Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Los 175 años del Colegio del Uruguay

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 27/07/2024 10:06

    Los 175 años del Colegio del Uruguay En lo alto. El patio del majestuoso colegio y su desafiante lema, que reemplaza a la tradicional cruz del emperador Constantino por un libro. Por Américo Schvartzman (*) “El Colegio del Uruguay es el heredero de mi gloria”, le escribió Urquiza a Mitre, su enemigo político y hermano masón. Quizás le faltó “el único”, porque a Urquiza las efemérides le niegan casi toda esa gloria que creía dejar para la posteridad. Nadie recuerda el 3 de febrero, por ejemplo, fecha que aseguró en 1853, en el campo de batalla, el triunfo del proyecto federal. Solo en su provincia. Nadie lo celebra en ningún otro lugar de este país unitario, dominado por las venturas y desventuras de su cabeza de Goliat, y que, pese a todo, sigue siendo oficialmente la Confederación Argentina; sí, ese es uno de sus nombres, según el artículo 35 de la Constitución. Porque en verdad, el proyecto federal fue derrotado. Pero esa es otra historia. La que nos interesa hoy es la historia (y el presente) de aquella casa de estudios que Urquiza fundó en 1849, el 28 de julio, en Concepción del Uruguay (por entonces llamada por todos “el Uruguay”, cuando lo que hoy llamamos Uruguay era todavía la Banda Oriental y la Nación Argentina estaba lejos de ocupar el desierto del título de Halperin Donghi). Para entonces Urquiza, quien seguía una poco reconocida tradición federal de educación popular (iniciada por Artigas, continuada por Ramírez y coronada por el vencedor de Caseros) ya contaba con 47 escuelas en su territorio, contra apenas 35 de la provincia de Buenos Aires por esos mismos años. El Colegio del Uruguay, creado para constituirse en universidad donde se formarán las nuevas élites de la Confederación, sin distinción de clases (aunque sí, por varias décadas más, de sexos), había nacido laico, gratuito y popular. Tanto que cuando el rector Erausquin, un cura, quiso dar misa todos los días a los internos, Urquiza lo relevó: “No era mi intención formar clérigos”, dijo. En 1854 puso al frente a Alberto Larroque, francés, republicano y célebre por haber sido el factótum de la llamada “edad de oro” del Colegio: atrajo a ocupar sus cátedras a una pléyade de ilustrados extranjeros, quarante-huitards, exiliados de las revoluciones europeas de 1848, como Alejo Peyret. Urquiza le había encargado a Larroque que no escatimara en gastos para conseguir los mejores profesores para el establecimiento creado en 1849. Tras la derrota de Rosas, para esos emigrados –liberales igualitaristas, enemigos de toda centralización– era imposible no simpatizar con la figura de Urquiza, ese caudillo federal diferente, preocupado por la educación, que andaba a la pesca de “sabios europeos” que formaran a la futura generación de líderes de la Confederación Argentina. Con el tiempo tuvo entre sus docentes a científicos como el alemán Pablo Günter Lorentz, que hoy da nombre al Museo de Ciencias Naturales del Colegio. El Histórico, como se le llama en su ciudad, tiene una soterrada pero persistente tradición de rebeldía. Medio siglo antes de la Reforma del 18, en 1864, los estudiantes del Colegio se alzaron para destituir a un rector “poco contraído a sus obligaciones”, y que “no inspira respetabilidad”. Y hubo otras dos rebeliones antes del fin del siglo XIX. Habían germinado semillas sembradas por profesores liberales de verdad (no paleoliberales como quienes gobiernan la Argentina). Un cura de entonces informaba al obispo que el Colegio estaba dirigido por profesores masones, ateos, materialistas, “y el mejor indiferente” a la religión. La consecuencia inevitable era “una juventud de lo más pervertida que existe” y “no otra cosa puede esperarse de la educación científica que reciben”, escribió el indignado sacerdote, cuenta el investigador Jorge Villanova. Algo de esa tradición se plasma en el escudo que, desafiante, reza “In Hoc Signo Vinces” (“Con este signo vencerás”, el célebre lema de Constantino), pero en lugar de una cruz exhibe un libro. En estos días de celebración, el Colegio muestra su grandeza pasada en sus patios desbordantes de belleza natural, con árboles y plantas casi bicentenarias, en sus galerías llenas de magia, su Mirador recuperado, su hermosa biblioteca con más de 35 mil volúmenes. Es habitual mostrar a turistas el busto de Julio A. Roca, con la tradición de tocarle la nariz (lustrosa, como consecuencia) para aprobar exámenes. Pero Roca pasó solo dos años en el Colegio, y como presidente fue en cierto modo su verdugo: cerró la carrera de Derecho que allí se cursaba, derogando el carácter universitario del “heredero”. Y todo porque esa carrera era “un nido de jordanistas”: docentes y estudiantes habían sido activos militantes del último caudillo federal en armas. Durante el rectorado del eminente José Zubiaur, cursó y se recibió la segunda médica de la Argentina, Teresa Ratto, y además la primera mujer bachiller del país. Una galería de exalumnos gloriosos es parte del patrimonio del Histórico: tres expresidentes argentinos (Roca, Victorino de la Plaza y Arturo Frondizi), el primer vice de Perón, Juan Hortensio Quijano; mandatarios de naciones vecinas, una lista enorme de gobernadores (de por lo menos trece provincias), juristas como Onésimo Leguizamón, Antonio Sagarna, Arturo E. Sampay, escritores como Olegario Andrade, Fray Mocho, Martiniano Leguizamón, Carlos Mastronardi y Arnaldo Calveyra. Hombres y mujeres de ciencia como Domingo Liotta, Elisa Hirschhorn, Roberto Caraballo o David Efron (uno de los padres de la antropología científica), historiadores como Mario César Gras. El actual rector, Ramón Cieri, cuenta que el Colegio –que desde el año 2000 depende de la Universidad Autónoma de Entre Ríos– tiene más de 1.200 estudiantes, en tres turnos donde cursan 59 grupos: 27 por la mañana, otros 27 por la tarde y 7 en el turno noche, con cuatro orientaciones de bachilleres y el secundario para jóvenes y adultos. Con orgullo comenta las actividades con las que durante varias jornadas se festejarán los 175 años y concluye: “Hoy la comunidad del Histórico se plantea nuevos desafíos: repensar los mandatos fundacionales, responder a las demandas actuales –nuevas tecnologías, interdisciplinariedad, compromiso ambiental, perspectiva de género, entre otros– con una propuesta curricular que recupera el federalismo a través de la reivindicación de la obra del general Urquiza y de otros líderes populares que forjaron las bases del Estado nacional democrático, republicano y federal”. (*) Américo Schvartzman es filósofo, periodista y docente. Integra la cooperativa El Miércoles. Esta columna de Opinión fue publicada originalmente en el portal de Perfil.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por