidad por el alineamiento de Milei con Israel.
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